Aumento de suicidios asistidos en casos no fatales
Un estudio sobre las organizaciones de asistencia al suicidio ha revelado que aumenta el número de personas que recurren al suicidio asistido sin sufrir de enfermedades mortales.
Los investigadores identifican el «cansancio de vivir en lugar de una condición médica fatal o desesperada» como motivo cada vez más común entre la gente mayor que acude a la eutanasia para acabar con su vida.
Una de las dos organizaciones estudiadas, Exit Suiza, cuya clientela se integra mayoritariamente de residentes suizos, censuró los resultados, tachándolos de no representativos, y subrayó que los datos del área metropolitana de Zúrich sólo representan un tercio de los casos.
El equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich analizó historiales oficiales de muertes registrados en Zúrich entre 2001 y 2004.
Dos tercios de los casos conciernen a mujeres. El grupo de edad más recurrente es el que comprende las personas de entre 65 y 84 años. Uno de cada cuatro pacientes sufría de padecimientos no mortales, y las enfermedades terminales más comunes fueron el cáncer y los padecimientos neurológicos. El 3% de las personas asistidas padecían de trastornos mentales.
«Si compara los resultados de Exit Suiza en Zúrich… hubo en los años 90 un incremento de personas mayores, de gente que no sufrió de enfermedades fatales y de mujeres», comenta a swissinfo el doctor Georg Bosshard que dirigió el estudio.
«Registramos, en definitivo, una tendencia en este campo y es necesario que haya un debate sobre este tema.»
En el estudio que ha analizado los perfiles de 274 personas que fueron acompañadas por la organización Dignitas, más del 90% de los asistidos provinieron del extranjero, y 147 residentes suizos participaron en la labor de Exit.
Destinación: suicidio
De Alemania provino la mayoría de los extranjeros. Dos tercios de los pacientes de Dignitas eran alemanes. La segunda nación más representada es Gran Bretaña con el 8% de los casos (23 personas en el período analizado), seguido por Francia, con un 7%.
La notoriedad de Suiza como país de destino para el suicidio asistido está creciendo. Algunos casos individuales llegan con regularidad a los titulares de los periódicos británicos. El caso más reciente fue el de Daniel James, que viajó a Zúrich en septiembre para morir tras quedar paralizado durante un accidente en un partido de rugby.
Asimismo en Gran Bretaña, una mujer con esclerosis múltiple perdió el mes pasado un caso que tenía por objetivo clarificar si el suicidio asistido era amparado por la ley británica. Debbie Purdy, que quiere ir a Suiza para terminar su vida con la ayuda de Dignitas, teme que su marido puede ser acusado a su regreso al Reino Unido.
Debby pretendía garantizar que su marido no sería perseguido legalmente en su país. Hasta ahora, ninguno de los 101 parientes de los ciudadanos británicos que se suicidaron con la ayuda de Dignitas fue atacado por la Justicia.
Las cuatro organizaciones de asistencia al suicidio en Suiza disponen de condiciones similares para quienes quieren poner término a sus vidas. El servicio sólo se ofrece —tras un proceso de evaluación— a aquellas personas que demuestran una deliberada y estable voluntad de morir, que sufren de una enfermedad de pronóstico terminante, que padecen de sufrimientos insoportables o que tienen una discapacidad desmesurada.
Más mujeres y personas mayores
Una de las explicaciones para la sobrerrepresentación de mujeres en el suicidio asistido que alegan los autores del estudio es que las mujeres expresan con más facilidad y buscan con mayor frecuencia ayuda ajena. Los varones también están más acostumbrados a vivir solos.
También es cuestión de cifras. Hay más mujeres que hombres que sufren de depresiones y más mujeres mayores porque las féminas tienen mayores expectativas de vida. El sistema suizo también parece ser más «indulgente» con mujeres y gente mayor en comparación con sistemas médicos de otros países.
En los Países Bajos hay más mujeres que piden asistencia al suicidio, pero sus peticiones son rechazadas en la mayoría de los casos, especialmente si los médicos encuentran indicios de una depresión. El resultado final es que no existe una diferencia significativa entre los sexos en cuanto al número de suicidios facilitados.
«La mayoría de los médicos y las asociaciones sanitarias opinan que hay un conflicto entre el papel del médico y el papel de una persona que asiste a un paciente que tiene la voluntad de morir», señala Bosshard.
Los médicos suizos están implicados en el diagnóstico, pronóstico y la información al paciente sobre los diferentes tratamientos viables y el cuidado paliativo, agrega. Por su parte, los representantes de las organizaciones de asistencia al suicidio suministran una orientación profesional y están presentes en el suicidio.
En comparación con los Países Bajos, donde los doctores controlan el suicidio asistido, el estudio concluye que en Suiza la asistencia es más asequible para la gente mayor que no sufre de una enfermedad irremediable.
«De estudios realizados en Holanda sobre las decisiones de suicidarse se sabe que los médicos reciben solicitudes de asistencia de personas mayores de 80 años que no sufren de una enfermedad fatal. Médicos holandeses… casi nunca aceptan tales requerimientos», destacan los autores.
«En un sistema en el que las organizaciones de ayuda al suicidio juegan un papel importante, la asistencia suministrada a personas mayores es considerada como algo positivo porque se respeta la autodeterminación del paciente.»
(Traducción del inglés: Antonio Suárez Varela)
Sobre la base del artículo 115 del Código Penal Suizo, las organizaciones de asistencia al suicidio tienen legalmente el derecho de ofrecer sus servicios.
El método más aplicado consiste en una dosis letal de barbitúricos prescritos por un médico.
La práctica suiza del suicidio asistido permite el uso de goteos intravenosos o sondas gástricas.
El acto legalmente controvertido es el último paso del procedimiento que consiste en abrir la cánula del tubo.
Este gesto tiene que ser efectuado por el individuo que quiere morir y debe ser presenciado por un testigo.
El estudio se basa sobre un análisis de todos los suicidios asistidos documentados en Zúrich entre 2001 y 2004. En este período se registraron 421 muertes:
Mujeres: 64.4%
Grupo de edad entre 0 a 44 años: 6.9%
Grupo de edad entre 45 y 64 años: 33.3%
Grupo de edad entre 65 y 84 años: 43.9%
Mayores de 85 años: 15.9%
Residentes suizos: 39.4%
Ciudadanos no residentes en Suiza: 60.6%
Países de origen: Alemania (43%), Gran Bretaña (8%), Francia (7%)
Diagnosis: enfermedades mortales (74.8%), enfermedades no fatídicas (24.9%)
En Suiza, el suicidio asistido y la eutanasia pasiva son legales. La eutanasia activa, sin embargo, es ilegal.
En Alemania e Italia, el suicidio asistido es ilegal.
En Francia, la eutanasia pasiva dirigida por médicos o parientes será legal en el futuro. La eutanasia activa seguirá siendo proscrita.
Los Países Bajos y Bélgica permiten la eutanasia activa si la persona ha expresado claramente su deseo de morir.
Gran Bretaña posee las disposiciones legales más severas en materia de suicidio asistido en Europa. Por eso hay muchos británicos que vienen a Suiza.
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