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El cazador de exoplanetas suizo no sueña con E.T.

Michel Mayor y un paisaje estelar de fondo, como aquellos que descubre el científico suizo. swissinfo.ch

¿Hay vida fuera del universo? El cazador de planetas lejanos, Michel Mayor quisiera confirmar esta intuición del filósofo griego Epicuro.

El astrofísico suizo –que hace poco descubrió junto con otros colegas un exoplaneta ‘habitable’- prefiere la certitud del observador paciente y metódico a las especulaciones de los autores de ciencia ficción. Entrevista.

El descubrimiento de un planeta potencialmente habitable a 20 años luz de la tierra suscita gran entusiasmo en todos. El científico Michel Mayor toma las cosas con la prudencia del investigador.

Entre las obras especializadas que adornan los muros de su oficina, más bien austera, un solo tomo de ciencia ficción. Y el hombre que escudriña las profundidades del cielo admite no haber visto más que un episodio de ‘La Guerra de las Galaxias’, que pese a todo dice haberle gustado.

swissinfo: Al parecer no ha sido la ciencia-ficción la que le provocó la pasión por las estrellas…

Michel Mayor: No, efectivamente no. Aprecio de vez en cuando una novela o un filme, pero no soy un forofo.

Cuando niño tenía una pasión por el conjunto de las ciencias naturales. Elegí la física porque era lo que más me atraía, pero al final de mis estudios, habría podido imaginarme haciendo geología, vulcanología u oceanografía. En esa época, había una explosión de sectores de investigación de la física aplicada a la naturaleza.

Con ello quiero decir que ya en mis tiempos de explorador era yo un ‘astrónomo’. Con ocho años, esto consiste en encontrar las constelaciones. Más tarde, seguí cursos para astrónomos aficionados. Fue en esa época que miré por primera vez el cielo a través del telescopio.

swissinfo: Y actualmente, ¿un astrofísico moderno mira aún a través de la lente?

M. M.: No. El laboratorio típico en un gran observatorio es una sala de control, con muchas pantallas de ordenador. Una sala de control parecida a la de cualquier instalación de cierta complejidad, un poco como a la de una central nuclear.

Uno maneja el telescopio, los instrumentos, analiza los datos, y en nuestro caso, las pantallas sólo muestran curvas y gráficos. Por el contrario, nuestros colegas que hacen observaciones a través de otros tipos de instrumentos ven imágenes –electrónicas, ciertamente-, pero imágenes del cielo.

swissinfo: De esas curvas, por el momento usted puede únicamente deducir la existencia de planetas. ¿No sueña a veces con saltarse esas etapas para saber si existe allá la vida, la vida inteligente?

M. M.: Sí, de modo que estoy convencido de que la vida tiene grandes posibilidades de aparecer siempre y cuando se den las condiciones en el universo. Pero, desafortunadamente, mi imaginación está siempre un poco refrenada por la ciencia, que me dice que las posibilidades de entrar en contacto con una forma evolucionada de vida son terriblemente limitadas.

Epicuro pensaba ya en la pluralidad de mundos y de vida. ‘No hay razón alguna para que la naturaleza hubiera agotado las combinaciones de átomos para formar sólo un mundo: el nuestro. Y esos otros mundos probablemente están poblados por seres vivos’, escribía a su colega Herodoto… Algo en si mismo fabuloso: ¡Hace 2.300 años!

Y ahora vivimos en una época en la que se tienen los medios tecnológicos para abordar el problema de forma científica. Y eventualmente, obtener respuestas científicas. ¡Eso me interesa enormemente!

Esto quiere decir que aún cuando en veinte años se lograra ver a ciertos de esos planetas gracias a los futuros telescopios espaciales, en cuyas atmósferas, por ejemplo, se advirtiera una fuerte concentración de oxígeno, permaneceremos aún muy frustrados.

Por un lado, el descubrimiento será extremadamente importante desde un punto de vista filosófico, pero por otra parte, no sabremos aún de qué tipo de vida se trata.

Por lo que yo prefiero centrar mi imaginación en lo que podemos hacer ahora para aprovechar de la mejor forma nuestros instrumentos y mejorarlos aún más. Eso me parece ya lo suficientemente emocionante sin fantasear sobre cosas que forzosamente apuntan a un sueño.

swissinfo: ¿Ha reforzado su fe el hecho de observar el cielo?

M. M.: No… confieso que sí, admiro la naturaleza, pero pienso que, contrariamente a lo que se cree con frecuencia, la astronomía no incita más la fe en comparación a la observación de un ser vivo, un animal o un niño pequeño; lo que ya resulta una fuente absolutamente increíble de admiración.

Conozco en el mundo astrofísicos que son creyentes, otros que no lo son, y eso no me parece ser distinto a lo que ocurre en el conjunto de la población.

swissinfo: Como científico, ¿el recalentamiento terrestre le produce miedo?

M. M.: No a título personal. Pero encuentro triste y hasta cierto punto indignante ver que hay aún una parte de la población que no considera esto como un dilema mayor.

Sobretodo, que esa gente tiene niños, o nietos. Son éstos los que van a padecer. Sin olvidar que los daños afectarán primero parajes que ya hoy día están deteriorados, como Bangladesh, o las regiones que ya en la actualidad están desertificadas.

Uno busca aún evitar el problema diciendo ‘oh… aún no estamos del todo seguros’. Es cierto que hay ciertos márgenes de error, pero de cara a estos retos tan enormes, ¡esta actitud es absolutamente irresponsable! Eso es hacerse el avestruz, escondiendo los ojos para no ver.

Desde hace más de un siglo, las concentraciones de CO2 aumentan en la atmósfera. Las pruebas son abrumadoras. Y todos los modelos climáticos muestran que una de las consecuencias es el aumento de la temperatura de la Tierra.

El problema es que no estamos dispuestos a sacrificar parte de nuestro confort para el futuro. Y, por supuesto, los medios que buscan desacreditar las investigaciones actuales sobre medio ambiente lo hacen para defender sus intereses.

Entrevista swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducido del francés por Patricia Islas Züttel)

Michel Mayor nació en 1942 en Lausana.

Obtuvo un doctorado en 1971 con la tesis sobre la dinámica de las galaxias espirales por la Universidad de Ginebra.

Fue trabajando sobre ese tema que construyó su primer espectrógrafo (aparato de análisis de la luz) para medir la velocidad de las estrellas.

En 1995, junto con su colega Didier Quéloz, anunció el descubrimiento del 51 Peg b, el primer planeta detectado fuera del sistema solar.

En doce años, el catálogo de los exoplanetas se ha enriquecido de tal modo que se han registrado ya 250 mundos nuevos. La mitad de ellos han sido descubiertos por el equipo de Michel Mayor.

El astrofísico suizo y sus colegas trabajan esencialmente con un telescopio de la Organización Europea para la Investigación Astronómica en el Hemisferio Austral (ESO), ubicado en Chile. En el corazón de este aparato se encuentra instalado el espectrógrafo ultra preciso HARPS, capaz de medir las variaciones de velocidad del orden de un km/h en estrellas distantes, situadas a varias decenas de años luz de la Tierra.

Michel Mayor, objeto de centenas de publicaciones y numerosos premios científicos, este verano se jubila de su puesto como profesor de la Universidad de Ginebra, pero continuará su trabajo en ESO.

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