La fiebre del oro se apodera de los suizos
Con 1.040 toneladas de oro, el Banco Nacional SuizoEnlace externo (BNS) detenta las séptimas reservas de oro más importantes del mundo. Significa que, en teoría, cada suizo posee 128 gramos de oro, sin contar los lingotes, las joyas u otros objetos en oro personales. El dato por habitante supera el de cualquier otro país: Los alemanes disponen de 42 gramos por persona; los italianos, 40 g; los franceses, 38 g; y los estadounidenses, 26 g.
Pese a ello, el volumen de esta montaña aurífera podría triplicarse en los años por venir, si la población avala la iniciativa ‘Salvad el oro de Suiza’, presentada por miembros de la derecha conservadora. El texto exige que en un lapso de cinco años el banco central asegure que al menos de 20% de su patrimonio esté constituido por este metal precioso. Considerando los datos citados, la tenencia de oro del BNS tendría que aumentar pues a entre 2.500 y 3.000 toneladas, con lo que Suiza solo quedaría superada por Estados Unidos y Alemania.
Plataforma de comercio del oro
No es la primera vez que los suizos están llamados a manifestar su opinión respecto a las reservas de oro nacionales. Este metal ha sido antes centro de diversas batallas políticas internas, y también de tensiones con otros países. Por ello, la pregunta inevitable es: ¿Se sienten los suizos particularmente atraídos por este metal precioso?
Tobias StraumannEnlace externo, profesor de Historia Económica en la Universidad de Zúrich, explica la importante tenencia de oro del BNS a partir de dos hechos concretos. “Durante los últimos 15 años, Suiza ha gozado de una gran estabilidad económica, el Estado ha tenido con frecuencia superávits en sus finanzas públicas y ha destinado estos fondos a adquirir oro. Por otra parte, Suiza ha estado a salvo de todos los grandes conflictos y crisis internacionales. Por ejemplo, entre las dos Guerras Mundiales, periodo caracterizado por una gran depresión económica y una inflación galopante, diversos Estados compraron oro. Pero los nazis robaron buena parte de las reservas de países como Holanda o Bélgica”.
Oro y dinero
El oro fue relevante para el sistema monetario durante muchos años. A finales del siglo XIX, las transacciones comerciales se pagaban casi exclusivamente con monedas de oro y plata.
Con la introducción de los billetes y las monedas acuñados en metales no preciosos, los bancos centrales se vieron obligados a resguardar grandes cantidades de oro para garantizar el valor de sus monedas nacionales.
En 1978, un acuerdo entre los países miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) puso fin al ‘Patrón Oro’. Esto implicó desmonetizar el oro, o dejar de tomar este metal como una referencia de paridad con respecto a las monedas. Desde que el precio del oro se liberalizó, está sometido solo a las leyes de la oferta y la demanda del mercado.
Hoy, los bancos centrales cuentan con reservas conjuntas del orden de las 30.000 toneladas, que representan menos de la quinta parte del oro disponible en el mundo. La producción anual de este metal oscila entre 2.500 y 3.000 toneladas.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Suiza se convirtió en la principal plataforma del comercio de oro en Europa. El país neutral compró oro por valor de 1.800 millones de francos a los aliados y por 1.300 millones las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). Dos tercios de estas adquisiciones se resguardaron en las arcas del BNS. Atacada por las potencias vencedoras por estas transacciones, Suiza se vio obligada en 1946 a indemnizar a Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia con un lote de oro con un valor de 250 millones de francos.
Reservas anacrónicas
Más tarde, en la postguerra, Suiza fue uno de los pocos países que no necesitó reservas de oro para financiar la reconstrucción. Más aún, durante las décadas posteriores, la estabilidad económica y solidez financiera del país permitieron al BNS seguir acumulando oro, pasando de 1.194 toneladas en 1945 a 2.703 toneladas 20 años después. Así, Suiza se convirtió en la quinta potencia mundial por su nivel de reservas del metal precioso, que simbolizaba además su aspiración de garantizar la seguridad e independencia respecto a los grandes boques políticos que se conformaron durante la Guerra Fría. Este patrimonio también fue útil para preservar la confianza en la plaza financiera helvética, que estaba en plena expansión.
En los años 70, tras un acuerdo celebrado en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI), llegó a su fin el llamado ‘Patrón Oro’. Esto es, la mayoría de los países renunciaron a fijar el valor de sus monedas en términos de una determinada cantidad de oro. Esto hizo que el oro perdiera importancia histórica en el orden monetario internacional. Pese a ello, Suiza actuó a contracorriente y mantuvo la referencia de una paridad franco/oro hasta 1999, año en el que fue reformada íntegramente la Constitución Federal. Fue solo a partir de entonces que se autorizó al BNS a comenzar a vender parte de sus reservas en oro, que hasta entonces habían sido intocables.
“En esta época también había fuertes presiones políticas sobre Suiza para que vendiera parte de su patrimonio en oro. Las enormes reservas del banco central parecían anacrónicas en aquel momento, pues ya no había temores de una gran inflación, y el oro no generaba ningún tipo de interés al BNS. Más aún, su precio estaba cayendo desde hacía 20 años. Y mucha gente tenía la impresión de haber acumulado un tesoro inmenso que no servía para nada”, recuerda Tobias Straumann.
Lucha en torno al producto de las ventas
En 1999, el Gobierno y el Parlamento decidieron vender más de la mitad de las reservas del BNS, al considerar que eran irrelevantes para la política monetaria del país. Entre 2000 y 2005, y posteriormente, entre 2007 y 2008, el instituto central vendió un total de 1.550 toneladas de oro. El primer tramo, que comprendía 1.300 toneladas, fue colocado en el mercado en un momento en el que el precio del metal registraba su nivel más bajo en 20 años.
“Estas ventas fueron un claro error, en gran medida porque el oro es el único bien que a lo largo de la historia siempre ha demostrado ser capaz de compensar al menos el impacto de la inflación. Pero en aquel momento todo el mundo quería aprovecharse del botín. Y así inició una gran batalla entre distintos actores nacionales para decidir cómo debían utilizarse los recursos obtenidos por la venta de oro”, destaca Peter BernholzEnlace externo, especialista en Historia Monetaria.
En el año 2002, el pueblo suizo rechazó en las urnas una iniciativa que proponía transferir los fondos obtenidos de la venta de oro al Seguro de Vejez y Supervivencia (AVS) y a una fundación helvética. Una propuesta que había lanzado el Gobierno para atenuar los ataques de Estados Unidos por el comportamiento que tuvo Suiza durante la Segunda Guerra Mundial. Al final, las arcas del Estado y de los cantones recibieron 21.000 millones de francos adicionales y otros 6.700 millones se destinaron a fortalecer las reservas del BNS. Y el banco central conservó otras 1.040 toneladas en sus bóvedas.
Interés internacional
Entre 2008 y 2012, el fin de la crisis económica y la creciente demanda de los países emergentes llevaron el precio del oro a niveles históricos. El repunte atizó el debate en Suiza sobre si era conveniente, o no, vender parte del oro del BNS. Sin embargo, convencidos de que el metal precioso es el mejor valor refugio en tiempos de adversidad y que permite asegurar la independencia monetaria del país, miembros de la derecha lanzaron en 2012 la iniciativa llamada ‘Salvad el oro de SuizaEnlace externo’, que pide fortalecer las reservas denominadas en este metal.
Hasta ahora la iniciativa ha conseguido un apoyo limitado, pues sus detractores consideran que se trata de una propuesta anacrónica presentada por nostálgicos de tiempos que ya no existen. Afirman, además, que desde hace tiempo el oro no reviste importancia para la política monetaria de los bancos centrales.
La votación del 30 de noviembre suscita interés en el extranjero por las consecuencias que podría tener. El precio del oro, que se encuentra a la baja desde 2012, remontaría de forma sensible si el BNS se viera obligado a comprar entre 1.500 y 2.000 toneladas del metal en los próximos años. Anualmente, la producción mundial de oro oscila entre 2.500 y 3.000 toneladas y los bancos centrales consumen alrededor de 500 toneladas del total.
Iniciativa de oro
La iniciativa ‘Salvad el oro de Suiza’ (Iniciativa sobre el oro)Enlace externo, que lanzaron tres representantes de la Unión Democrática del Centro –los diputados Luzi Stamm y Lukas Reimann y el exdiputado Ulrich Schlüer–, fue entregada a la Cancillería federal en 2013.
De aprobarse el 30 de noviembre, el Banco Nacional Suizo (BNS) no podrá vender sus reservas de oro. De aquí a cinco años, el banco central tendrá que atesorar una cantidad de oro que corresponda como mínimo al 20% de sus activos. Además, la totalidad del metal precioso deberá conservarse en suelo helvético.
Hoy, las reservas del BNS rondan los 500.000 millones de francos. En caso de aprobarse la iniciativa, el banco emisor deberá disponer de reservas por un valor mínimo de 100.000 millones de francos. Teniendo en cuenta las reservas actuales, el BNS tendría que comprar oro por 65.000 millones de francos.
El gobierno y la mayoría de los partidos recomiendan a los ciudadanos que rechacen la iniciativa con el argumento de que su aprobación pondría en riesgo la independencia y el margen de maniobra del BNS.
Traducción del francés: Andrea Ornelas
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