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Suiza sigue teniendo fama de paraíso fiscal a pesar de las reformas

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Martial Trezzini/Keystone

Los electores suizos decidirán en junio si el país avala un acuerdo para crear un impuesto mínimo corporativo global. Los partidarios del proyecto afirman que ayudaría a Suiza a liberarse de la sombría reputación que tiene de paraíso fiscal. Los críticos, en tanto, consideran que aún hay mucho trabajo por hacer.

Más de 40 años han pasado desde que el Informe GordonEnlace externo, solicitado por el Departamento de Justicia (DoJ), el Departamento del Tesoro (DoT) y el Servicio de Impuestos Internos (IRS) estadounidenses calificara a Suiza como “el prototipo del paraíso fiscal moderno”. Desde entonces, Suiza ha promulgado diversas reformas para eliminar los regímenes fiscales especiales, ha decidido intercambiar información tributaria automática con otros países y ha eliminado lagunas fiscales.

Pese a ello, Suiza aún es considerada -y señalada- como una de las principales naciones infractoras fiscales cuando se trata de permitir a las empresas multinacionales eludir un pago justo de impuestos. El Índice de Paraísos Fiscales Corporativos 2021Enlace externo, que evalúa qué tan permisivas son las leyes y políticas de un país en lo relativo a la comisión de abusos fiscales, colocó a Suiza en el quinto lugar, solo detrás de los Países Bajos y de circunscripciones famosas por sus impuestos bajos como las Islas Vírgenes Británicas, las Islas Caimán o las Bermudas.

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Suiza votará sobre el impuesto mínimo global

Este contenido fue publicado en El 18 de junio, Suiza decidirá sobre el impuesto mínimo global. Trata sobre la justicia fiscal y la distribución de los ingresos adicionales.

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Suiza ofrece algunos de los impuestos corporativos más bajos del mundo, especialmente en el cantón de Zug, sede de multinacionales de primer nivel como Glencore, en donde las empresas pagan una tasa legal de alrededor de 11%.

Pero esto podría cambiar si los votantes suizos aprueban en junio una enmienda constitucional para poner en marcha un nuevo impuesto mínimo corporativo del 15%, en línea con un acuerdo global encabezado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que tiene el respaldo de 130 países. Si los ciudadanos aprueban la enmienda, la nueva tasa impositiva entraría en vigor en 2024.

Tras una fase inicial de reticencia, los principales grupos empresariales se han manifestado a favor del acuerdo. Las multinacionales pagarán más impuestos, pero aceptan como argumento que la aprobación del impuesto es una oportunidad de transformar la “percepción” de paraíso fiscal que aún hay sobre Suiza.

“Suiza ha intentado durante años demostrar a la comunidad internacional que sí pone reglas, que es transparente y que forma parte del nuevo orden tributario”, afirmó Karine Uzan Mercié, directora de impuestos globales del gigante de la construcción Holcim, durante un evento organizado en marzo por los grupos empresariales de cabildeo SwissHoldings y economiesuisse.

“No adoptar el impuesto mínimo corporativo sería un retroceso, ya que enviaría un mensaje extraño y contradictorio a la comunidad internacional”, añadió.

Muy pequeño para ser considerado un cambio real

No existe una definición acordada internacionalmente para el concepto de paraíso fiscal, pero las tasas impositivas bajas, o nulas, se consideran una característica clave. Algunas definiciones mencionan además la secrecía financiera y toda ley o política que permita a las empresas globales trasladar sus ganancias a regiones donde las tasas impositivas son más bajas, ya que esto reduce su carga fiscal, pero despoja a otros países -frecuentemente en desarrollo- de ingresos fiscales legítimos.

El acuerdo global del 2021 intenta, ante todo, frenar la caída en los impuestos corporativos, que se redujeron de un promedio global del 45% al 25% en 40 años, provocando que miles de millones se trasladen a los países que menos impuestos cobran.


Definición de paraíso fiscal

No existe consenso global sobre lo que es un paraíso fiscal. Uno de los primeros trabajos académicos sobre el tema describe a los paraísos fiscalesEnlace externo como jurisdicciones de baja tributación que ofrecen a las empresas y particulares la oportunidad de eludir impuestos. Sin embargo, hay definiciones más recientes que adoptan un punto de vista más amplio, que considera también la secrecía financiera y la transparencia. La Red por la Justicia Fiscal define a los paraísos fiscales como países o jurisdicciones que “permiten que las empresas multinacionales y los particulares incumplan con el Estado de Derecho de los países en donde operan y viven, pagando así menos impuestos de los que deberían en esos países”.

Otros se centran en las jurisdicciones con verdadera actividad empresarial. En 1998, la OCDE definió cuatro factores para identificar un paraíso fiscal: ausencia de actividades empresariales sustanciales en un país, una tasa impositiva baja,  intercambio de información deficiente y falta de transparencia. La Tax Foundation utiliza los términos “paraíso fiscal” y “centro financiero extraterritorial” como sinónimos para referirse a jurisdicciones fiscales pequeñas y bien gobernadas que carecen de una actividad económica nacional sustancial y ofrecen impuestos bajos, o inexistentes, a los inversores extranjeros.

Un impuesto corporativo del 15% obligaría a la mayoría de los cantones suizos -que actualmente deciden con autonomía sus tasas- a cobrar impuestos más elevados a las grandes multinacionales. También se volverían obsoletos algunos regímenes preferenciales como el llamado “patent box”, que permite un pago de impuestos muy bajo sobre los ingresos por activos intangibles, como las patentes, un régimen de excepción que beneficia a muchas industrias, pero especialmente a la farmacéutica.

Estas reformas tendrían que ayudar a Suiza a mejorar su posición en la clasificación de paraísos fiscales corporativos, sin embargo, los defensores de la justicia fiscal aún identifican más problemas. Mark Bou Mansour, director de comunicación de la Red de Justicia Fiscal, asegura que un impuesto corporativo mínimo del 15%, responde a las expectativas de la OCDE, pero solo aplicaría a las empresas que facturan más de 750 millones de euros anuales (750 millones de francos suizos).

Esto significa que solo 200 empresas con sede Suiza  y algunos miles de filiales de firmas extranjeras caerían en este supuesto. Pero 99% de las empresas que operan en Suiza no se verían afectadas por las reformas. “Suiza debió imponer una tasa mínima legal del 15% a nivel federal”, dice Mansour.

Dominik Gross, director de política fiscal de la oenegé suiza Alliance Sud, considera que un 15% es muy poco. Una coalición de grupos de la sociedad civil, que incluye a Alliance Sud y a activistas de Estados Unidos ha solicitado un impuesto mínimo corporativo global del 25% porque considera que realmente quitaría a las empresas el incentivo de trasladar sus beneficios a países con impuestos bajos.

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“No habrá un incentivo para cambiar de localización geográfica la producción con una tasa corporativa del 15%. Mientras exista una diferencia significativa en el monto de impuestos que se pagan, o en la tasa que deben tributar los corporativos en distintos lugares, seguirá el traslado de ganancias”, dijo Gross.

La guía de implementaciónEnlace externo publicada en febrero por la OCDE, conocida como reglas GloBE, conservó algunos regímenes especiales suizos que benefician a las sociedades de cartera (holdings), como la desgravación fiscal sobre ganancias divididas y de capital. Algunos otros sectores industriales, como el comercio de materias primas o el transporte de bienes, también gozarán de cierto indulto fiscal, especialmente si Suiza sigue adelante con sus planes de aplicar un impuesto que grave al tonelaje, esto es, que cobraría impuestos a las empresas en función de su capacidad de carga y no de sus ganancias.

En opinión de Mansur, de la Red de Justicia Fiscal, también existe margen de maniobra para avanzar en la transparencia. Suiza ha firmado tratados con unos 90 países para el intercambio automático de información fiscal, pero aún conserva una fuerte secrecía en el sector financiero y en lo relativo a los beneficiarios efectivos (personas que ejercen el control último sobre una empresa). Además, no exige a los corporativos hacer públicos sus reportes fiscales país por país. Decisiones que complican la tarea de identificar la evasión.

Nuevas prebendas fiscales

Las voces críticas también reprueban las disposiciones de GloBE diseñadas para tranquilizar a países célebres por su baja carga tributaria -como Suiza, Irlanda o los Países Bajos-, que argumentan que aplicar impuestos más elevados les harían perder atractivo ante las multinacionales.

Las reglas de GloBE incluyen, por ejemplo, una excepción que permite a las empresas deducir de su base de tributación una parte de los ingresos procedentes de activos y gastos salariales. Esto reduce la carga fiscal siempre que los corporativos tengan actividad empresarial real en su territorio.

Además, para cumplir con la tasa efectiva del 15%, la OCDE acepta la aplicación de un impuesto adicional, que el gobierno suizo denomina “impuesto suplementario”, que grava exclusivamente el exceso de beneficios cuando la tasa impositiva es inferior a la mínima obligatoria. Dicho con simplicidad, si una empresa ha pagado un impuesto del 11% en Zug, solo tendría que pagar un suplemento del 4% sobre sus ganancias.

Pero no hay ninguna restricción para el uso de los ingresos procedentes del cobro de los impuestos complementarios. Por ello, algunos cantones han expresado ya su intención de destinar este dinero a subsidiar a las empresas multinacionales para compensar cualquier pérdida de atractivo que pudiera derivarse del incremento en el impuesto corporativo.

Estos subsidios potenciales son una de las razones que condujo a los grupos de presión del sector económico a apoyar la reforma fiscal. Pero los defensores de una mayor justicia fiscal denuncian que esto anularía el objetivo del impuesto mínimo corporativo, que es igualar las reglas del juego para todas las empresas.

“El impuesto mínimo corporativo se convertiría en un programa de recompensas ofrecido en los paraísos fiscales”, escribió recientemente Gross de Alliance Sud en un blogEnlace externo en el que sugiere que estos fondos se destinen a proyectos sociales. “El mayor problema de esta reforma es que los países como Suiza, que han impulsado una carrera (impositiva) a la baja ofreciendo grandes incentivos para trasladar los beneficios, son también los que obtendrían todos los ingresos adicionales del impuesto mínimo.”

Otras jurisdicciones de baja tributación, como las Bermudas, han barajado la ideaEnlace externo de usar los ingresos fiscales para impulsar la competitividad del país, por ejemplo, mediante la reducción de los impuestos sobre las nóminas o los derechos de aduana.

¿Otro tipo de paraíso?

Si Suiza aún debe ser considerada como paraíso fiscal dependerá de la percepción de cada observador. Los expertos afirman que con este acuerdo Suiza se mantendrá como un país de bajos impuestos, pero a diferencia de algunas décadas atrás, cada vez se rige más por normas internacionales, algunas de ellas estrechamente relacionadas con procesos lanzados por la OCDE.

Estas reglas conducen a Suiza hacia una política fiscal que favorece la actividad comercial real en su territorio, en vez de la actividad de empresas ficticias que solo buscan una tasa impositiva baja y pocas preguntas de las autoridades.

Esto es un progreso, dice Kurt Schmidheiny, experto en competencia fiscal de la Universidad de Basilea.  El acuerdo reduce “el atractivo de Suiza para los capitales y las ganancias extranjeras que circulan libremente y, en consecuencia, amortigua también la erosión de la base de contribuyentes de los países con impuestos elevados”.

Los principales pagadores de impuestos en Suiza son empresas multinacionales que ya tienen sólidas áreas de investigación y desarrollo, administración y producción, como Nestlé, Novartis, Holcim y Roche.

“La competencia fiscal no es algo malo. El impuesto mínimo corporativo global no la detiene, sólo la frena parcialmente”, dice Daniel Bunn, CEO y presidente de Tax Foundation, un grupo de expertos con sede en Estados Unidos. Pero la gente “que espera una tasa más alta y menos concesiones para competir por la inversión (empresarial) seguirá decepcionada con las reformas suizas”.

Edición del artículo en inglés, Virginie Mangin, traducción al español, Andrea Ornelas

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