Para algunos las pintadas o grafitos son una forma legítima de expresión. Para otros son un flagelo que debe ser eliminado de pueblos y ciudades en Suiza. Hay sin embargo algunas personas que se benefician del fenómeno, porque son regularmente pagados por esta limpieza. Philipp Zürbriggen (izq.), Terje Isler y Piero Rainieri, borran los recuerdos dejados por los 'pintores del aerosol'. Fotos y texto: Christoph Balsiger, swissinfo
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Todas las ventanas deben ser protegidas antes de proceder a la limpieza.
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Para disolver la pintura del grafito se esparce sobre la pintada una sustancia inofensiva para el ambiente.
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Las pintadas pueden ser borradas de cualquier muro, sea de cemento o de piedra, sin causar daño.
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Se utiliza agua a alta presión para completar el proceso de limpieza.
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El proceso suprime toda huella del grafito.
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Algunas veces basta con la simple limpieza con un trapo.
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Un día después el muro ha secado y puede recuperar su pintura original. Una capa de protección impide que los colores escurran entre los ladrillos.
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Los nuevos grafitos durarán poco tiempo. Ahora es suficiente un poco de agua caliente para borrarlos.
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