Max Havelaar ganó el corazón de los suizos
El comercio justo marcha particularmente bien en Suiza. Lo prueba la fabulosa historia de Max Havelaar.
A diez años de su creación, la filial suiza de la Fundación encabeza las ventas de productos con el sello ético.
Nacida en Holanda en 1989, la etiqueta ofrece a los consumidores la garantía de que la mercadería es producida en condiciones de trabajo correctas y, si es posible, respetando la integridad del medio ambiente.
El sello Havelaar está presente en Suiza desde hace diez años. Seis organizaciones no gubernamentales de cooperación al desarrollo crearon en 1992 la Fundación Max Havelaar.
Las claves del éxito
En el 2001, los consumidores suizos gastaron una media de 6,75 euros por persona en productos con etiqueta Havelaar. Dos veces más que en Holanda, país de origen de la fundación.
La filial suiza Havelaar ha registrado en el presente año un crecimiento de 35%. Ha logrado, sobre todo, su objetivo de autofinanciamiento. Raro y ejemplar…
“Podemos hablar de escuela”, señala con satisfacción Paola Ghilliani, directora de Max Havelaar. “Debemos decir que Suiza tiene una larga tradición de solidaridad”, precisa.
Pero la caridad no explica por sí sola el éxito del comercio equitativo.
Un pacto con los grandes espacios
“Si Max Havelaar se afirma aquí es porque los grandes espacios como Migros y Coop (cadenas de supermercados al detalle) distribuyen nuestros productos”, reconoce Paola Ghillani.
El secreto del éxito está en hacer obra humanitaria sin olvidar el negocio.
A diferencia de Suiza, el mercado se estanca en Holanda y en Alemania.
“Sin duda porque han gestionado Max Havelaar como una organización caritativa y no como una empresa”, sostiene la directora de la Fundación.
El comercio en esos dos países no ha sido extendido ciertamente a los grandes espacios. Se ha limitado a distribuidores marginales, especializados en el comercio equitativo.
El precio
En fin, la clave final del éxito, según Simonetta Sommaruga, presidenta de la Fundación para la protección al consumidor, los productos Max Havelaar no son más caros que los otros.
El precio de las bananas, por ejemplo, es prácticamente idéntico, con una diferencia de unos 10 céntimos.
swissinfo
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