Joseph Ratzinger, nuevo Papa
Con el nombre de Benedicto XVI, el conservador cardenal alemán dirigirá la grey católica.
La Conferencia de Obispos Suizos manifestó su fidelidad al nuevo Pontífice y expresó su esperanza en que mantenga la vía ecuménica.
Joseph Ratzinger, cardenal alemán, fue electo sucesor de Juan Pablo II por un cónclave de 115 cardenales reunidos en la Capilla Sixtina desde el lunes (18.04). Benedicto XVI rindió homenaje a su sucesor, Juan Pablo II.
Nacido el 16 de abril de 1927, Ratzinger era uno de los más cercanos colaboradores de Juan Pablo II y representa el campo de los conservadores dentro de la Iglesia Católica.
Antes de que diera inicio el cónclave para la elección del sucesor de Karol Wojtyla, el lunes 18 de abril, Joseph Ratzinger fue el último prelado en hacer uso de la palabra.
En su alocución lanzó un vigoroso llamado en favor de un Papa defensor de los valores tradicionales de la Iglesia.
Un cardenal conservador
«Queridos hermanos y hermanas, tras el gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido, un simple, humilde obrero en la viña del Señor», señaló el cardenal alemán ante una muchedumbre reunida en la Plaza de San Pedro.
Joseph Ratzinger, de 78 años, ganó una gran influencia en el Pontificado de Juan Pablo II al que contribuyó a imprimir un sello conservador, mismo que le valió sólidas enemistades.
Tras sus buenas maneras se esconde un erudito inflexible, adepto a la más grande ortodoxia en la lectura de las obras sagradas. Sus juicios dogmáticos son muy preciados por los conservadores del Vaticano pero suscitan las reservas, e incluso la cólera, de los católicos reformadores y de los fieles de otras religiones.
Oriundo de Baviera, Joseph Ratzinger jugó un papel de primer plano en la transición abierta por la muerte de Juan Pablo II de quien fue un muy cercano colaborador.
Esa proximidad lo hacía uno de los grandes favoritos a la sucesión del Papa polaco.
Sus 78 años lo convierten en el Pontífice electo de mayor edad en poco más de un siglo.
En la línea de la Inquisición
Durante el Concilio Vaticano II (1962-1965) Joseph Ratzinger apareció como un teólogo más bien liberal. Sin embargo, la agitación social de 1968 a través de Europa lo impulsó hacia tesis más conservadoras para defender los valores católicos frente a un viento de reclamo generalizado.
Profesor de Teología y más tarde arzobispo de Munich, Monseñor Ratzinger fue nombrado prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, descendiente de la temible Inquisición.
En ese puesto estratégico, arremetió primero contra la Teología de la Liberación, de moda en América Latina, que progresivamente redujo al silencio.
En 1986 impulsó la firme condena que hizo el Vaticano de la homosexualidad y del matrimonio homosexual. Más recientemente, en el 2004, la emprendió contra el «feminismo radical» al que acusa de ir en contra de los valores familiares y de atenuar las diferencias entre los hombres y las mujeres.
Molestia de cristianos
Monseñor Ratzinger provoca igualmente la cólera de otras confesiones cristianas cuando la Congregación para la Doctrina de la Fe publica en el 2000 un documento intitulado Dominus Iesus, que afirma la primacía de la Iglesia Católica Romana, en particular sobre las iglesias luteranas, cuyas protestas el prelado considera «absurdas».
En el Vaticano incrementa aún más su poder al situarse a la cabeza, en el 2002, del Colegio Cardenalicio, encargado de elegir al nuevo Papa.
Para algunos observadores, los llamados lanzados por la muchedumbre en la Plaza de San Pedro en pro de la canonización de Juan Pablo II pudieron impulsar la elección de Joseph Retzinger, representante de la continuidad.
Reacciones en Suiza
En el término de una visita a Japón, el presidente de la Confederación Suiza, Samuel Schmid, envió un telegrama de felicitación a Benedicto XVI en nombre del pueblo y del gobierno de su país.
Por su parte, y en declaraciones a la televisión suiza de expresión francesa, el ministro de Economía, Joseph Deiss, manifestó su beneplácito por la rapidez en la elección del Pontífice, destacó la cercanía de Joseph Ratzinger con Juan Pablo II y destacó que el desafío actual de la humanidad reclama el concurso de la Iglesia.
«Queremos ser reconocidos como Iglesia, de la misma manera en que nosotros reconocemos a la Iglesia Católica Romana», expresó a su vez la Federación de Iglesias Protestantes, al destacar la necesidad de mantener un diálogo ecuménico.
En ese sentido, la Conferencia de Obispos Suizos oró porque «los caminos de la unidad de los cristianos puedan converger aún más» con la elección de Benedicto XVI.
La organización subrayó su deseo de que el nuevo Papa continúe la vía ecuménica.
La convergencia debe darse «en la confesión de la fe común en Jesucristo y la conciencia de nuestro mutuo enriquecimiento», precisaron los obispos en un comunicado.
swissinfo y agencias
Joseph Ratzinger se convirtió este martes en Benedicto XVI, el 265 Sumo Pontífice.
Cercano colaborador de Juan Pablo II, el cardenal está considerado como uno de los más sólidos representantes del conservadurismo en el seno de la Iglesia Católica.
Su Pontificado deberá hacer frente al desafío de una institución fragilizada, al desplome de las vocaciones, la concurrencia de otras religiones y la evolución de las costumbres.
Caracterizado por su defensa del dogma, el nuevo Papa deberá reponder al reclamo generalizado de una Iglesia más abierta y progresista.
Opositor del celibato y de la ordenación sacerdotal de las mujeres, el cardenal alemán rechaza igualmente el ingreso de Turquía a la Unión Europea.
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