Tarjeta de crédito que gusta… ¡hasta a los conejos!
La empresa suiza InterBioCard lanza un nuevo modelo de tarjeta de crédito fabricado con materiales naturales: el producto final es completamente biodegradable al cabo de seis meses.
Esta nueva tecnología, aplicable a todo tipo de tarjetas electrónicas, se presenta como alternativa ecológica de la producción tradicional de plásticos.
La idea: ofrecer un producto de un estándar tan elevado que cubre las exigencias relacionadas con la ética de la protección medioambiental y complace tanto al sector empresarial como al consumidor.
Tras seis años de investigaciones, la compañía del cantón de Friburgo InterBioCard consiguió producir este nuevo material.
Recientemente, esa innovación le valió un importante reconocimiento: El ‘Premio para la Innovación 2007’, atribuido por el cantón de Friburgo a empresas que dan prueba de un particular dinamismo e inventiva.
Valor agregado
En apariencia, la nueva tarjeta tiene las mismas características que el modelo tradicional en plástico. Su diferencia radica en el plano ético – al participar activamente en un concepto ecológico-, y en el de la sostenibilidad medioambiental, al utilizar materiales renovables y que se pueden eliminar fácilmente.
De la caña china
Actualmente, el material plástico de las tarjetas ordinarias (denominado con las siglas ABS o PVC), requiere unos 600 años para descomponerse, mientras que su incineración provoca emisiones de dioxinas nocivas para los organismos y que acentúan el efecto invernadero en la Tierra.
La empresa friburguesa propone una solución innovadora. «En la base del proceso se encuentra una planta común llamada Eulalia o caña china (miscanthus sinensis), que prolifera fácilmente en cualquier tipo de suelo y sin necesidad de cuidados especiales», explica Michel Bernuben, vicepresidente de InterBioCard.
La idea de usarla nació cuando algunos agricultores locales explicaron las múltiples ventajas de esta planta a René Marchal, presidente y fundador de la empresa. «Es posible extraer de la Eulalia un material bautizado como el ‘innobioware’. Éste se introduce en una máquina que produce las tarjetas de plástico bio», precisa Michel Beruben.
Las tarjetas son enteramente biodegradables. «Hace algunas semanas, en el prado que está detrás del taller, unos conejos comieron los residuos salidos del aparato», cuenta sonriente el vicepresidente de la empresa.
Seguras y ecológicas
Cada tarjeta ecológica puede ser personalizada y dotada de circuitos electrónicos o bandas magnéticas de acuerdo con las exigencias de los clientes. También es posible producir tarjetas para los transportes públicos, tarjetas de fidelidad o tarjetas recargables.
La seguridad también está garantizada: la estructura molecular del material de base se modifica dos veces a fin de dificultar su falsificación.
La tarjeta ecológica es prácticamente idéntica a la plástica, con una excepción: si uno la pliega con fuerza, se rompe.
El cultivo de la Eulalia o bambú chino presenta numerosas ventajas para el terreno: permite evitar el empobrecimiento del suelo, previene la erosión y constituye un hábitat ideal para varias especies animales. Además, no requiere el empleo de abono ni de otros fertilizantes químicos.
Cabe decir que otras cartas ecológicas en el mercado están hechas principalmente de organismos genéticamente modificados, como el maíz transgénico.
Interés real
Actualmente, a nivel mundial, están en circulación cerca de 17.000 millones de tarjetas de crédito que generan aproximadamente 100.000 toneladas de desechos anuales. El interés por soluciones innovadoras es, por tanto, evidente, sobretodo dada la carencia de petróleo que encarecerá más la fabricación de tarjetas en plástico, mientras que la Eulalia (miscanthus sinensis) crece con el agua de la lluvia.
InterBioCard alimenta expectativas: «Nuestro producto comienza a suscitar un interés comercial: recibimos los primeros pedidos de empresas de transporte público y estamos en contacto con bancos y empresas aseguradoras», concluye Michel Beruben.
swissinfo, Andrea Clementi
(Traducido del italiano por Patricia Islas Züttel)
InterBioCard fue fundada el 29 de mayo de 2007 en el cantón de Friburgo.
Emplea a cinco personas.
Su presupuesto (2008) asciende a 3,5 millones de francos y espera realizar una cifra de negocios que oscile entre los 5 y los 12 millones de francos.
Con sus estructuras actuales, InterBioCard tiene la capacidad de producir 17 millones de tarjetas al año.
En Suiza se cultivan al año cerca de 250 hectáreas de esta planta (miscanthus sinensis), especialmente en los cantones de Vaud y Neuchâtel.
Las 4.000 toneladas producidas son esencialmente transformadas en jergones para caballos y cerdos. La planta también se utiliza en la construcción de casas.
Según estimaciones, un kilo de Eulalia (conocida también como bambú chino o hierba de elefante), sirve para producir 5.000 tarjetas de crédito bio.
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