«La arquitectura es el espejo de la historia»
Los atentados del 11-S y el derrumbe de las Torres Gemelas cambiaron la manera de hacer arquitectura y "demostraron la fragilidad del hombre", sostiene el célebre arquitecto suizo Mario Botta.
«Pensábamos que hacíamos cosas eternas y, sin embargo, en pocos años o en pocas décadas veremos que queda muy poco de nuestra cultura». Entrevista.
Durante su reciente estancia en Buenos Aires, invitado por la Embajada suiza en el marco de la Semana de la Lengua Italiana, Mario Botta dictó varias conferencias. Pese a su apretada agenda, el célebre arquitecto tesinés aceptó una entrevista exclusiva con swissinfo para conversar sobre los nuevos desafíos de la arquitectura moderna.
Siempre sonriente, con un enorme sentido del humor y mientras garabateaba un dibujo para su entrevistadora, Mario Botta pensó refinadamente cada una de sus respuestas sin desviar la atención de lo que él considera la esencia de la buena arquitectura: la mirada sobre el contexto histórico y ambiental a la hora de pensar una obra.
swissinfo: ¿Qué problemas afrontan hoy los arquitectos en un mundo marcado por la globalización, la crisis financiera…?
Mario Botta: La globalización es un problema y también lo es la crisis tanto financiera como ideológica. Hoy en la arquitectura se trabaja igual en el Tesino (Suiza), en Italia, en China o en América…
Pero hay que reflexionar en torno a todos los problemas que se abren al trabajar con la arquitectura: cuáles son las prioridades, cuál es el problema de la ciudad, el problema de la arquitectura sostenible, el problema de la gran complejidad de la globalización, que ha hecho perder el sentido, y el significado del lugar que para mí es esencial.
Es decir, yo veo la arquitectura como una forma de resistencia a la globalización, como una estructura capaz de hablar de una identidad propia, de un territorio, de una historia, de una memoria…
swissinfo: ¿Cómo es eso?
Mario Botta: El problema que tiene actualmente el arquitecto es que es llamado a resolver los problemas en cualquier parte del mundo, porque se piensa que con la nueva tecnología se puede hacer cualquier cosa, colonizar el desierto y transformarlo en una ciudad.
En realidad nuestro tema hoy es otro, y es trabajar con la memoria. No es un problema técnico, ni de materiales, ni de cálculos. Es dar un significado al hombre en su hábitat, en su contexto. Y desde este punto de vista, la historia, la memoria, tiene todavía mucho que decir en las formas de expresión contemporáneas de la arquitectura.
swissinfo: ¿Qué es, en su opinión, una ‘buena arquitectura’?
Mario Botta: Yo creo que la buena arquitectura funciona en cualquier parte del mundo, porque su lenguaje es universal y lo importante es que pueda alegar a una identidad cultural que es única e irrepetible.
Por un lado, la arquitectura nos da la posibilidad de interactuar y resolver el problema en diferentes contextos, pero también es real que las situaciones pueden cambiar de un momento al otro, sea porque cambió la historia, los materiales, la luz…
swissinfo: ¿El 11-S y la caída de las Torres Gemelas de Nueva York, modificaron la forma de hacer arquitectura?
Mario Botta: Yo creo que sí. Pero no por el problema de la altura o de la fragilidad, sino por el problema de la cultura moderna, que nos dictaba pensar que eran eternas.
Lo que más me impresionó del 11-S fue ver derrumbarse las Torres como un fuego de artificio, como si no hubieran existido, como si apenas fueran una imagen y no una realidad construida. Desde ese punto de vista, las construcciones del pasado hubiesen sido más resistentes.
La caída de las Torres Gemelas demostró la fragilidad del hombre: pensábamos que hacíamos cosas eternas y, sin embargo, en pocos años o en pocas décadas veremos que queda muy poco de nuestra cultura.
Pero es un problema de fragilidad mental más que física.
swissinfo: Hablemos de Buenos Aires, una ciudad que se construyó y creció a partir de la inmigración europea. ¿Conserva todavía una entidad arquitectónica?
Mario Botta: Buenos Aires es la ciudad más europea que yo conozco fuera de Europa. Y en su dimensión enorme de metrópoli conserva todavía, a diferencia de otras grandes ciudades como Sao Paolo o Ciudad de México, su diseño, su urbanística, su idea, que es capaz de controlar a la ciudad misma.
Entre las ciudades latinoamericanas es la más europea en su significado histórico, en la forma, los principios; con un centro y una ciudad que se desarrolla a partir de éste y que, no obstante, todo ese desarrollo todavía es un ejemplo, un arquetipo de una ciudad europea.
swissinfo: ¿Aún viendo ‘la nueva Buenos Aires’, que surge en espacios como Puerto Madero, por ejemplo?
Mario Botta: Hoy todas las ciudades del mundo, desde ese punto de vista, tienen un lenguaje global. Se construye en Buenos Aires como se puede construir en Dubai o en otros lugares. El lenguaje, la técnica, los materiales que se utilizan vienen de la misma matriz.
El problema, sin embargo, es otro, y es esa estructura que tiene un carácter global, donde los clientes son sociedades anónimas y ya no se sabe quiénes son y que no existe un referente, entonces se pierde la posibilidad de reinterpretar el significado de ese lugar, de esa ciudad.
Entonces, si uno es capaz de encontrar el carácter originario de la ciudad, que puede ser el mar, la geografía o cualquier elemento típico del lugar, las grandes torres y los edificios monumentales pueden ser buenas obras. Pero si no lo hace, sólo son una operación comercial que responde a una clientela global.
Cuando Mies van der Rohe (uno de los grandes maestros de la arquitectura moderna) empleaba una vida para hacer una esquina, no se trataba de la esquina de un edificio, sino de la esquina de una ciudad.
Nosotros perdimos en estos últimos años esta idea de pensar edificios junto a la ciudad. Hacemos el edificio y no entendemos que lo que se construye no es la construcción en sí misma, sino la relación de lo que construimos con su entorno.
swissinfo: ¿El arquitecto es un artista?
Mario Botta: Yo me considero un arquitecto. El arquitecto no es ni un artista ni un técnico. Es alguien que tiene que dar una forma a la sociedad de su tiempo.
La arquitectura es el espejo de la historia. Nosotros no estamos llamados a interpretar de forma autobiográfica y personal como hace el artista; tenemos que interpretar un espíritu colectivo.
Entrevista swissinfo: Norma Domínguez, Buenos Aires
Mario Botta nació el 1 de abril de 1943 en Mendrisio, cantón Tesino.
Tras sus estudios primarios y secundarios en la Suiza de expresión italiana, se formó en el Liceo artístico de Milán y en el Instituto de Arquitectura de la Universidad de Venecia.
Tuvo el privilegio de conocer y trabajar con dos de los grandes maestros del siglo XX: Le Corbusier y Louis Kahn.
Sus primeros proyectos realizados en su tierra natal acapararon interés en el mundo entero en los años 70 y 80 (viviendas privadas, escuelas, bancos, bibliotecas, etc.)
Desde los años 90 ha firmado numerosas obras en Suiza y en diversos países del mundo. En esos años los medios hablaban de la ‘bottamanía’.
Entre sus obras más conocidas figuran: Museo de Arte Moderno de San Francisco; Sinagoga Cymbalysta y Centro Judío de Tel Aviv; Museo de Cerámica, Seúl; Centro Dürrenmatt, Neuchâtel (Suiza) y la remodelación del Teatro de La Scala de Milán.
Su primera visita fue en 1980, con motivo de una muestra sobre su obra arquitectónica organizada por el Centro de Arte y Comunicación (CAYC).
Volvió como invitado y participante de la Bienal Internacional de Arquitectura en varias ediciones, desde la primera en 1985 hasta la de 2005.
Buenos Aires, además, es la primera ciudad latinoamericana que contó con una creación de Botta: el edificio central de la ‘Banca Nazionale del Lavoro’, en la calle Florida.
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