Cómo informar sobre China desde fuera
Las autoridades chinas están expulsando a la prensa extranjera. Una mayoría se ha trasladado a Taiwán, lo que plantea la cuestión de cómo informar sobre un país cuando no se está en él. La mayoría de los medios de comunicación suizos, sin embargo, pueden seguir trabajando en China.
“Bienvenido a nuestro club”, me saluda en el café de Taipéi William Yang. Estoy aquí para asistir a un acto del Club de corresponsales extranjeros de Taiwán.
Yang, periodista taiwanés, es el presidente del club, que en los últimos dos años ha pasado de estar formado por algunos periodistas locales y del extranjero que informaban sobre Taiwán a convertirse en un centro internacional de medios de comunicación para periodistas que cubren toda Asia Oriental, incluida China.
“Hace unos años teníamos cinco o seis periodistas internacionales con acreditación, ahora hay diez veces más, como mínimo”, afirma. A los pocos minutos de nuestra reunión, llegan colegas del New York Times, The Economist, National Public Radio (NPR) y Los Angeles Times.
De Pekín a Taipéi
Desde 2019, muchos grandes medios de comunicación internacionales han tenido que trasladar su oficina en China de Pekín a Taipéi, considerada la siguiente mejor opción para informar sobre China sin estar sobre el terreno. Taiwán es una democracia de habla china. Cuatro de cada cinco personas de Taiwán —la isla tiene una población de 23 millones— hablan mandarín o “huayu” (mandarín taiwanés), como se denomina aquí.
2019 fue el año en que la COVID-19 llegó a China. También fue el año en que el Gobierno chino —dirigido por el presidente Xi Jinping— inició su más feroz represión de la libertad de expresión y de prensa.
Se silenció a quienes denuncian, así como se silenció cualquier voz disidente de la versión oficial del partido sobre el virus. La estrategia radical de China de cero COVID supuso el cierre de ciudades durante semanas; si no, meses. La gente que salía del país no estaba segura de poder volver a entrar y, si lo hacía, era a costa de estresantes cuarentenas e incertidumbre sobre cuándo podría regresar a casa.
Muchos periodistas tuvieron dificultades para renovar sus visados, lo que obligó a los medios de comunicación internacionales a replantearse su cobertura de China y la forma de gestionar con menos personal sus oficinas en Pekín. En algunos casos abandonaron el país por completo, decidiendo que el coste de informar desde China continental —mayor vigilancia de las corresponsalías extranjeras, acceso limitado a las fuentes y acoso a quienes les ayudan— no merecía la pena.
Un informe del Club de corresponsales del extranjero de China, publicado en 2021, describe un panorama desolador de la labor informativa en el país. Denominado “bloqueado o expulsado”, el informe enumera diversas tácticas utilizadas para intimidar a la prensa. Entre las que incluye el acoso online, las agresiones físicas, el ciberataque y la denegación de visados.
China ocupa uno de los últimos puestos en la clasificación mundial de la libertad de prensa 2022, publicada por Reporteros sin Fronteras: puesto 175 de 180. Mientras tanto, en la misma clasificación, Taiwán ha consolidado la primera posición como el lugar más libre desde el que informar en Asia Oriental.
Sin embargo, ¿qué comprensión puede tener Occidente de China cuando cada vez se marchan más periodistas? Al fin y al cabo, China es la segunda potencia económica mundial, tiene 1 400 millones de habitantes y en términos geopolíticos es cada vez más importante.
“Antes de decidir reestablecer nuestra oficina regional aquí en Taipéi consideramos muchos posibles lugares”, dice Sebastian Stryhn Kjeldtoft, corresponsal en Asia del diario danés Politiken. “Lo ideal sería volver a Pekín, pero la embajada china en Copenhague nos disuadió de hacerlo”, señala.
La reputación suiza ayuda
El Neue Zürcher Zeitung (NZZ) también ha decidido establecer en Taipéi su “corresponsalía geopolítica”. Para el periódico suizo es un nuevo puesto que pretende cubrir los acontecimientos estratégicos en la región del Índico-Pacífico.
“Hace diez años el NZZ, sin duda, habría ido a Pekín; hace cinco años Hong Kong habría sido nuestra primera opción, pero ahora hemos optado por Taipéi”, afirma Patrick Zoll, antiguo redactor jefe de Asia en Zúrich, que hace unos meses abrió la oficina del periódico en Taipéi. A diferencia de la mayoría de los medios anglosajones, los medios suizos siguen teniendo en China corresponsales que no son de China.
“Como representante de los medios de comunicación suizos, sigo gozando de una reputación relativamente alta. Puede que eso tenga algo que ver con la neutralidad de Suiza”, cuenta Matthias Kamp, corresponsal del NZZ, que trabaja desde China por tercera vez desde 1990. “Hoy la gente se pregunta si realmente no sería mejor trabajar desde otro lugar que no fuera Pekín. Aquí todo el mundo está nervioso y asustado. Ya no responden a mis peticiones de entrevistas”.
Aunque informar desde China tiene un precio —Kamp apunta que las autoridades leen y graban cada conversación, incluso la que mantuvo conmigo a través de Teams—, hay una puerta trasera para informar sobre China desde fuera del país. “The Wall Street Journal cubre ahora China con ocho personas desde Singapur. No estoy seguro de lo bien que funciona esto”, explica.
Historias cotidianas
Una “solución” para los medios de comunicación y corresponsales establecidos fuera de China es contar con gente local colaboradora (freelancers). Algunas oficinas también han mantenido en plantilla a una persona china como asistente. No pueden informar, pero ayudan, y tienen la presión constante de las autoridades, según Kamp. El propio Kamp está en permanente contacto con la embajada y el embajador suizos en Pekín. “Si me ocurriera algo, eso me ayudaría”, dice.
Sus colegas de la radio pública suiza, SRF, trasladaron su oficina de Pekín a Shanghái. Samuel Emch, corresponsal de la radio SRF en Asia Oriental, aprecia la relativa apertura de esta ciudad portuaria. “Shanghái tiene mejor calidad de vida que Pekín y también es un poco más ‘libre’ que la capital”, indica.
A pesar de todas las restricciones y limitaciones que los medios de comunicación extranjeros sufren en la China actual, Emch aprecia la proximidad a la sociedad china. “Realmente no me imagino informando sobre China desde fuera de China. Me faltaría el sentimiento de las historias cotidianas. Informar desde las provincias, por ejemplo, sería casi imposible”.
¿Despertar democrático?
Este invierno, Emch informó sobre una serie de protestas contra la política de cero COVID, la primera señal en años de abierta oposición. “Mucha gente vio la oleada de protestas para levantar la estricta política de cero COVID del Gobierno como una pequeña liberación. En la calle me topé con gente que de repente dejaba a un lado su miedo y quería hablar contigo”.
Tras las protestas —en noviembre y por sorpresa— China puso fin a su política de COVID cero. Desde entonces se han retomado los vuelos hacia China y desde China, y la cuarentena ya no es obligatoria. Todavía está por ver si esto significará un mayor acceso al país para corresponsales procedentes del extranjero.
Es posible que se aclare a partir del 5 de marzo, cuando en Pekín comience la Asamblea Nacional Popular. “Acabo de presentar mi acreditación a la Asamblea Nacional Popular y estamos esperando una respuesta”, dice Kamp. El otoño pasado, cuando se celebró el XX Congreso Nacional del Partido Comunista Chino, las autoridades no respondieron a su solicitud para cubrir el discurso inaugural de Xi Jinping.
Cuando pregunté al Ministerio de Asuntos Exteriores chino cuántas personas extranjeras siguen acreditadas en China como periodistas, me pidieron que enviara mis preguntas por fax. Sigo esperando una respuesta.
Adaptado del inglés por Lupe Calvo
En cumplimiento de los estándares JTI
Mostrar más: SWI swissinfo.ch, certificado por la JTI
Puede encontrar todos nuestros debates aquí y participar en las discusiones.
Si quiere iniciar una conversación sobre un tema planteado en este artículo o quiere informar de errores factuales, envíenos un correo electrónico a spanish@swissinfo.ch.