Revelaciones sobre «tortura» en cárceles de la CIA
Un documento confidencial del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) confirma el maltrato a detenidos en las prisiones secretas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense.
El informe, redactado en 2007, se basa en conversaciones de los delegados del CICR con 14 personas transferidas de tales centros a Guantánamo.
Los prisioneros describen las técnicas utilizadas durante los interrogatorios a que fueron sometidos en las cárceles secretas de la Agencia Central de Información (CIA). El informe concluye que esos tratos «constituyen casos de tortura».
El documento llegó a manos de Mark Danner. El escritor y profesor de la Universidad de California en Berkeley escribió al respecto en la edición del 9 de abril de la ‘New York Review of Book’, en un artículo titulado ‘US Torture: Vices from the Black Sites’ (EE UU Tortura: Vicios de los sitios negros).
La conclusión ineludible es que oficiales estadounidenses estuvieron involucrados en actividades criminales, violatorias de la ley estadounidense e internacional, indica Reed Brody, autor de numerosos libros sobre abusos contra detenidos.
El informe proporciona nuevas armas a aquellos que piden procesos contra los funcionarios de la administración Bush implicados en tales conductas.
«Es un informe devastador para la administración Bush», afirma Reed Brody, también portavoz de la ONG Human Rights Watch. «Es un documento muy importante que confirma lo dicho en diversos frentes, pero ahora por boca de los propios detenidos».
«Hay suficientes pruebas para abrir una investigación criminal sobre el programa secreto de detención de EE UU tras los atentados del 11 de septiembre», comenta Rob Freer de Amnistía Internacional, y agrega:
«Cuando el CICR usa el término ‘tortura’ no lo hace a la ligera. La tortura es un crimen perseguido por las leyes internacionales y cuando hay alegaciones creíbles de tortura, Estados Unidos tiene la obligación de investigar y llevar ante la justicia a los señalados».
Tratos «crueles, inhumanos y degradantes»
Las informaciones del CICR proceden de conversaciones con 14 detenidos de ‘alto nivel’, retenidos en prisiones secretas de la CIA antes de ser transferidos a Guantánamo en 2006. En virtud de las reglas del Derecho Internacional Humanitario, el CICR visita regularmente a los prisioneros, para asegurarse que las condiciones de detención respeten los convenios internacionales.
El informe, indica Danner, describe que los prisioneros eran aislados por tiempo prolongado, sometidos a simulacros de ahogamiento, a posiciones en tensión corporal, a desnudez forzada, a palizas, y se les negaba el alimento sólido, todo esto durante plazos largos.
«Las alegaciones de maltrato a los detenidos indican que, en muchos casos, los agravios recibidos -de modo individual o en grupo- constituyen tortura. Además, muchos otros elementos de este maltrato fueron crueles, inhumanos y degradantes», precisa el informe, según Danner.
Los delegados del CICR no discuten la autenticidad del informe, aunque deploran el hecho de que se haya hecho público. La CIA, por su parte, ha decidido no hacer comentarios al respecto.
En 2006, el entonces presidente estadounidense, George W. Bush, admitió la existencia de prisiones secretos y el uso de métodos severos de interrogatorio con presuntos miembros de Al Qaeda. Un año después, Bush aseguró que el programa de interrogatorios de la CIA respetaba los Convenios de Ginebra.
La nueva administración estadounidense, de Barack Obama, dispuso el cierre de las prisiones secretas y ordenó a la CIA utilizar sólo métodos para los interrogatorios aprobados por el ejército estadounidense, hasta concluir una revisión completa del programa.
Comisión de la verdad
Según algunas especulaciones, las informaciones contenidas en el informe pudieron haberse difundido para atizar el debate sobre la política de detención durante el gobierno de Bush.
Algunos legisladores demócratas han pedido una comisión de la verdad que investigue la supuesta gama de abusos cometidos por la anterior administración, como parte de su «guerra contra el terror», en la que se incluyen los interrogatorios del CIA y la presunta intervención de conexiones telefónicas. Los republicanos han calificado esta petición como una «caza de brujas».
Obama no decartó eventuales investigaciones, aunque no respaldó la sugerencia de crear comisiones. El mes pasado dijo estar «más interesado en mirar hacia delante, en lugar de hacia atrás».
«Comprendo el dilema político que afronta la nueva administración que se inclina por avanzar con una amplia agenda que va más allá de los derechos humanos», menciona Brody, y agrega:
«Pero si Estados Unidos quiere reconquistar credibilidad, sería un paso importante el hecho de investigar y perseguir estos crímenes, para mostrar al mundo que no sólo pensamos que estos actos fueron equivocados, sino que nos empeñamos en castigar a los responsables de actividades antiamericanas».
swissinfo, Simon Bradley en Ginebra
(Traducido por Patricia Islas Züttel)
La información de que la Agencia Central de Información (CIA) mantuvo a personas sospechosas de pertenecer a Al Qaeda en Europa Oriental, Tailandia y Afganistán fue dada a conocer por el ‘Washington Post’ el 2 de noviembre de 2005.
Según el periódico, las prisiones secretas, conocidas como ‘sitios negros’, fueron establecidas tras los ataques del 11 de septiembre de 2001. La misma fuente aseguró que otros detenidos fueron enviados a Egipto, Jordania y Marruecos, entre otros países.
El senador suizo Dick Marty fue designado por el Consejo de Europa en noviembre de 2005 para investigar las acusaciones de que la CIA había establecido tales prisiones secretas en Europa Oriental.
En su informe inicial, publicado en junio de 2006, Marty concluyó que 14 países europeos habían participado con EE UU en «una red» de abusos contra los derechos humanos. Marty dijo que otros países, incluida Suiza, habían estado implicados, activa o pasivamente, en la detención o transferencia de personas desconocidas.
En septiembre de 2006, el presidente Bush admitió por primera vez que la CIA había mantenido a sospechosos de terrorismo en prisiones secretas, y anunció que 14 detenidos – incluyendo el presunto cerebro de los ataques del 11 de septiembre, Khalid Sheikh Mohammed – habían sido transferidos a la Bahía Guantánamo. Sin embargo, no precisó la localización de las prisiones.
En diciembre de 2007, Bush rechazó las acusaciones de que su administración aplicaba la tortura, y defendió los métodos de la CIA.
Barack Obama ordenó el cierre de la prisión de Guantánamo (Cuba) y de los ‘sitios negros’, en un plazo máximo de un año y ordenó a la CIA restringirse a los métodos de interrogatorio aprobados por los militares de EE. UU.
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