Desalojada la cuna del dadaísmo
Unos sesenta 'squatters' abandonaron sin problemas el 'Cabaret Voltaire' en Zúrich, donde nació el movimiento dadá.
Con el aspecto de una casa abandonada pero habitada por ‘squatters’, envuelto en ‘graffiti’, carteles y pancartas de protesta, el pequeño ‘Cabaret Voltaire’, en Zúrich, se está jugando su futuro.
Pacíficamente, en el plazo fijado, 60 ocupantes ilegales dejaron este martes (02.04.) el lugar para que comiencen los trabajos de renovación previstos por el propietario del edificio, en el número 1 de la Spiegelgasse, en el barrio Niederdorf, en pleno corazón de la metrópoli financiera suiza.
Cuna del dadaísmo
En 1916, como reacción contra la Primera Guerra Mundial, el poeta rumano Tristan Tzara (nacido como Samuel Rosenstock) y el poeta alemán Hugo Ball, fundaron el local que se convertiría en la cuna del movimiento dadá.
Como círculo cosmopolita de artistas provocadores, subversivos, escépticos y anarquistas que encontraron refugio en la ciudad suiza de las orillas del río Limmat, el dadaísmo anticipó corrientes estéticas modernas y enseñó a ver y a hacer arte de otro modo.
Poetas como el rumano Marcel Janco, el alemán Richard Huelsenbeck, el escultor, pintor y poeta alsaciano Hans Arp, y otros, rechazaban toda cultura establecida y se oponían al intelectualismo reinante en la época.
Extendido a Alemania, Francia, Holanda y Estados Unidos, el movimiento precedió al surrealismo y dejó huellas profundas en la cultura occidental del siglo XX.
Bares, clubes nocturnos y núcleos culturales alternativos se han sucedido en aquel famoso rincón de la austera metrópoli de los bancos suizos. Hace un año, una compañía de seguros compró el edificio con la intención de construir apartamentos para vivir y una farmacia en la planta baja donde funciona el célebre local.
La ocupación
Fue como un terremoto para el mundo de la creación cultural no tradicional. Desde febrero último, jóvenes artistas suizos y extranjeros de todos los pelambres ocuparon la casa para organizar conciertos, lecturas y exposiciones, que devolvieran el espíritu libertario al ‘Cabaret Voltaire’.
Durante el fin de semana pascual los ‘okupas’ neodadaístas que esperaban asistir a un ‘espectáculo’ de choque con la policía decidieron aceptar el plazo establecido hasta el dos de abril para abandonar el lugar.
«El propósito del local es recordar al mundo que, detrás de la guerra y el nacionalismo, hay personas con opiniones independientes», escribía en 1916 el poeta Hugo Ball, uno de los fundadores del Cabaret.
Zúrich decidirá
La movilización de la opinión pública y sobre todo la de los sectores artísticos de Zúrich parece no haber olvidado aquel objetivo. Los nuevos propietarios y las autoridades municipales dan también la impresión de haber escuchado los propósitos de los fundadores y las quejas de los herederos del dadaísmo.
Los pisos superiores de la casa se destinarán a la vivienda, pero los bajos podrían reservarse para actividades culturales.
La municipalidad de Zúrich deberá presentar un plan hasta fines de este mes de abril con detalles sobre la gestión, el financiamiento y los medios para que el ‘Cabaret Voltaire’ no pierda su vocación de centro de creación cultural.
Jaime Ortega
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