Vista desde el espacio, la Tierra produce miedo
Calentamiento, fundición de glaciares, poluciones, deforestación: los satélites de observación ven todo. Envisat, el mayor de ellos, punto central de un simposio mundial en Montreux.
Hasta el viernes, más de 1.000 investigadores confrontarán ahí sus resultados e hipótesis. Y aunque los científicos desconfían de las certezas, sus constataciones ya suscitan miedo.
Envisat, es el ‘Rolls Royce’ de los satélites ecologistas. Lanzado hace cinco años por la Agencia Espacial Europea (ESA), este monstruo de ocho toneladas y media es el más perfecto de su especie, gracias a diez instrumentos de observación, capaces de proporcionar 78 tipos de medidas diferentes.
Temperatura de los océanos, fauna y corrientes marinas, inundaciones, deforestación, relieve terrestre, humedad del suelo, poluciones diversas, mareas negras, el hoyo de ozono, fundición de glaciares, huracanes, terremotos, erupciones volcánicas: nada escapa a sus ojos de águila.
Periódicamente, los científicos que trabajan en las montañas de datos que suministra el satélite se reúnen para hacer un balance. Desde el lunes (23.04), permanecerán por cinco días en Montreux, en el marco idílico de la Ribera del cantón de Vaud.
El momento es grave
Nada idílico sin embargo, en las comunicaciones presentadas en la apertura de este simposio Envisat 2007. Encontramos allí más o menos todos los temas del reciente informe del GIEC, el Grupo de Expertos Intergubernamental sobre la Evolución del Clima, presentado en París a principios de febrero.
«Por primera vez en su historia, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debatió la semana pasada sobre el calentamiento climático», recuerda Volker Liebig, director de los programas de observación de la Tierra del ESA, con objeto de situar bien la importancia del asunto.
«Ya no se trata de saber si los glaciares funden sino a qué velocidad lo hacen», acota Eric Rignot, del ‘Jet Propulsion Laboratory’, la ‘fábrica de cohetes’de la NASA, artífice de diversos estudios sobre la retracción de los cascos polares, algunos de los cuales muestran que incluso el Antártico pierde sus glaciares. ¡Hasta 150.000 millones de toneladas por año!
«Simplemente aterrador»
En otros lugares, los mapas de la contaminación atmosférica dejan ver inmensas manchas de un rojo vivo. Son las concentraciones de dióxido de nitrógeno y de azufre sobre las regiones del ‘milagro chino’, cuyo crecimiento de dos cifras entusiasma tanto a los inversionistas.
Más inesperados, los récordes mundiales de monóxido de carbono retornan al África del oeste y a la Amazonia. Ahí, sin embargo, ninguna industrialización ni urbanización en el camino. Se contentan con quemar bosques…
Lo anterior, sin olvidar el desgarramiento de la capa de ozono, que alcanzó el año pasado su mayor extensión. «Los medios de comunicación ya no hablan de eso y entonces creemos que el problema ya no existe, pero es muy real y lo que Envisat nos muestra es simplemente horrible», exclama John Burrows de la Universidad de Brême.
«¿Mi exposición le dio miedo? Es normal, efectivamente hay buenas razones para tener miedo», confía este investigador británico exiliado en Alemania. John Burrows admite, por otra parte, que como ciudadano, iría de buena gana a sacudir un poco a los políticos.
De manera previa, durante los trabajos de la jornada, incluso la presentación de la Oficina Federal de la Topografía -gran consumidor de datos de satélite- había adquirido un pequeño matiz apocalíptico.
Para ilustrar su declaración, su director, Jean-Philippe Amstein, había escogido imágenes de huracanes, de deslizamientos de terreno, de avalanchas, de inundaciones, de retracción de los glaciares o de la roedura del bosque por las construcciones. Imágenes que hablan mejor que un prolongado discurso, sobre los males que sufre la Tierra y que Envisat observa sin tregua.
El planeta entero
Males de los que es evidente que el hombre es el primer responsable. «Tenemos cada vez más certezas sobre lo que vemos y sobre lo que eso significa», confirma Eric Rignot.
Aunque, como sus colegas, quiere afinar aún modelos teóricos a menudo sobrepasados por la realidad, el investigador admite que muchas cosas son hoy mucho más claras que hace solamente cuatro o cinco años.
Y lo deberían ser todavía más en un futuro próximo. El programa global de vigilancia del medio ambiente de la ESA prevé lanzar en los próximos años por lo menos siete satélites que trabajarán junto con el Envisat.
Mientras tanto, Eric Rignot sólo puede regocijarse de la conciencia que observa desde hace un año o dos, tanto en el nivel de opinión como de las políticas.
«El cambio climático ya no es algo que pertenezca a la academia, es algo que nos concierne a todos. No solamente a algunos países, sino al planeta entero», concluye este científico francés exiliado en Estados Unidos.
swissinfo, Marc-André Miserez
(Traducción, Marcela Águila Rubín)
Tras su encuentro en Salzburgo en 2004, los científicos que trabajan con los datos del satélite europeo Envisat se reúnen en Montreux del 23 al 27 de abril.
El simposio reúne a más de 1.000 participantes (un récord), venidos de más de 40 países.
Sus 54 sesiones serán la ocasión de discutir unos 800 informes, co-firmados por 2.040 autores.
Suiza forma parte de los países fundadores de la ESA. Contribuye a su presupuesto con unos 140 millones de francos por año.
Su participación en el programa Envisat asciende a 51 millones. 80 empresas e institutos suizos de investigación han trabajado o trabajan con él.
En Montreux, Daniel Fürst, director de la Oficina de Asuntos Espaciales, habló de la revisión en curso de la política espacial de Suiza, que podría desembocar en la creación de su propia agencia o el lanzamiento de su propio programa espacial, además de su participación en la ESA.
Admitió no obstante que aún falta voluntad política para lanzarse a esa aventura.
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