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‘Rubik’, un quebradero de cabeza tras otro

La ministra suiza de Finanzas, Eveline Widmer-Schlumpf, y su homólogo alemán, Wolfgang Schäuble, firmaron el acuerdo el 21 de septiembre de 2011. Keystone

Los acuerdos fiscales que el Gobierno helvético ha suscrito con Gran Bretaña y Alemania penden de un hilo. Y aunque en Suiza se multiplican las críticas, ello no significa que la propuesta ‘Rubik’ esté enterrada.

En los acuerdos Berna se compromete a entregar a Londres y Berlín las recaudaciones del nuevo impuesto liberatorio, a cambio de que estos gobiernos renuncien a la transferencia automática de datos para identificar a evasores tributarios.

Con los dos acuerdos firmados en septiembre y octubre con Alemania y Gran Bretaña, respectivamente, el Gobierno suizo parecía haber encontrado la fórmula para preservar lo que queda del secreto bancario y a la vez satisfacer las exigencias de las autoridades fiscales de Londres y Berlín.

El viento sopla en contra

Desde hace algunas semanas, sin embargo, los denominados acuerdos Rubik son objeto de crítica.

En Alemania, el Partido Socialdemócrata (SPD), los Verdes y algunos länder se oponen. Bruselas debate la validez de los acuerdos, mientras que Francia ha afirmado que no quiere saber nada del tema. La única respuesta positiva llega de Italia, cuyo primer ministro, Mario Monti, considera “una hipótesis en estudio” negociar un acuerdo similar con Suiza.

En un intento de evitar que Bruselas y el Bundesrat, la cámara alta del Parlamento alemán, rechacen los acuerdos, el ministro germano de Finanzas ha anunciado que examinará, de aquí a fines de marzo, eventuales enmiendas puntuales. Pero Wolfgang Schäuble ya ha descartado una renegociación del conjunto de los convenios. Y también su homóloga suiza, Eveline Widmer-Schlumpf, está dispuesta a “pulir algunas cuestiones técnicas”, pero no el núcleo del documento.

En Suiza no hay una seguridad absoluta de que el Parlamento avale sin más los dos acuerdos. La Unión Democrática del Centro (UDC, derecha conservadora) sostiene que la propuesta Rubik acarrea más efectos negativos que positivos. La izquierda, en cambio, no ve con malos ojos que la Unión Europea (UE) exija el intercambio automático de información.

Varios economistas y fiscalistas cuestionan la validez de la solución Rubik. Según Sergio Rossi, profesor de la Universidad de Friburgo, “se trata de una fórmula basada en una filosofía que podía valer en el siglo pasado, cuando los capitales extranjeros estaban depositados en Suiza y pasaban decenios sin invertirlos”.

“Si queremos mirar al futuro, hay que avanzar hacia el intercambio automático de información […] y negociar hábilmente con las contrapartes para conseguir las máximas ventajas para nuestro país”, declaró Rossi en una reciente entrevista a la televisión suiza de expresión italiana (RSI).

“Como el cubo Rubik”

Para el abogado Paolo Bernasconi, profesor de Derecho Bancario y Fiscal y uno de los destacados expertos en el sector financiero, nada está perdido: “Probablemente Alemania pedirá algunas modificaciones en algún punto que plantea problemas de compatibilidad con la Unión Europea. Pero los acuerdos están construidos como el cubo Rubik – en muchas piezas, y por eliminar una no se va a tambalear el conjunto”.

“Es evidente que asistimos a un juego político entre Bruselas, por un lado, y Londres y Berlín por el otro, y lo mismo ocurre en el interior de Alemania”, observa Michel Dérobert, secretario general de la Asociación de Banqueros Privados en Suiza. “Partimos de la idea de que estos acuerdos eran conformes al derecho europeo. Ahora corresponde a los negociadores británicos y alemanes asegurarse de que así es”.

Mejor no arriesgarse

Suiza podría beneficiarse de la circunstancia de que muchos países europeos tienen una necesidad urgente de ‘dinero’.

Según un estudio de la consultora Bozz & Company, a fines de 2010 en los bancos helvéticos había depositados 270.000 millones de francos cuyos titulares tienen residencia en Alemania o Gran Bretaña. Y el 60% de estos fondos no habían sido declarados a las autoridades tributarias. Para regularizar estas cuentas, los bancos deberían cobrar un impuesto liberatorio que oscile entre el 19% y el 34% del capital. En las arcas estatales británicas y germanas entrarían así varios miles de millones.

“La posición de la UE, que insiste en el intercambio automático de información, es ideológica. Tengo el máximo respeto por conceptos como la justicia fiscal, la igualdad y el trato equitativo. Pero desde un punto de vista pragmático, el Estado debe, ante todo, cobrar sin ocasionar gastos suplementarios”, subraya Paolo Bernasconi.

¿Transferencia automática?

El intercambio automático de datos desmotivará seguramente a quienes pretenden evadir impuestos. Pero también comporta muchas incógnitas. “El simple hecho de recibir información sobre un contribuyente no significa que el dinero va a salir a la luz de la noche a la mañana. Hay que examinar los datos y este proceso puede durar años, sin estar seguros de que se ganará la causa ni poder cobrar los impuestos evadidos”, precisa Bernasconi.

¿Y si estos argumentos no convencen a los socios europeos y los acuerdos se quedan en papel mojado? La situación seguiría siendo igual a la actual, señala el secretario de la Asociación Suiza de los Banqueros Privados.

“Quien está bajo presión es la UE debido a su sistema de fiscalidad del ahorro que no logra reformar. El día que Bruselas se ponga de acuerdo sobre la vía a seguir, la UE pedirá a Suiza que revise los acuerdos vigentes y acepte el intercambio automático de información. La respuesta de Berna será una negativa. Entonces volverán a entablar negociaciones y un día encontrarán una solución”, vaticina Dérobert.

Menos optimista se muestra Paolo Bernasconi:

“Desde que el G-20 y todas las grandes organizaciones exigen la transferencia automática de datos, los bancos suizos han tenido el mérito de presentar una propuesta alternativa que permite a los estados europeos embolsar enseguida miles de millones, sin gastos y con precisión suiza. Si se rechaza esta solución, el camino será arduo para Suiza, que ya no nada más por proponer. En ese caso, temo que nos dirigiríamos directamente hacia el intercambio automático de información. Esto sería catastrófico para una parte del sector financiero helvético, que perdería gran parte de su atractivo”.

Los acuerdos suscritos con Alemania y Gran Bretaña prevén regularizar los haberes no declarados que tienen depositados en Suiza ciudadanos de esos dos países.

La regulación –con efecto retroactivo- consiste en cobrar un impuesto único sobre el capital depositado, que recaudaría un intermediario (por lo general un banco), para transferir los ingresos a las autoridades fiscales alemanas y británicas. La tasa sobre el capital depositado oscila entre el 19 y el 34%.

Asimismo se ha convenido gravar los futuros rendimientos del capital con un impuesto liberatorio que se recaudará previamente sobre los intereses y dividendos. En el caso de Alemania será del 26,375%, tasa vigente en este país. En el de Gran Bretaña, oscilará entre el 27 y el 48%, dependiendo de la categoría del rendimiento del capital.

En Alemania, los socialdemócratas, los Verdes y algunos länder (en especial Baden-Württemberg y Renania Septentrional- Westfalia) se oponen al acuerdo firmado con Suiza, pero aún no ratificado por el Parlamento. Consideran que favorece demasiado a quienes evaden al fisco. El acuerdo podría fracasar en el Bundesrat (cámara alta) donde el Gobierno ya no dispone de una mayoría.

En Gran Bretaña hay menos objeción al acuerdo. Según Dave Hartnett, secretario permanente para impuestos de la agencia tributaria, Rubik constituye el mejor compromiso posible.

Bruselas cuestiona la validez de los acuerdos, alegando que violan las líneas directrices de la UE en materia de fiscalidad del ahorro, así como el convenio correspondiente entre Berna y Bruselas. La Unión Europea ha pedido a Londres y Berlín que los renegocie.

Franciano tiene interés en negociar un acuerdo con Suiza para regularizar los capitales no declarados de ciudadanos galos. “No queremos entablar discusiones sobre el dispositivo que propone la Asociación de Banqueros Suizos, porque esto nos obligaría renunciar a nuestros principios”, declaró la ministra de Presupuesto, Valérie Pécresse.

(Traducción: Belén Couceiro)

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