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Peligra la ayuda humanitaria a Ucrania

Ayuda humanitaria en Ucrania
KEYSTONE

Dos años después de la invasión rusa, la situación humanitaria en Ucrania sigue siendo crítica. Por primera vez, la ONU teme estar enviando menos ayuda de la que la población ucraniana afectada por la guerra necesita. 

“Llama la atención ver hasta qué punto Ucrania ha dejado de ser noticia”, dice con pesar Sarah Hilding. Desde Kiev, la responsable de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU en Ucrania no oculta su angustia. “La financiación es una de nuestras principales preocupaciones”, explica.  

El año pasado la crisis de Ucrania —con el 69 % de las necesidades cubiertas— era una de las mejor financiadas del mundo. Ahora, en cambio, la ONU teme que estos fondos se agoten, sobre todo porque la catastrófica situación de Gaza, en gran medida, ha eclipsado la de Ucrania.

Las necesidades humanitarias en el país siguen siendo enormes 24 meses después del inicio de la invasión rusa de Ucrania: este año alrededor del 40 % de la población ucraniana —14,6 millones de personas— necesitará ayuda, según la ONU.

Guerra en Ucrania
Kai Reusser / swissinfo.ch

“La guerra no da tregua. Todos los días hay civiles afectados, personas muertas, hospitales destruidos o dañados, al igual que escuelas y otras infraestructuras civiles”, afirma Sarah Hilding. Para ilustrar sus palabras cuenta que ha pasado la mañana en un refugio por una alerta aérea.

Aunque la línea del frente apenas se ha movido en el último año, toda Ucrania sigue siendo blanco habitual de ataques de misiles y drones. Unos ataques que, desde diciembre de 2023, se han visto intensificados.   

Dos años después, las necesidades van a más

Las necesidades humanitarias son mayores en las regiones próximas a los combates, en el este y el sur de Ucrania. Más de 3 millones de personas necesitan ayuda en estos territorios, que incluyen aquellos bajo control ruso a los que las agencias de la ONU no pueden acceder. También son especialmente vulnerables —según Naciones Unidas— unos 4 millones de personas desplazadas en el centro y el oeste del país.  

“Las comunidades que viven cerca de la línea del frente están exhaustas. Sus recursos están agotados”, señala Sarah Hilding. Las personas que se han quedado en estas regiones son a menudo ancianas. Y, tras dos años de guerra, carecen de ahorros y para obtener agua, alimentos y atención médica dependen sobre todo de la ayuda humanitaria. Es más, a medida que pasa el tiempo, hay cada vez más gente en esta situación. “Debido a lo prolongado de esta guerra, han empeorado las necesidades de las personas que han quedado atrás”, explica la responsable.    

Y a estas personas se suman quienes regresan a casa después de haber huido de sus hogares al comienzo de la invasión y descubren que sus viviendas han sido destruidas o que la tierra que cultivaban sigue minada. Para cubrir las necesidades de 8,5 millones de personas, el plan de ayuda humanitaria de la ONU para Ucrania en 2024 asciende a 3.100 millones de dólares. Una cantidad inferior a los 3.900 millones del año pasado, lo cual refleja el deseo de centrarse en las personas más vulnerables. Un esfuerzo hecho por la inquietud hacia la generosidad de los países donantes.

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Anticiparse a una financiación insuficiente

También prevé un déficit de financiación en 2024 el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), una ONG internacional presente en Ucrania y que recibe una parte de los fondos de la ONU.

“Si la financiación disminuyera bruscamente, la situación muy rápidamente podría volverse catastrófica”, advierte Athena Rayburn, responsable de la defensa de Ucrania en la ONG. Por lo que —en su opinión— es importante garantizar que la respuesta de las agencias humanitarias sea lo más a largo plazo posible. Una de las prioridades del NRC este año será trabajar con el Gobierno ucraniano y la sociedad civil para determinar qué servicios podrían delegárseles si las organizaciones humanitarias se quedaran sin dinero.     Está claro que si los fondos escasean habrá que tomar decisiones difíciles. Y algunas personas se verán privadas de una ayuda vital. “Para alguien como yo y mis colegas, es desgarrador. Vemos que la gente necesita ayuda. Debemos ser capaces de contar su historia de forma convincente para que los donantes entiendan que cuando decimos que necesitamos dinero, realmente lo necesitamos”, manifiesta Sarah Hilding.

Evitar los sistemas paralelos

Después de dos años el conflicto parece haberse estancado. ¿Está todavía justificada una acción humanitaria a gran escala en un país como Ucrania, cuyo Gobierno se beneficia del apoyo financiero de grandes socios internacionales?

“Yo diría que sí. Desde el momento en que hay una situación de emergencia, una situación precaria para la población, que sufre grandes violencias, me parece totalmente justificada”, declara Karl Blanchet, director del Centro Común de Estudios Humanitarios de la Universidad de Ginebra y del IHEID [Geneva Graduate Institute].

En su opinión, es demasiado pronto para que los actores del desarrollo —como el Banco Mundial, el FMI y la OCDE— inviertan en la reconstrucción del país, ya que hay todavía demasiada incertidumbre asociada a la guerra.

El experto, sin embargo, señala el riesgo de que la ayuda humanitaria cree dependencia y genere sistemas de servicios paralelos a largo plazo. Se puede inaginar, por ejemplo, un hospital perfectamente gestionado por una ONG internacional, por un lado, y otro centro asistencial gestionado por el Gobierno ucraniano en el que falten personal y medicamentos, por otro.

La sombra de Trump

2024 podría resultar un año todavía más difícil para la ayuda humanitaria en Ucrania. La sombra de las elecciones presidenciales estadounidenses planea sobre el personal de ayuda humanitaria, mientras el apoyo occidental comienza a desmoronarse sobre todo en Estados Unidos, cuyo Congreso ha bloqueado un nuevo paquete de 60.000 millones de dólares de ayuda —principalmente militar—  para Kiev.

El candidato republicano Donald Trump se opone firmemente a la ayuda a Ucrania y, en caso de resultar elegido, podría reducir su apoyo al país, lo que repercutiría en el conflicto y en la labor de quienes trabajan en la cooperación humanitaria. Conocido durante su anterior mandato por su desprecio a la cooperación multilateral, también podría intentar recortar la contribución de Estados Unidos —el mayor país donante— al sistema humanitario de la ONU.

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“Elecciones o no, nos preocupa ya no recibir fondos suficientes”, afirma Sarah Hilding, que no comenta la política de los Estados. “Solo espero que, esté quien esté en el poder en el mundo, la humanidad se manifieste a través de la financiación de las operaciones humanitarias”, añade.

A medida que las crisis se multiplican —la guerra en Gaza, Sudán o Yemen— y que la brecha entre las necesidades y la financiación no deja de aumentar, muchas situaciones de emergencia están habitualmente infrafinanciadas. ¿Podría algún día Ucrania engrosar la lista de estas crisis olvidadas? “Es muy probable”, responde Karl Blanchet, aunque subraya la ventaja que el país tiene de estar ubicado en Europa, cerca de los principales donantes. “Ucrania corre un poco menos el riesgo de caer en el olvido. Pero, en algún momento, todo el mundo se sentirá fatigado”, añade el experto.

Texto adaptado del francés por Lupe Calvo / Carla Wolff

>>> Más sobre el fenómeno de las crisis olvidadas en el siguiente artículo:

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