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La revolución tunecina cumple diez años

Un hombre delante de un grafiti en la plaza Mohamed Bouazizi, en el centro de Sidi Bouzid, el 27 de octubre de 2020 afp_tickers

La inmolación de un joven hace diez años en Sidi Bouzid encarriló a Túnez por el camino de la democracia, pero en esta ciudad marginada que se ha convertido en la cuna de la revolución los habitantes no tienen ganas de fiesta.

El 17 de diciembre de 2010, Mohamed Bouazizi, un vendedor ambulante abrumado por el acoso policial, se prendió fuego en la calle principal de esta ciudad del centro de Túnez, desatando un movimiento de protesta sin precedentes.

La revuelta dejó unos 300 muertos en el país, pero las manifestaciones acabaron derrocando al presidente Zine el Abidine Ben Ali el 14 de enero de 2011 y extendiéndose a otros países de la región, en los que hicieron caer a varios autócratas.

La democratización de Túnez es un logro, pero el ambiente festivo de los primeros tiempos ha desaparecido.

En Sidi Bouzid, el retrato gigante de Bouazizi y la escultura de su carrito en el centro de la ciudad ya no encarnan la esperanza de mejora social.

El 17 de diciembre se convirtió en una ocasión para protestar contra un gobierno incapaz de alcanzar algunos objetivos de la revolución: trabajo y dignidad. En el pasado los ministros fueron recibidos a pedradas.

– “Desviados del camino” –

“Os hemos preparado el camino hacia la libertad, pero os habéis desviado”, se lee en carteles pegados en el centro de la ciudad.

No hay visitas oficiales previstas para el jueves. Incluso el presidente Kais Saied, un académico que reivindica los ideales de la revolución, elegido en octubre de 2019 en un contexto de rechazo a los líderes en el poder desde 2011, anunció que no vendría, oficialmente por “compromisos urgentes”.

“El ambiente no es de celebración (…) porque se constata que el país va mal”, explica a la AFP el politólogo Hamza Meddeb.

Es cierto que “el país ha construido a duras penas una democracia, es verdad que ha avanzado en las libertades políticas, pero diez años después de la revolución del 17 de diciembre al 14 de enero, se constata un fracaso”, añade.

Los políticos, más fragmentados que nunca desde las elecciones legislativas de 2019, no logran pasar a la acción en un contexto de creciente emergencia social, agravada por las consecuencias de la pandemia del nuevo coronavirus.

El desempleo supera el 15% y afecta a los jóvenes y las regiones marginadas. Los salarios, bajos, acaban roídos por la inflación y la inestabilidad política aniquila la esperanza de reformas de fondo.

Miles de jóvenes se han ido a luchar con los grupos yihadistas en Siria y los tunecinos representan actualmente la mitad de los migrantes que llegan ilegalmente a Italia. Las travesías clandestinas del Mediterráneo han aumentado desde 2017, ante la falta de perspectivas.

En Sidi Bouzid se montó un escenario para un concierto de rap, bajo el tema “10 años, la espera es larga”.

“Este evento, que muestra la importancia de la revolución para nosotros, no oculta la cólera (…) hacia la clase política”, declaró a la AFP Youssef Jilali, portavoz de los organizadores.

– “Cansados de esperar” –

Según Meddeb, “los tunecinos están realmente enfadados y no es el momento adecuado de que los políticos vayan sobre el terreno”.

La semana pasada, el primer ministro Hichem Mechichi fue recibido con gritos de “lárgate” por los habitantes de Jendouba, una ciudad del noroeste del país donde un joven médico murió debido al mal funcionamiento de un ascensor en el hospital donde trabajaba.

Las huelgas, bloqueos de carreteras y manifestaciones se han multiplicado recientemente para reclamar empleo, inversiones y servicios públicos básicos.

“¡Hemos dejado de esperar nada de los políticos!”, suelta Jamel Bouzidi, un habitante de Sidi Bouzid. “Estamos cansados de esperar”.

El principal partido (de corte islamista), el movimiento Ennahdha, tiene dificultades para constituir una mayoría estable en una Asamblea con multitud de formaciones. Los debates suelen degenerar y la semana pasada algunos diputados la emprendieron a golpes.

Incluso Saied, que fue elegido “con mucha esperanza, está decepcionando a parte del electorado”, dijo Meddeb. “La gente ya no tiene paciencia para escuchar discursos, quiere acciones concretas, ¡aquí, ahora e inmediatamente!”.

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