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Personalidades suizas que han marcado la historia del derecho humanitario

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Los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 tienen como objetivo mejorar la suerte de los heridos en combate en tierra y mar, el trato a los prisioneros de guerra y proteger a la población civil. KEYSTONE/Gaetan Bally

Los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 celebran este mes su 75.º aniversario. Con este motivo, swissinfo.ch invita a (re)descubrir a seis personalidades suizas comprometidas con el derecho internacional humanitario desde 1864 hasta 2024.  

Los cuatro Convenios de Ginebra, firmados el 12 de agosto de 1949 en Ginebra, constituyen la base del derecho internacional humanitario, conocido también como derecho de la guerra, cuyo objetivo es garantizar la humanidad, incluso en los peores momentos de guerra. 

Protegen a las personas civiles, al personal médico, a las personas heridas y a los prisioneros de guerra, y los han ratificado todos los Estados. Suiza es el país depositario.

En este momento en que se ignoran —en gran medida— desde Ucrania a Myanmar, pasando por Gaza y Siria, las obligaciones derivadas de los Convenios de Ginebra pueden parecer irrisorias. Pero el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) recuerda que estos convenios han permitido salvar millones de vidas. Y al aliviar el sufrimiento de la guerra, también facilitan que vuelva la paz.

A lo largo de los años muchas personalidades suizas han trabajado para desarrollar y defender los Convenios de Ginebra. He aquí los retratos de seis de esas personas.

Henry Dunant (1828-1910) y Gustave Moynier (1826-1910), padres fundadores

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El 17 de febrero de 1863 cinco ciudadanos de Ginebra (Gustave Moynier, Louis Appia, Guillaume-Henri Dufour, Henry Dunant y Théodore Maunoir) formaron un comité que se convertiría en el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). KEYSTONE/Fotopress-Archiv/Str

De familia religiosa, Henry Dunant era un hombre de negocios ginebrino. El 24 de junio de 1859, en un viaje de trabajo al norte de Italia, fue testigo de los horrores de la batalla de Solferino. Ante el sufrimiento de unos 40.000 soldados heridos, Dunant se ofreció voluntario para acudir en su ayuda, y junto con la población local organizó actividades de socorro.

Tres años más tarde, de vuelta en Ginebra, publicó Un souvenir de Solférino [Un recuerdo de Solferino], donde abogó por una convención internacional que garantizara la protección de las víctimas de los conflictos. También pedía que se crearan sociedades de ayuda mutua dispuestas a socorrer a los heridos de guerra. Estas dos ideas fueron revolucionarias en su momento. La primera dio origen a los Convenios de Ginebra y la segunda, al movimiento de la Cruz Roja.

Si bien la idea original fue de Henry Dunant, sin la contribución de otro ginebrino, el abogado Gustave Moynier, llevarla a la práctica no hubiera sido posible. Gracias a su talento jurídico y a su espíritu práctico, la Convención de Ginebra de 1864 nació un año después del nacimiento del precursor del CICR.

Moynier fue quien se dirigió a los tribunales europeos antes de firmarse este primer tratado, que establecía los límites y las normas que —en caso de guerra— debían respetarse. Entre dichas normas estaban proteger al personal médico y tratar con dignidad a los heridos. Gustave Moynier se convirtió en el primer presidente del CICR, mientras que Henry Dunant —en bancarrota— se retiró a un pequeño pueblo del cantón de Appenzell Ausserrhoden.

Max Petitpierre (1899-1994), consejero federal comprometido con la ayuda humanitaria

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El consejero federal Max Petitpierre (a la derecha) indica al general Nikolai Slawin, el delegado jefe de la Unión Soviética (en el centro), dónde debe firmar los Convenios de Ginebra, 12 de agosto de 1949. KEYSTONE/Fotopress-Archiv/Str

Profesor de Derecho y abogado de Neuchâtel, pocos meses antes del final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, Max Petitpierre fue nombrado consejero federal de Asuntos Exteriores. La situación tras el conflicto era clara: había que actualizar y reforzar el derecho internacional para evitar que los horrores de aquella guerra volvieran a repetirse.

Cuatro años más tarde, Max Petitpierre convocó en Ginebra una conferencia internacional, que presidió él mismo. Allí surgieron los cuatro Convenios de Ginebra de 1949, que garantizaban la protección de la población civil.

Max Petitpierre estuvo en el Gobierno suizo durante 16 años y se le reconoce por su influencia en el desarrollo de la política de neutralidad activa, útil para el mundo, y el posicionamiento de Ginebra como “capital de la paz”.

 Jean Pictet (1914-2002), padre del derecho humanitario contemporáneo

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Jean Pictet (segundo por la derecha) rodeado de representantes del CICR, la ONU y la Confederación Suiza, el 12 de agosto de 1999, con motivo del 50 aniversario de los Convenios de Ginebra. AP Photo/Donald Stampfli

Como mano derecha del presidente del CICR, Max Huber, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, Jean Pictet desempeñó un papel clave en el desarrollo y la renovación del derecho internacional humanitario, gravemente desacreditado entonces. Este jurista ginebrino en la posguerra emprendió los trabajos preparatorios que condujeron a adoptar los Convenios de Ginebra de 1949.

Además de participar en la redacción de estos textos históricos, intervino en la negociación de los Protocolos adicionales, adoptados en 1977. Sus esfuerzos y su contribución a los principios fundamentales de la Cruz Roja —humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia— le valieron el apodo de “padre del derecho internacional humanitario contemporáneo”.

Durante su larga carrera en el CICR, Jean Pictet fue director general y vicepresidente.

Élisabeth Decrey Warner (1953-presente), fundadora del Llamamiento de Ginebra (Appel de Genève)

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En un acto celebrado en 2005 en Berna, la asociación 1.000 mujeres para el Premio Nobel de la Paz 2005 presentó la candidatura de cinco mujeres suizas, entre ellas Élisabeth Decrey Warner (primera por la derecha). KEYSTONE/Monika Flueckiger

Fisioterapeuta de formación, Élisabeth Decrey Warner lleva años luchando para prohibir las minas antipersonas. En 1997, cuando se firmó en Ottawa un tratado internacional que las prohibía, esta miembro del Parlamento cantonal de Ginebra [Gran Consejo o Consejo de Estado] se dio cuenta de que no servía de nada cuando quienes utilizaban estos artefactos eran los grupos armados —y no los Estados—.

Por lo que decidió fundar el Llamamiento de Ginebra (Appel de Genève). Desde el año 2000, esta ONG se dirige a los grupos armados para sensibilizarles y enseñarles las leyes de la guerra. Una misión que complementa la del CICR.

Durante más de quince años al frente de esta organización, Élisabeth Decrey Warner ha recorrido el mundo —de Colombia a Siria— tratando de convencer a los grupos rebeldes —que muchos países califican de terroristas— para que se comprometan en favor del derecho internacional humanitario.

“Si solo hablamos con la gente buena, el mundo no va a cambiar”, declaró en 2016 a Le TempsEnlace externo. Ha recibido varios galardones, entre ellos en 2023 el título Officier de la Légion d’honneur [Oficial de la Legión de Honor] y el Prix de la Fondation pour Genève [Premio de la Fundación para Ginebra], en 2016.

Mirjana Spoljaric Egger (1972-presente), primera mujer presidenta del CICR

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Mirjana Spoljaric Egger en una rueda de prensa en Ginebra en 2023. Keystone / Salvatore Di Nolfi

Presidenta del CICR desde octubre de 2022, Mirjana Spoljaric Egger es la primera mujer que ocupa este cargo en esta organización con 160 años de historia.

Sus dos primeros años en el cargo —marcados por las guerras de Ucrania, Sudán y Gaza— no han sido fáciles. Spoljaric Egger ha tenido que defender frente a las críticas —especialmente de los Gobiernos ucraniano e israelí— la neutralidad del CICR y su papel cada vez más incomprendido. El pasado año, tras épocas de expansión, la presidenta tuvo que reducir la organización, que se enfrenta a una crisis presupuestaria sin precedentes.

Artículo revisado por Imogen Foulkes y adaptado al español por Lupe Calvo y Carla Wolff

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