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El impacto internacional de la prohibición de alminares

Un musulmán pasa ante la mezquita de Langenthal, cantón de Berna. Este lugar recibió la autorización de construir el que sería el quinto alminar de Suiza. Keystone

Las tensiones internacionales sobre la medida de la prohibición de nuevos alminares parecen haberse aliviado, aunque el asunto no se ha disipado y la imagen exterior de Suiza se ha visto afectada, señalan los expertos.

La decisión de los votantes suizos de prohibir la construcción de alminares del 29 de noviembre de 2009 despertó en todo el mundo las críticas de los colectivos musulmanes, gobiernos, Naciones Unidas y el Consejo de Europa -mientras que fue alabada por la derecha política europea.

Tras la oleada inicial de condenas internacionales, la votación suiza ha seguido siendo objeto de críticas oficiales -aunque esporádicas.

En marzo, el Informe Anual sobre Derechos Humanos del Departamento de Estado norteamericano citó la medida como un ejemplo de discriminación musulmana en Europa.

Más tarde, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra, respaldó una resolución, propuesta por la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), calificando la prohibición como una “manifestación de islamofobia”.

Aunque hay señales que indican que las tensiones han amainado. Erwin Tanner, miembro de la Conferencia Episcopal Suiza (CES) que recientemente viajó a Siria y Líbano para mantener conversaciones interreligiosas, siente que el asunto es “parte del pasado”.

Y la Corte Europea de los Derechos Humanos, que estudia seis apelaciones frente a la medida, dijo que en abril que sólo recibió dos cartas de quejas, comparadas con las 50 al día que le llegaban a finales de enero.

Seis meses después, los temores iniciales sobre una reacción violenta o un boicot económico por parte de los musulmanes, similar a los ocurridos en Dinamarca tras las caricaturas de Mahoma de 2006, no se han producido.

“Las reacciones a la prohibición de los países musulmanes y las organizaciones islámicas adoptaron un tono muy crítico, pero en su mayor parte moderadas y sólo con algunas escasas excepciones, no hubo llamamientos a boicots por parte de representantes gubernamentales o políticos” según indica a swissinfo.ch el portavoz del Ministerio suizo de Asuntos Exteriores, Adrian Sollberger, que además añade que la imagen global de Suiza sigue siendo “buena y estable”.

Sollberger apunta a una reciente encuesta de la Universidad de San Gall, ‘Swissness Worldwide 2010’, que sugiere que la prohibición de los alminares tuvo un impacto menor sobre los productos suizos y servicios.

La Secretaría de Estado de Economía (Seco) lo confirma: “No tenemos indicios de ningún problema con empresas suizas en los países musulmanes como consecuencia de esta votación”, indica la portavoz de Seco, Rita Baldegger.

Limitar los daños

Sollberger alega que en gran parte las reacciones moderadas se deben a la “activa” campaña de información de los diplomáticos suizos con sus homólogos, líderes religiosos y grupos de la sociedad civil en los países musulmanes tras las votaciones.

La campaña fue seguida de intensos contactos entre el Gobierno de Suiza y Estados miembros de la Organización de la Conferencia Islámica, además de con los ministros europeos de Asuntos Exteriores, relaciones que todavía continúan.

El antiguo embajador suizo François Nordmann siente que esta acción para limitar los daños parece que ha sido exitosa a la hora de reducir las tensiones.

El nombramiento del ex ministro helvético Joseph Deiss como candidato a la oficina de presidente de la 65ª edición de la Asamblea General de la ONU y la reelección de Suiza en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, fueron unos indicadores clave de la ausencia de hostilidad diplomática hacia Suiza, señala.

“Aunque es obvio que la imagen internacional de Suiza, que se presenta a sí misma como un modelo de derechos humanos, ha quedado marcada”, subraya a swissinfo.ch.

“Esto nos fuerza a ser más modestos”.

Hasni Abidi, director del Centro de Estudios y de Investigación sobre el Mundo Arabe y Mediterráneo de Ginebra, está de acuerdo con que las tensiones se han amainado, pero cree que esto es debido más al paso del tiempo que a los esfuerzos de los diplomáticos suizos.

Más preocupante, sostiene, es que el ciudadano de a pie en el mundo árabe no comprendió la votación.

“Acabo de volver de un viaje por los países del Golfo Pérsico y cada vez que hablamos sobre Suiza la gente decía que no entendía por qué los suizos se habían pronunciado de esa forma” asegura. “La imagen de Suiza ha sufrido una duro golpe”.

Pionera

Yves Lador, especialista ginebrino en derechos humanos, percibe que el impacto internacional de la “perniciosa” votación se ha relajado tras seis meses, pero es probable que tenga consecuencias negativas a largo plazo.

“Es como una infección que está ahí y que hace daño pero que nos permite funcionar”, dice. “Pero podría de repente convertirse en algo grande y debilitarnos”.

Mientras Suiza continúa disfrutando del apoyo europeo, algunos países no dudarán en emplear “la carta” de los alminares en futuros debates bilaterales, opina Lador.

Ambos expertos están preocupados por la percepción internacional de la votación suiza y por la manera en la que ésta había influenciado el debate sobre el Islam en otros países europeos.

“Cuando lees la prensa árabe acerca de las campañas contra el burka en Bélgica o Francia se habla de Suiza como pionera en atreverse a hacer algo antes que los demás”, comenta Abidi.

Francia será el segundo país en Europa en tratar de imponer una prohibición de los velos integrales tras Bélgica, si el proyecto de ley recibe el aval del Parlamento en julio. La cámara baja belga votó en abril una ley para prohibir el velo integral islámico en público; la ley ahora llega al Senado.

En la región alemana de Renania del Norte-Westfalia dos grupos de derecha solicitaron este mes una prohibición de alminares, con una clara inspiración en la campaña y los carteles del partido suizo de la Unión Democrática del Centro (UDC,derecha conservadora).

El cantón de Argovia (norte de Suiza) propuso una medida antiburka al comienzo de este mes y el martes la sección ginebrina de la UDC lanzó una nueva propuesta para prohibir el burka en el cantón. Un comité constitucional examinará la cuestión el próximo año y si se aprueba, los residentes locales podrían votarla en otoño de 2012.

“Nos estamos contaminando mutuamente” dice Lador. “Una prohibición de burkas en Ginebra destruiría el turismo de Oriente Medio. Si eso pasara el impacto sería peor que el de los alminares”.

Simon Bradley, swissinfo.ch
(Traducción: Iván Turmo)

La comunidad musulmana en Suiza representa el 4,5% de la población e incluye a 100 nacionalidades.

Muchos de los emigrantes musulmanes proceden de la antigua Yugoslavia y Turquía.

En Suiza hay cuatro alminares: en Ginebra, Winterthur, Zúrich y Wangen en Olten.

Según un estudio de la Comisión Federal de Extranjeros, en Suiza hay alrededor de 200 mezquitas, centros culturales y moradas de plegaria.

La mayoría de estos lugares funciona en viviendas o edificios comunes.

Suiza fue el primer país europeo en prohibir la construcción de alminares.

Algo más del 57% de los votantes aprobaron la iniciativa a escala nacional el 29 de noviembre de 2009.

La propuesta fue lanzada por miembros del partido de derecha UDC y de la ultraconservadora Unión Democrática Federal.

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