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Una vida consagrada a los chimpancés

Chimpancés y monitor cuzando una carretera
Chimpancés cruzan una calle de Bulindi, Uganda, junto con el monitor de chimpancés Tom Sabiiti. Enero del 2020. Daniel Hänni

El suizo Daniel Hänni ha pasado la mayor parte de su vida adulta trabajando con chimpancés. Ha dedicado los últimos 15 años a repoblar los bosques de Uganda como parte de sus esfuerzos para proteger a estos mamíferos.

Daniel Hänni, oriundo del cantón de Turgovia, ubicado en el norte de Suiza, se siente fascinado por los primates desde que era un niño y garabateaba los nombres de las diferentes especies de titíes en su estuche para lápices. Entonces pasaba horas observando a los chimpancés en los zoológicos y leyendo artículos sobre la famosa primatóloga británica Jane Goodall. Cuando se le preguntó por qué estaba tan obsesionado con los primates, su respuesta fue: «Creo que es porque son tan parecidos a los humanos».

Hoy, Hänni dirige el Instituto Jane Goodall de SuizaEnlace externo, fundado en 2004. Su objetivo es promover la protección de los grandes simios y su hábitat. Organiza viajes turísticos a Uganda para conocer a los chimpancés en su espacio natural y los fondos que recauda se destinan a conservar este hábitat.

Una carrera accidentada

Convertirse en antropólogo profesional no fue fácil para Hänni. Este suizo de complexión robusta, que hoy transita la cincuentena, fue campeón nacional de atletismo en el pasado. En 1992, su equipo de Winterthur ganó el campeonato suizo de relevos olímpicos y él consiguió la medalla de oro individual en la categoría de los 400 metros para el cantón de Zúrich. En aquel tiempo entrenaba arduamente para la pista y realizaba una formación como dibujante que le permitió obtener un empleo en el sector de bienes raíces. Sin embargo, a los 26 años Hänni decidió lanzarse a vivir su pasión al máximo. Renunció a su empleo y regresó a las aulas a estudiar antropología.

Esto le permitió obtener la cualificación necesaria para establecer la sucursal suiza del instituto Jane Goodall. Durante su proceso de postulación tuvo la oportunidad de conocer, finalmente, a la renombrada primatóloga británica.

Almas gemelas

“Ella me dijo que estaba impresionada con mi CV y que se esperaba conocer a un hombre mucho mayor”, recuerda Hänni. “(Jane) es un alma gemela». Establecieron una duradera amistad que se hace manifiesta en las muchas fotografías que nos muestra de ellos juntos.

Fue Goodall quien lo inspiró a dedicarse al trabajo de conservación que catapultó a Hänni al siguiente capítulo de su trayectoria profesional: las selvas de Uganda.

Daniel Hänni y Jane Goodall.
Buenos amigos: Jane Goodall y Daniel Hänni. Daniel Hänni

En 2006, Hänni asistió a una conferencia de antropología en Uganda dedicada a identificar los problemas enfrentados por los chimpancés en el Valle del Rift Albertino, un valle de 1 200 km de longitud ubicado en el África central que es un territorio privilegiado para los primates. Un censo de chimpancés realizado entre 1999 y 2001 había revelado que las poblaciones de chimpancés decrecían debido a la erosión de su hábitat por la deforestación.

Cuando el Instituto Jane Goodall (JGI en inglés) de Uganda realizó un plan para conectar a las comunidades de simios dispersos por la reforestación, Hänni se ofreció como voluntario para realizar un nuevo censo de simios que sería la base de los futuros trabajos de conservación. Asistió a un curso en la Universidad de St. Andrews para aprender cómo se realiza un censo científico adecuado y encabezó posteriormente el proyecto del JGI ugandés.

Pantanos, posho y frijoles

Todas las ideas románticas que tenía Hänni sobre el trabajo con chimpancés se esfumaron a gran velocidad. Fueron 18 meses desafiantes. Hänni y su equipo, conformado por investigadores internacionales y asistentes locales, recorrieron los bosques, no en busca de chimpancés, que escasean, sino de los nidos que construyen cada día para dormir en los árboles. La cantidad de nidos que dejan a su paso arroja información sobre la densidad de las colonias.

“Caminábamos entre 7 y 21 kilómetros diarios. A veces, los bosques estaban inundados, así que me quitaba las botas para mantenerlas secas y vadeaba descalzo, pero debíamos tener cuidado con las espinas en los arroyos», recuerda Hänni.

Daniel Hänni junto a ojo de agua.
Realizar un censo de chimpancés puede ser agotador. Daniel Hänni

“Cuando realizábamos transectos -método de rastreo de primates- en lo más profundo del bosque, instalábamos nuestras tiendas de campaña allí. Siempre manteníamos a dos personas en el campamento para protegerlo de animales salvajes, cazadores ilegales o leñadores. A menudo terminábamos cubiertos de hormigas y debíamos mantener una dieta a base de posho de maíz y frijoles durante días y más días».

Pero los resultados de la investigación fueron aleccionadores: el número de chimpancés había disminuido desde el último censo. Así que Hänni se dispuso a trabajar con la población local para proteger su hábitat.

La información recopilada por el equipo de Hänni y un censo realizado posteriormente, concluido en 2017, mostraron una disminución continua de las poblaciones de chimpancés en Uganda. En el bosque occidental de Wambabya, las poblaciones cayeron 22,5% entre 2000 y 2008, y 31% entre 2008 y 2017. El bosque central de Bugoma mostró un panorama similar (con retrocesos de 34,5% y 28%, respectivamente). Una disminución que se debe a la deforestación y al crecimiento urbano.

Un chimpancé en su nido, en un árbol.
Un chimpancé en su nido, en Uganda Matt McLennan

Conocimiento local

Inició entonces la historia de amor entre Hänni, Uganda y su gente. “Quería llegar a conocerlos, averiguar qué los motivaba”, dice. Pero se dio cuenta de que el trabajo de conservación sería imposible sin la cooperación local. Conoció a Carmen, una mujer ugandesa que hoy es su esposa y la madre de sus dos hijos. Vivían en Kigaaga, cerca del bosque, compartiendo casa con un profesor y con los asistentes de investigación.

“Si no hubiera vivido con la gente y conocido su cultura, me imagino que habría cometido muchos, muchos errores”, dice.

Hänni era el único residente blanco del distrito. “Cuando caminaba con mis asistentes en el pueblo y veía a una persona blanca, me preguntaba qué estaba haciendo allí, olvidándome de que yo también era blanco”. Permanecieron en Uganda durante dos años, durante los cuales Hänni se desplazaba cotidianamente entre su casa y el bosque.

Personas plantando árboles.
Periodo de siembra de árboles en un vivero del proyecto ugandés BCCP. Abril del 2020. Daniel Hänni

El enfoque de Hänni se centró en revertir los efectos de la deforestación plantando millones de árboles, pero pronto descubrió que miles de ellos eran robados en la medida en la que avanzaba el proyecto.

“Plantamos un gran vivero y nos dimos cuenta de que miles de árboles eran robados durante la noche y revendidos en otros lugares, así que establecimos viveros más pequeños en las tierras de los agricultores”, dice. “Ahora, miles de agricultores están involucrados y reciben árboles nuevos cada año.”

Algunos de estos árboles se plantan expresamente para que su madera sea utilizada después como material de construcción, esto evita que la gente tale árboles en donde viven los chimpancés.

Había otras razones para la deforestación. “En un bosque notamos que los árboles solamente eran talados cuando los padres tenían que cubrir cuotas escolares”, dice Hänni. “Identificamos a esas familias y pagamos las cuotas en su nombre. A cambio, ellos debían plantar árboles. Así hemos ido salvando el bosque».

El JGI de Suiza ha contribuido a financiar la plantación de más de 5 millones de árboles en un corredor entre Budongo y el bosque de Bugoma. En 2009, el instituto financió la creación de un centro educativo para niños en Kigaaga. El centro trabaja con 10 escuelas con más de 4 000 niños en total y explica los proyectos de conservación.

Turismo de conservación

Una forma de asegurar la sostenibilidad financiera del proyecto de Hänni ha sido el lanzamiento de propuestas turísticas que generan ingresos para conservar el bosque. Un emprendimiento que no ha estado exento de críticas.

“A menudo recibo correos electrónicos de personas que dicen que sería mejor dejar a los animales solos», dice Hänni, «sería genial que los bosques fueran espacios protegidos, pero si no llevamos turistas a este sitio, la población local no puede protegerlos. No tiene el dinero necesario. Tampoco el gobierno».

En diciembre del 2021, Hänni regresó a Suiza y ahora vive con su familia en Homburg, un pequeño pueblo ubicado en el cantón de Turgovia. El exdibujante diseñó y construyó una parte de su casa con madera y barro. Y no ha abandonado por completo su vida en Uganda, cuatro veces al año encabeza safaris en los que participan pequeños grupos de viajeros suizos.

Hasta la fecha, Hänni ha llevado a Uganda a más de 250 turistas en grupos pequeños y alrededor del 80% de ellos ha contribuido a proyectos que promueven la vida silvestre y el bienestar de los chimpancés. Hänni también tiene su propio negocio, Africa Wild AdventuresEnlace externo, que organiza viajes para rastrear chimpancés y gorilas. Sigue comprometido con el valle del Rift Albertino y cree con optimismo que los proyectos que realiza en el corredor en el que trabaja llegarán a buen puerto.

“Debemos trabajar con las comunidades y mostrarles que los humanos y los chimpancés pueden vivir juntos”, dice. “Si la gente ve que su sustento está mejorando gracias a los chimpancés, existe una buena probabilidad de que los chimpancés sigan allí dentro de 20 años.”

El Ministerio de Turismo ugandés afirma que los visitantes aportan unos 1 290 millones de francos suizos (1 400 millones de dólares) al año. Joshua Rukundo, director ejecutivo del Chimpanzee Sanctuary and Wildlife Conservation Trust de Entebbe (Uganda), señala que «gran parte de estos ingresos se han destinado al desarrollo del parque nacional y a la protección de la fauna y el parque».

¿El Jane Goodal suizo?

A pesar de los más de 15 años dedicados a la conservación de chimpancés y de su hábitat, Hänni rechaza el sobrenombre de ‘el Jane Goodall suizo’.

“Simplemente tuve el sueño de niño de vivir en la jungla, trepar a los árboles y proteger a los animales y el bosque”, concluye.

Traducido del inglés por Andrea Ornelas

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