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Schmidheiny, construir desde el primer día

Thomas Schmidheiny es uno de los empresarios más exitosos de Suiza. Keystone Archive

Heredero del gigante del cemento Holcim, a los 60 años de edad, Thomas es el segundo hombre más rico de Suiza.

Su carrera empresarial ha sabido de reveses y aventuras en negocios como el vino o la hostelería. «Hoy, tengo más tiempo para los amigos», afirma el segundo protagonista de la serie ‘Fortunas Suizas’.

El 17 de diciembre de 1945, el ambiente de la posguerra aún recorría cada rincón suizo. No podía ser de otra manera. Hacía apenas tres meses, todo era caos.

Sin embargo, aquel día en particular, la gente escuchaba parsimoniosa las crónicas radiofónicas de Jean-Rodolphe von Salis, y se preparaba para recibir una Navidad serena.

Eran tiempos de reconstrucción. La coyuntura perfecta para que Thomas Schmidheiny llegara a la vida en el pequeño pueblo de Holderbank, en el cantón de San Gall.

Suiza, como siempre, se había mantenido fiel a su política de no intervención durante la II Guerra Mundial, pero ésta inevitablemente había marcado a todo el Continente. Curar las heridas y borrar la destrucción era una tarea en la que los Schmidheiny representarían un papel protagónico.

Herencia industrial

Thomas fue el segundo de cuatro hijos: tres varones y una mujer. Su bisabuelo, Jacob Schmidheiny, aportó la vena industrial a la familia al fundar la célebre fábrica de ladrillos Holderbank allá por 1912.

A sus hijos les correspondió hacer crecer el negocio (hacia el cemento y el asbesto), con lo que dieron origen a una empresa paralela llamada Eternit.

Y fue la tercera generación de los Schmidheiny, encabezada por Max, el padre de Thomas, quien en plena II Guerra Mundial representó a una de las familias empresariales más poderosas de Suiza.

Justamente durante la guerra, el Consejo Federal (gobierno suizo) asignó al padre de Thomas el comité encargado de los almacenes nacionales, un servicio a los ciudadanos que, por cierto, el abuelo ya había prestado durante la I Guerra Mundial.

Y aunque Max Schmidheiny rechazaba abiertamente a los nazis, cooperaba con ellos en materia de negocios.

Simultáneamente, Adda, se ocupaba de fijar las reglas del juego en casa. Amante de la música, la madre de Thomas Schmidheiny pasaba largas horas compartidas con sus hijos frente al piano. En ellos, inculcó una máxima que los marcó de forma particular: «La riqueza exige responsabilidad».

Riqueza y responsabilidad

Thomas –al igual que sus hermanos varones- careció de elección vocacional. Estudió ingeniería en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) y realizó una maestría en Negocios en el IMD, de Lausana. Había un emporio por atender.

Pero curiosamente, su carrera profesional no inició en Suiza.
A los 25 años, su padre lo envió a México para hacerse cargo de la Dirección Técnica de Cementos Apasco, empresa en la que los Schmidheiny tenían una posición interesante (35% de los títulos), sin ser –por aquel entonces- accionistas mayoritarios.

A esas alturas su negocio ya tenía presencia en Francia, Egipto, Líbano, Sudáfrica, Estados Unidos, México, Brasil y Venezuela.
Seis años después, Thomas Schmidheiny regresó a Suiza para integrarse a la cementera familiar.

Y ahí, comenzó a escalar desde direcciones de área en el ámbito operativo hasta la presidencia del consejo de administración en 1984, cargo que ejerció durante prácticamente dos décadas.

En aquel momento, Holderbank se había consolidado en los cinco continentes, tenía presencia en 70 países y más de 45.000 empleados.

Dimisión

Actualmente, aunque es el propietario, Thomas Schmidheiny sólo posee un puesto honorario en Holcim.

Hablamos del segundo hombre más rico de Suiza, con un patrimonio personal de 5.300 millones de francos suizos, que lo ubica en el sitio número 140 de la lista 2006 de Forbes.

Para los negocios es claro y directo. Actúa rápido. Sin embargo, su impecable trayectoria sufrió un descalabro del que ya jamás consiguió reponerse.

En 2002, apenas unos meses después de que Holderbank cambiaria de nombre e imagen para convertirse en Holcim, Thomas Schmidheiny se vio obligado a dimitir para defenderse, sin involucrar a su empresa, de las acusaciones de uso de información privilegiada que le hizo la Fiscalía Anticorrupción de España.

Esta historia comenzó a finales del año 2000, cuando el empresario compró acciones –a título personal- de la empresa Asturiana de Zinc dos meses antes de que el grupo Xstrata (del que era consejero) oficializara su intención de adquirir a la primera.

Dicho de otra forma, tuvo acceso a información de primera mano sobre las intenciones del consejo de administración de Xstrata y la utilizó para su beneficio personal.

Esto le valió que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) española fichara su transacción y la investigara durante más de un año.

Thomas Schmidheiny dejó la presidencia de Holcim, también los consejos de administración de Xstrata y del Credit Suisse Group.
Su «actuación irreflexiva», como él mismo la calificó tres años más tarde, le costó 2,2 millones de francos suizos como multa, y la pérdida definitiva del timón oficial de su empresa.

Buen vino y un ‘spa’

Y aunque la actividad económica central de Thomas Schmidheiny siempre ha estado ligada a la industria de la construcción, es un amante de los vinos y la hotelería de alto nivel.
La primera pasión se la debe a su madre, Adda, quien en 1975, en un viaje realizado al Valle de Napa, en Estados Unidos, quedó enamorada los vinos de la región.

Cuenta la familia que se sintió tan fascinada por esa nueva mezcla de sabores y texturas, que tomó un puñado de aquella tierra y la envolvió en el pañuelo de seda que llevaba en el bolso.

De regreso en casa, durante una cena familiar, abrió el pañuelo y dejó caer la tierra sobre la mesa, al tiempo que espetó un contundente: «Ellos han reinventado el vino».

A este negocio, los Schmidheiny entraron a través de la adquisición (1979) de la empresa vitivinícola Cuvaison, así como de algunas hectáreas de vid ubicadas en la región de Carneros (cerca del Valle de Napa).

La idea no fue nada mala. Los Schmidheiny le aportaron al negocio la visión del gusto europeo, y hoy Thomas cultiva las cepas Chardonnay, Pinot Noir y Merlot.

Ya por gusto personal, y sin la influencia de su madre, Thomas compró en los años 90 tierras en Agrelo, Mendoza, (Argentina), en las que se producen vinos Malbec, Cabernet, Merlot, Syrah y Petit Verdot, a través de la empresa JF Lurton.

En el terreno hotelero, es propietario del ‘spa’ más exclusivo de Suiza, el Gran Hotel Quellenhof, en Bad Ragaz (cantón de los Grisones), en los Alpes suizos.

Considerado como uno de los tres balnearios de lujo más importantes del mundo, el lugar conserva la belleza y calidad de las aguas termales que le hicieron famoso entre los zares rusos.

Ahora, cumplidas las 60 primaveras, Thomas Schmidheiny asegura que se toma la vida con más calma. Según sus propias palabras, pasa más tiempo viajando, visitando a los amigos y disfrutando de su colección personal de pintura y escultura.

Además, dice de sí, me interesa seguir explorando el ámbito de los negocios y continuar el compromiso ecológico que tenemos en Holcim.
«Y no es altruismo», aclara», «la producción de insumos que no contaminen dentro de la construcción es un gran y rentable negocio».

swissinfo, Andrea Ornelas

Thomas Schmidheiny es el segundo hombre más rico de Suiza

Un total de 70.000 personas trabajan bajo sus órdenes en todo el mundo.

Holcim, su principal negocio, opera 400 plantas industriales de cemento y hormigón en 70 países.

Su ‘spa’ de lujo, el Gran Hotel Quellenhof, tiene 3.000 metros cuadrados y un campo de golf de 18 hoyos.

Holderbank cambió su nombre por el de Holcim en 2001. Conservó la raíz «Hol» de su nombre original, y reañadió la terminación «cim», derivada del vocablo francés «ciment» (cemento).

Posee nombres diversos en América Latina: Pacasmayo (Perú); Progreso (Guatemala); Minetti (Argentina); Polpaico (Chile); y Holcim-Apasco (México).

La empresa está asociada con cinco universidades – Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ); Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Universidad de Tongji de Shanghai (China); Universidad de São Paulo (Brasil) y la de Witwaterstrand (Sudáfrica) – para otorgar los Holcim Awards, premios que incentivan el desarrollo de materiales ‘verdes’.

Thomas Schmidheiny es amante de los buenos vinos, los viajes y el arte.

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