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Hace 20 años Zúrich vivía una revuelta juvenil.

El centro juvenil autónomo en la Rote Fabrik: su apertura fue el primer éxito de las protestas Keystone

Las protestas juveniles duraron 18 meses. Las violentas imágenes dieron la vuelta al mundo. Los jóvenes reivindicaban un centro autónomo y espacios para la cultura alternativa. El resultado fue un giro decisivo en la política cultural de la ciudad.

«¡El rock no es cultura!». Esta afirmación del entonces alcalde de Zúrich, Sigmund Widmer, sintetiza la incomprensión que reinaba a comienzos de los años ochenta entre las autoridades y los jóvenes en la metrópoli financiera suiza.

La juventud consideraba elitista una oferta cultural limitada a las instituciones oficiales y reivindicaba espacios alternativos.

La gota que colmó el vaso fue el otorgamiento de un crédito de 60 millones de francos para el saneamiento del Teatro Lírico Municipal, el «Opernhaus», símbolo por excelencia de la cultura «elitista y burguesa».

La noche del 30 de mayo de 1980, unos 200 jóvenes se congregaban delante de la ópera para protestar contra la costosa renovación y agredían con huevos y tomates al distinguido público que acudía a ver el espectáculo.

Estaban indignados porque el ejecutivo municipal había decidido ceder al «Opernhaus» las instalaciones de una fábrica desalojada durante el período que duraran los trabajos.

Fue una provocación para quienes habían luchado, sin éxito, por que la «Rote Fabrik» (fábrica roja) se convirtiera en un centro para el movimiento de artistas alternativos.

La protesta de aquella noche, a la que se sumarían mil jóvenes, desencadenaría una espiral de violencia. Diez heridos, un policía muerto de un paro cardíaco y daños materiales por valor de un millón de francos fue el balance de los enfrentamientos entre manifestantes y policías.

Las manifestaciones, que el propio movimiento juvenil ha dejado documentadas en el vídeo «Züri brännt» (Zúrich arde), se prolongarían durante los 18 meses sucesivos. La revuelta juvenil de Zúrich, motivada más por factores culturales que revolucionarios, se extendería a otras ciudades suizas.

La principal reivindicación de los manifestantes, un centro juvenil autónomo, se vería cumplida en abril de 1981. Después de un sinfín de conflictos, se reabría definitivamente el «Autonomes Jugendzentrum Zürich» (AJZ) en las instalaciones de la «Rote Fabrik».

En los años sucesivos se crearían otros espacios culturales alternativos como la «Kanzlei» o la «Gessnerallee».

En las últimas dos décadas, Zúrich se ha visto confrontada con otros problemas y reivindicaciones de los jóvenes: la represión de los toxicómanos y de los espacios abiertos de la droga, los programas de distribución controlada de heroína, las manifestaciones contra la especulación inmobiliaria y la escasez de viviendas a comienzos de los años noventa.

Hoy los espacios alternativos son muy populares y se han convertido en elementos imprescindibles de la cultura municipal. Zúrich atrae a los jóvenes de toda Europa cuando organiza eventos multitudinarios como la «street-parade».

El jazz, el rock y el pop ya son cultura y conviven con los estilos musicales más recientes. Y es que «hoy se vive y se deja vivir», explica el periodista zuriqués Christian Maurer.

Belén Couceiro

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