La biodiversidad colombiana amenazada
Su agro es de una fertilidad enorme y es tal su biodiversidad que 10% de las especies del mundo están en su territorio; empero, la población colombiana podría sufrir de hambruna y miles de personas han sido expulsadas de su tierra como consecuencia de la cultura extensiva de la palma de aceite.
Con el (mal) ejemplo del país andino, SWISSAID lanzó este martes en Berna su campaña ‘La Biodiversidad contra el Hambre’, una estrategia que busca alertar sobre los riesgos de apostar a cultivos únicos.
“Nuestras experiencias en Colombia mostraron claramente que la diversidad de los cultivos y de las especies es de un valor inestimable para la vida de las familias pobres y para el desarrollo sustentable”, afirmó Caroline Morel, directora de la ONG helvética. “Debemos proteger a cualquier precio esa biodiversidad”, enfatizó.
Al anunciar a la prensa el operativo de SWISSAID, su responsable recordó que la ONU declaró este 2010 ‘Año de la Biodiversidad’ ante la inquietante pérdida de variedades en plantas y animales: Sólo 15 especies vegetales y 8 especies animales proporcionan 90% de la alimentación del globo. El arroz, el maíz y el trigo satisfacen la mitad de las necesidades alimentarias.
“La diversidad biológica significa seguridad”, puntualizó la responsable de SWISSAID y explicó que en la siembra de diversos productos, la eventual pérdida de alguno de ellos, sea por una plaga, una enfermedad o la falta de lluvias, es compensada por la cosecha de otro, con lo que, insistió: “la diversidad biológica es uno de los más poderosos remedios contra la pobreza y el hambre”.
“Y Suiza – enfatizó Caroline Morel, en entrevista posterior con swissinfo.ch -quiere trabajar en el tema de la biodiversidad, tan importante en la lucha contra la pobreza”. Se refirió específicamente a los proyectos de SWISSAID para el desarrollo de las semillas nativas en los países en los que la ONG tiene presencia.
Desplazamientos y destrucción
Uno de esos países es Colombia a donde, a iniciativa de SWISSAID, viajó recientemente una delegación parlamentaria, dos de cuyos integrantes, el diputado Robert Cramer (Verde/Ginebra) y el senador Rudolf Rechsteiner (Socialista/Basilea ciudad) participaron en el encuentro con la prensa.
“En Colombia hemos visto la importancia de apoyar a los campesinos para la diversificación de los cultivos y la tenencia de la tierra. Hemos encontrado gente que ha tenido que dejar sus tierras por amenazas de muerte y tras los asesinatos de líderes de comunidades”, subrayó Caroline Morel.
“Vimos la destrucción que puede provocar una extensión de cultivo de la palma si no es controlada. Esa destrucción priva a campesinos de su tierra en lugares donde hay cultivos alimenticios y, como consecuencia, puede provocar movimientos de hambruna, de desplazamientos de población”, refirió el diputado Robert Cramer.
Agregó que con frecuencia las propiedades para el cultivo de la palma de aceite se constituyen con el apoyo de bandas armadas que aterrorizan e incluso asesinan a campesinos. Sin embargo, agregó que la delegación visitó también plantaciones bien administradas, que reagrupan a organizaciones campesinas y cuya siembra respeta los cultivos básicos.
El derecho a la tierra
Por su parte, Rudolf Rechsteiner, también presidente de SWISSAID, comentó que la misión helvética se reunió con grupos de campesinos “muy conscientes de su situación, que combaten por sus derechos a la tierra que trabajan y en la que viven desde hace hasta cuarenta años y de la que sin embargo no son dueños”.
Y es que en Colombia existe un grave problema en la tenencia de la tierra. “Y el gobierno central colombiano no arregla formalmente el derecho a la tierra y no garantiza tampoco de una manera eficaz los títulos de propiedad adquiridos”.
En ese contexto, “los campesinos sufren las presiones de los latifundistas, que quieren apropiarse de sus tierras para la siembra de la palma de aceite”. Peor aún, de acuerdo con el legislador socialista, la política agrícola del Estado apoya sobre todo a los grandes propietarios de tierras y los estimula a obtener altos rendimientos de la palma de aceite y de los productos de exportación tradicionales que son el café, el cacao y la carne.
Así, a pesar de la riqueza de su biodiversidad y la fertilidad de su suelo, los grandes capitales de Colombia, con el respaldo de las autoridades, apuestan a los monocultivos, empobreciendo al agro y a las comunidades rurales.
La palma, un espejismo
Empero, la palma de aceite, muy rentable en lo inmediato merced a su rápido desarrollo y a la fuerte demanda de que es objeto para la fabricación de agrocarburantes, está muy lejos de ser la panacea: desde hace dos años se expande en los cultivos una nueva enfermedad que los científicos no atinan a identificar y que en Colombia denominan “chancro de la palma”.
De avance rápido, la plaga ha infestado hasta 50% de las plantaciones en algunas regiones colombianas y en este momento sólo 3 de las 17 refinerías de aceite de palma del país andino laboran a plena capacidad. Ello, amén de que el cultivo que nos ocupa agota la tierra y requiere una irrigación abundante.
Los integrantes de la delegación coincidieron en la necesidad de implementar medidas tendientes a respetar la biodiversidad del país andino y urgieron a las autoridades helvéticas a contribuir en la defensa de la misma a través de diferentes medidas, incluido un apoyo para la actualización del catastro local.
Asimismo, y no sólo en el caso de Colombia, sino de todos los países del Sur, los legisladores y la ONG reiteran la urgencia de aplicar criterios más severos en la importación de productos para la elaboración de agrocarburantes.
Una iniciativa en ese sentido fue presentada por la Comisión del Medio Ambiente, Planificación Territorial y Energía en octubre pasado y busca evitar que tales importaciones afecten los cultivos básicos de los países exportadores, provoquen despojos agrarios o generen una mayor pobreza.
swissinfo.ch, Marcela Águila Rubín
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La ONG está presente en nueve países: India, Myanmar (Birmania), Guinea-Bissau, Nigeria, Tanzania, Chad, Ecuador, Colombia y Nicaragua.
Sus proyectos estimulan la promoción de todos los aspectos del desarrollo sustentable (fortalecimiento de la sociedad civil, formación, educación, promoción de la salud) y de la agricultura sustentable (lucha contra la erosión, aprovisionamiento de agua potable, irrigación, artesanado y apoyo a las cooperativas). Otorga una atención particular a la situación de las mujeres y favorece su integración en los proyectos.
En Suiza desarrolla una política de desarrollo en el marco de Alliance Sud que reagrupa SWISSAID/Acción de Cuaresma/Pan para el Prójimo/Helvetas/Cartitas/Eper y participación en el grupo de Trabajo y desarrollo y en al fundación Max Havelaar.
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