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Berlín rescata obras del ‘arte degenerado’

Otto Baum, ‘Muchacha de pie’ (1930); Karl Knappe, ‘Agar’ (1923); Marg Moll, ‘Bailarina’ (1930), luego de su limpieza y restauración el pasado mes de octubre. (smb.museum.de) smb.museum.de

Las autoridades de Berlín procuran localizar en todo el mundo a los propietarios de unas obras de arte decomisadas por los nazis y halladas este año por azar durante las excavaciones para la prolongación de una línea de metro en el centro de la ciudad.

Las obras formaban parte de lo que los nazis denominaban «arte degenerado», en cuya lista figuraban Paul Klee, Vassily Kandinsky, Franz Marc, Max Ernst, George Grosz, Edvard Munch, Emil Nolde y Max Pechstein, así como obras del dadaísmo, cubismo, expresionismo, fauvismo, impresionismo y surrealismo.

Se trata de 11 piezas, entre bronces y cerámicas, que presentaron el pasado 8 de noviembre en conferencia de prensa el presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, Hermann Parzinger, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, y el director del Museo de Prehistoria e Historia de la Antigüedad, Matthias Wemhoff, arqueólogo oficial de la capital alemana, entre otras autoridades.

Los arqueólogos dieron con las piezas cuando inspeccionaban el terreno de la antigua alcaldía medieval de Berlín, demolida en 1655, sobre cuyo predio, en la calle Königstrasse número 50 (hoy Rathausstrasse y frente al Ayuntamiento actual) se erigía a comienzos del siglo XX un edificio de apartamentos que se incendió y derrumbó, tras un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial.

Las esculturas fueron halladas en lo que era el sótano del inmueble, entre los escombros de las pisos derruidos. Las autoridades tratan de determinar quiénes eran los propietarios de estas piezas y cómo fueron a dar a ese lugar, porque las obras habían sido decomisadas por los nazis y deberían haber quedado en los depósitos del Ministerio de Propaganda, cuyo titular era Joseph Goebbels.

«La historia podría inspirar una novela policíaca», declaró a swissinfo.ch el jefe arqueólogo de Berlín, Matthias Wemhoff, quien analiza asimismo restos encontrados entre los escombros para determinar si pudieron eventualmente pertenecer a otras piezas de arte (lienzos u obras sobre papel) que se hubieran quemado en el incendio.

¿Dónde están los propietarios?

Los herederos del propietario o propietarios de estas obras pueden estar dispersos por varios países, entre ellos Suiza, Israel, Argentina, Estados Unidos, Brasil, Uruguay, adonde huyeron personas perseguidas por los nazis.

El alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, expresó su enorme satisfacción por el hallazgo y dijo que representaba un «postrer triunfo» contra el régimen nazi, al presentar las 11 piezas en conferencia de prensa en el ‘Neues Museum’ berlinés, donde quedarán expuestas de forma permanente. «Las piezas pertenecen ahora a la ciudad», afirmó Wowereit. Hasta que quede aclarada jurídicamente su propiedad, acotó por su parte el presidente de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, Hermann Parzinger.

En el edificio vivían varios vecinos de confesión judía que fueron deportados por los nazis a campos de concentración y de exterminio. Pero uno de los habitantes era el asesor fiscal y fideicomisario Erhard Oewerdieck, quien ayudó a varias personas buscadas por la Gestapo a salir al exterior o les dio protección en su casa, por lo que su nombre figura entre los «justos de los pueblos» mencionados en el monumento al Holocausto (Yad Vashem), en Jerusalén (Israel).

Se averigua ahora si estas obras pudieron haber estado en el apartamento de Oewerdieck, de quien se encontró entre los escombros una caja fuerte conteniendo documentos, pero ninguno relacionado con las piezas ni cómo pudieron llegar éstas al edificio. Mientras tanto, los arqueólogos encabezados por Wemhoff siguen excavando el área para ver si encuentran más objetos de arte de este período.

Obras halladas

Las esculturas halladas hasta ahora y que habían sido decomisadas por los nazis son (véase galería):

‘Bailarina’ (en latón, cerca de 1930) de Marg Moll (1884- 1977), alumna de Henri Matisse y Fernand Léger en París; ‘Embarazada’ (terracota, 1918), de Emy Roeder (1890-1971);

‘Rostro de la actriz Anni Mewes’ (bronce, 1917/1921), de Edwin Scharff (1887-1955), quien estudio escultura en Francia en 1912/1913;

‘Figura de pie con túnica’ (bronce, 1925), de Gustav Heinrich Wolff (1886-1934), quien vivió en Francia y fue detenido por los nazis en París;

‘Cabeza’ (terracota, vitrificado negro, 1925), parcialmente destruida, de Otto Freundlich (1878-1943), quien vivió en París, fue detenido allí por los nazis y deportado al campo de exterminio de Lublin-Maidanek, donde fue asesinado;

‘Busto de mujer’ (bronce, 1931), de Naum Slutzky, quien trabajó en la escuela Bauhaus en Weimar en 1919 y emigró a Londres huyendo de los nazis en 1933; ‘Muchacha de pie’ (bronce, 1930), de Otto Baum (1900-1977); y ‘Hagar’ (bronce, 1923), de Karl Knappe (1884-1970).

De algunas de las obras encontradas se desconoce incluso su autoría:

‘Figura de pie con túnica con racimo de uvas’ (bronce de 43 cm), que estilísticamente parece inspirada en el ‘art déco’ francés (1920/1930);

‘Torso masculino’, (hierro fundido, de 76,5 cm) al que le falta la cabeza y del que se presume pudo haber sido creado por un artista del sur de Alemania; y ‘Cabeza masculina’ (de mineral fundido).

El régimen de Adolf Hitler había adoptado el término «arte degenerado» («entartete Kunst») para describir virtualmente todo el arte moderno y proscribirlo en favor de lo que denominaba el «arte heroico» que ensalzaba las supuestas virtudes de «la pureza racial, incorrupta de los alemanes, arios o de raza superior».

El Tercer Reich realizó en 1937 una exposición en la Casa del Arte de Múnich exhibiendo obras de estas tendencias para ridiculizarlas y agitar a la opinión pública en contra del arte moderno.

En la muestra que fue exhibida después en otras ciudades de Alemania y Austria, figuraban las piezas halladas ahora. En total, los nazis decomisaron unas 15.000 obras de arte moderno.

El régimen de Hitler las vendía para obtener divisas, y si no lograba colocarlas entre los comerciantes de arte las depositaba en el Ministerio de Propaganda de Goebbels, o las destruía.

Muchas piezas fueron adquiridas por comerciantes de arte para impedir que se perdieran para siempre.

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