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Café ‘justo’, un negocio cada vez más rentable

Suiza, un mercado intresante para el café colombiano. Café de Colombia

En 2008, Nestlé comprará la totalidad de la producción de café sostenible '4C' de la Federación de Cafeteros de Colombia, garantía de precio justo para los productores.

Sin embargo, su acción no es desinteresada. Este mercado crece cinco veces más rápido que el del café tradicional.

Por volumen, el café es el segundo producto más comerciado del mundo después del petróleo.

Un negocio cuya cadena productiva involucra a 22 millones de individuos que abastecen la demanda de un mercado internacional que cada año consume más de 400.000 millones de tazas de café. Y Colombia es uno de los principales jugadores del sector.

Visto desde la perspectiva de las cifras, este año, Colombia exportará 12 millones de sacos de café (60 kilogramos cada uno).

El 40% de la producción, por cierto, será destinada a Europa, lo que equivale a unos 4,8 millones de sacos. Y Suiza comprará directamente sólo 1.250 sacos colombianos, según estimaciones de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNCC).

Lo anterior implica un gran potencial de crecimiento dentro del mercado helvético para el producto sudamericano.

Especialmente para la modalidad de café orgánico ‘sostenible’, que forma parte de una nueva generación de productos cada vez más en boga entre los consumidores y cuya rentabilidad es ascendente.

Café colombiano «4C»

El grupo suizo Nestlé anunció hace unos días (29.05) que este año adquirirá el 100% de la cosecha de café ‘4C’ que produzca la Federación de Cafeteros de Colombia.

La Asociación ‘4C’ es un grupo multidisciplinario y privado que integra a los productores de café (a pequeña y gran escala), pero también a miembros de la industria cafetalera, comerciantes, sindicatos y organizaciones no gubernamentales.

En equipo han creado un código de conducta (Código Común para la Comunidad Cafetera) o compromiso que garantiza un precio justo para los pequeños productores, pero también perspectivas de un futuro más estable en los ámbitos social, económico y ambiental.

Una apuesta que hace sentido en un mercado como el colombiano en donde la mitad de los productores tienen menos de 10 hectáreas de cultivo, lo que complica su capacidad de negociación de precios y condiciones en los contratos.

Con este acuerdo, Nestlé se comprometió simultáneamente a respetar la libertad sindical y la libre asociación, un tema que le ha generado grandes dolores de cabeza en Colombia durante los últimos años.

Asimismo, aceptó ceñirse a reglas como no contratar empleados menores de edad en los cultivos y sujetarse a reglas de protección de la biodiversidad, a la utilización mínima de agroquímicos y fertilizantes, a la protección del agua, el ahorro energético y al manejo de desechos.

¿Café realmente ‘justo’?

El mercado de los productos sostenibles es relativamente nuevo.
En materia de café, el Banco Mundial se adhirió en 2001 a una campaña internacional que llamó a establecer criterios estrictos para acceder a la etiqueta de café de ‘comercio justo’.

De acuerdo con el organismo internacional basado en Washington, «unos 25 millones de agricultores en el mundo dependen del cultivo del café y se ven afectados con los vaivenes del precio internacional del mismo; el comercio sostenible abre para ellos vías hacia una necesaria estabilidad».

ONG como Fair Trade, Oxfam o Rainforest Alliance comparten su visión y han entablado intensos procesos de difusión para concienciar a los consumidores sobre la importancia de privilegiar el consumo los cafés sustentables.

Los ingresos que reciben los productores les permiten una mejor calidad de vida, pero ayudan también a garantizar que sus hijos estudien, en lugar de trabajar, y que reciban servicios médicos cuando lo requieran.

Una mina de oro

El compromiso de Nestlé con Colombia –vía la Asociación 4C- no es una obra desinteresada. Además del grupo suizo, se han suscrito otros gigantes de la alimentación, como Sara Lee, Kraft o Tchibo.

El velo de ‘justicia’ que reviste este tipo de productos es un poderoso anzuelo que atrae a los consumidores de los países con mayor poder adquisitivo, Suiza entre ellos.

De acuerdo con el Banco Mundial, el consumo de café sustentable representa menos del 1% del consumo total de este producto en Alemania, Francia, Suiza, Gran Bretaña, España, Austria, Italia, Portugal y Holanda. Sin embargo, las ventas crecen 5 veces más rápido que las del café convencional.

Por su parte, la ‘Finance Alliance for Sustainable Trade’ asegura que en 2007 se vendieron unas 80.200 toneladas de café de comercio justo, lo que equivale a un mercado de unos 200 millones de francos suizos.

Sin embargo, las exportaciones crecen a una tasa anual del 40%, es decir, muy por encima del café de siempre. Y el mercado del café sustentable apócrifo –que se promociona como tal, sin contar con las certificaciones correspondientes- bien podría ascender ya a 550 millones de francos suizos.

De ahí el interés de Nestlé y otros grupos por legitimar las reglas del juego en un mercado que convertirá a un producto ‘de toda la vida’ en una nueva mina de oro.

swissinfo, Andrea Ornelas

Nestlé inició operaciones en Colombia a través de la fábrica de Bugalagrande en 1947.

El Café de Colombia es indicación geográfica protegida; su producción se centra en Antioquia, Valle del Cauca y Caldas.

4 de cada 10 campesinos colombianos se dedican al café y 75% de la producción nacional se exporta.

El mercado internacional del café cayó en una profunda crisis durante los años 90 después de que EEUU (primer consumidor mundial) y Canadá abandonaron la Organización Internacional del Café (OIC), que acordaba con antelación cuotas y precios de venta.

Suiza fue sede en 2003, en el Palais de Nations de Ginebra, del primer encuentro formal entre los miembros de la Iniciativa de la Agricultura Sostenible, de la que forman parte Nestlé, Procter & Gamble y Unilever, entre otros, para debatir las reglas (financiamiento, subsidios) del naciente mercado del café sostenible.

La vida de Nestlé en Colombia ha estado marcada por una relación laboral que no siempre ha sido fácil.

En 1974, se registró una huelga de hambre por parte de trabajadores de Bugalagrande para denunciar la falta de respeto a los derechos humanos.

En 1979, se realizó otra huelga de hambre –nuevamente en Bugalagrande- para evitar que los trabajadores laboraran los domingos y días festivos.

En 1982, se creó el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria de los Alimentos (Sinal Trainal), una asociación cuestionada por Nestlé.

En 2007, un total de 11 ejecutivos de Nestlé en Colombia fueron sometidos a juicio -Jueces Penales del Circuito de Valledupar- por despido irregular de 180 trabajadores en septiembre de 2003.

Se les acusó de encerrar a trabajadores contra su voluntad en hoteles de Valledupar para presionarlos a renunciar de forma ‘voluntaria’.

Nestlé ha defendido siempre que respeta toda legislación vigente en los países en los que opera.

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