El agua, derecho básico: las ONG relanzan el debate
El agua como bien público o como mercancía. La necesidad o no de una Convención Internacional sobre el líquido vital.
Representantes de diversos sectores: diplomacia, ONG, empresa privada debatieron sobre el tema de cara al Día Mundial del Agua, a celebrarse el 22 de marzo próximo.
El seminario-debate reunió a más de ciento cincuenta participantes y fue organizado por Alianza Sur, plataforma que reúne a seis de las más importantes organizaciones suizas que trabajan en el campo del desarrollo.
Una mirada hacia atrás permite advertir importantes avances en la reflexión planetaria sobre el agua, tanto que se ha convertido en uno de los temas más abordados en las instituciones de las Naciones Unidas y en los foros alternativos.
El informe 2006 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), demanda a los gobiernos que reconozcan el agua como un derecho humano.
El 27 de noviembre del año pasado, el Consejo de Derechos Humanos solicitó al Alto Comisionado de las Naciones Unidas promover un estudio a ser presentado antes de septiembre 2007 sobre «…el acceso equitativo al agua potable…según las leyes internacionales de los derechos humanos…»
A pesar de estos pasos concretos, el acceso al agua potable sigue siendo un inmenso desafío pendiente.
Este preámbulo fue bosquejado por Rosmarie Bär, responsable de la política de desarrollo de la Alianza Sur y principal animadora del seminario realizado el pasado viernes (16.03) en la capital federal.
Y si de retos de la comunidad internacional se trata, la necesidad de una Convención Internacional sigue siendo una reivindicación esencial de una parte importante de la sociedad civil mundial, enfatizó Bär.
División de «aguas»
La propuesta de una Convención Internacional fue ratificada también en Berna por Maude Barlow, presidenta del «Consejo de los Canadienses», co-fundadora del «Proyecto Planeta Azul» y Premio Nobel alternativo que le fue otorgado por su compromiso ecológico.
«El agua no es una Coca-Cola», enfatizó la militante social canadiense para diferenciar la noción de bien público de la humanidad a la de una mercancía negociable en el mercado.
Barlow reiteró que «hay muchos intereses diferentes en torno al agua, lo que impide llegar, rápidamente, a acuerdos mundiales».
Criticando las políticas de privatización aplicadas en todo el mundo -que «han resultado ser un fracaso total»-, Barlow reconoció los avances en el sistema onusiano para un reconocimiento del agua como derecho humano fundamental.
Concepto con el que concuerda Wolfang Amadeus Brülhart, Jefe de la Sección de Derechos Humanos en la cancillería suiza, representante oficial en el seminario.
«Suiza ha sostenido desde un principio la iniciativa de Alemania y España» –los dos países que promovieron la propuesta del estudio aprobado en noviembre pasado-, declaró Brülhart a swissinfo.
Lo que ahora está en juego no es tanto el concepto mismo del agua como derecho humano, «sino cómo se debe aplicar ese derecho», enfatizó al tiempo de reiterar que para ese cometido hace falta la participación de todos los sectores, «incluida la empresa privada».
La visión latinoamericana
«El agua es uno de los principales espacios de lucha de América Latina, indignada por el proceso de privatización creciente en todo el planeta» subraya el jurista mexicano Rodrigo Gutiérrez Rivas en diálogo con swissinfo.
Único representante del Sur en el evento capitalino, Gutiérrez Rivas reivindicó la importancia complementaria de la lucha de los movimientos sociales por el agua con los esfuerzos onusianos de considerar el agua como derecho humano fundamental.
«Son aspectos diferentes de una misma estrategia», reiteró el joven investigador de la Universidad Nacional de México (UNAM) y miembro de COMDA, la Coalición de Organizaciones Mexicanas por el Derecho al Agua que aglutina a un gran número de ONG y asociaciones.
«El derecho fundamental al agua es una idea que permite agrupar a diferentes actores, aunque la problemática de un obrero de la periferia de una gran ciudad será diferente que la de un indígena campesino del interior del país», explicó.
Si hace 10 años en «mi país casi no se conocía el agua en botella, hoy nos encontramos entre los principales consumidores de esa mercancía, apenas después de Italia en cuanto a volúmenes», concluye el jurista azteca.
La reflexión sobre el agua multiplica argumentos y enciende pasiones. Numerosos conflictos sociales en América Latina –y en el Sur en general- han explotado en los últimos años a raíz de la privatización de ese preciado bien.
Las ONG suizas y la sociedad civil aceptan el desafío lanzado desde el Sur. Entran en el juego de ideas, toman posición, presionan a gobiernos e instituciones internacionales y profundizan un debate necesario.
Tal actitud es particularmente importante en esta década marcada por los Objetivos del Milenio que intentan reducir a la mitad la pobreza, y en ese marco es imperioso alinearse con Naciones Unidas reconociendo «El agua como fuente de vida».
swissinfo, Sergio Ferrari, Berna
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Alianza Sur
En la actualidad y según cifras de Naciones Unidas, 1.200 millones de personas no tienen acceso a una cantidad suficiente de agua para satisfacer sus necesidades básicas obtenida a un precio acorde a sus posibilidades financieras.
En caso de no tomarse medidas significativas y rápidas, se estima que en 2015 esa cifra aumentará a 3.000 millones. Ello equivaldría entrar en contradicción con los esfuerzos onusianos de reducción de la pobreza.
ONG internacionales reunidas en noviembre de 2006 en Marsella, Francia, lanzaron dos reivindicaciones básicas: el acceso para cada habitante del planeta a 40 litros de agua de calidad, como mínimo, por día.
Y que se destine un 1 % del presupuesto militar actual para el mejoramiento de la distribución del agua y los servicios sanitarios.
Sólo un 2.5 % del total del agua existente en el planeta es dulce y por lo tanto de uso humano.
80 millones de habitantes de Latinoamérica carecen hoy de agua suficiente.
Las perspectivas preocupan. De continuar este ritmo, sin tomar medidas significativas, hacia 20025 unos 3.000 millones de seres humanos carecerán del líquido vital, 80 % de los cuales habitantarán países del Sur.
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