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«Suiza puede enseñar la cultura del diálogo»

Loly Bolay, presidenta del Parlamento de Ginebra, en el salón de su domicilio. Rodrigo Carrizo Couto

Nació en Galicia y es una de las inmigrantes que han llegado más lejos en el escalafón político suizo. Loly Bolay ha presidido durante un año el Parlamento de Ginebra, mandato que concluye el próximo jueves.

Una de las prioridades de su carrera ha sido la integración de los inmigrantes y la lucha por la justicia social. La diputada socialista, fuertemente apegada a sus raíces gallegas, recibió en su casa a swissinfo. Entrevista.

La primera ciudadana de Ginebra es una mujer cálida y cercana, que recibe sin protocolos en su domicilio del Grand Sacconex, a pocos pasos de la sede de Naciones Unidas. Loly Bolay ha recorrido un largo camino desde su Galicia natal hasta la presidencia de uno de los principales cantones suizos. Hija de un republicano, debió abandonar España dado que «era imposible para una hija de rojos llevar una vida normal», recuerda, sin amargura aparente.

A pocas horas del fin de su mandato y entusiasmada por el triunfo de Barack Obama en las elecciones de Estados Unidos («su elección demuestra que otro mundo es posible», comenta), Loly Bolay habla de este año excepcional y analiza temas de actualidad.

swissinfo: ¿Cómo ha vivido la experiencia de ser Primera Ciudadana de Ginebra?

Loly Bolay: Ha sido un periodo fascinante. El ser la primera inmigrante que llega a tal puesto me ha hecho ser invitada por todas las «diásporas». He hablado ante portugueses, italianos, kosovares. Todos ven en mi triunfo una reivindicación del rol de las minorías. De hecho, vivo mi mandato como un reconocimiento personal, pero sobre todo como un reconocimiento a los españoles de Suiza en general.

swissinfo: ¿Qué ocurrirá cuando termine su mandato como presidenta?

L.B: Volveré a ser una diputada. Y es algo que me alegra, porque podré volver a la arena política y defender mis convicciones y las de mi partido. Como presidenta estoy obligada a una neutralidad que no siempre es fácil.

swissinfo: Ser político en Suiza no es lo mismo que serlo en otras latitudes.

L.B: Es cierto. En Suiza los políticos mantenemos otro trabajo y es muy sacrificado. Aunque creo que el oficio de político ‘a tiempo parcial’, tan propio de la democracia suiza, no podrá durar por mucho tiempo. Es un trabajo que implica de 20 a 25 horas a la semana, y así es imposible mantener otra carrera y una vida personal.

swissinfo: Un sistema que debe tener sus ventajas.

L.B: Algo muy positivo del sistema suizo es que nadie entra en política para ganar dinero. Nuestros ingresos están claros y son relativamente modestos. Ganamos unos 35.000 francos al año, lo que no es mucho en este país.

swissinfo: ¿Cree que hay algo en este sistema que pueda ser útil en España?

L.B: Pienso que España podría aprender de Suiza la cultura del diálogo en política. Cuando las instituciones están en peligro, o en periodos de crisis, aquí todos los partidos se unen y hablan con una sola voz.

swissinfo: Es inevitable hablar de la crisis financiera global. ¿Qué análisis hace usted desde su cargo de presidenta del Parlamento de Ginebra y profesional del sector bancario?

L.B: De momento, esta crisis no está afectando mucho a Suiza, más allá del caso del UBS. Aunque los socialistas vemos mal esta privatización de beneficios y socialización de pérdidas. ¿Pero sabe lo peor? Creo que dentro de 20 años tendremos los mismos problemas, porque no se habrá aprendido la lección.

swissinfo: En Suiza no se han visto casos dramáticos como el de Islandia.

L.B: Por suerte, no. Pero la bolsa es un juego para ricos, no para pequeños inversionistas con capitales de 40.000 francos. Cuando uno tiene 10 millones, puede permitirse ‘jugar’ con uno, pero no con las economías familiares. Conozco casos de clientes que han perdido los ahorros de toda una vida al invertir en operaciones de alto riesgo con promesas de rentabilidad del 20 %.

swissinfo: Soprende que nadie haya sido capaz de ver el peligro.

L.B: Es increíble. El UBS tiene 3.000 expertos en análisis de riesgo. ¿Y ninguno se dió cuenta de nada? ¿Y encima les pagan bonos? Hay algo que funciona mal en este sistema, y a los socialistas nos preocupa.

swissinfo: Dentro de lo malo, ¿hay algo positivo?

L.B: Creo que es interesante destacar el retorno del Estado y la vuelta a la política. Hay un retorno a la participación estatal, en el que la política tiene un papel real.

swissinfo: ¿Y cómo ve usted la situación española?

L.B: Creo que la crisis española provocará a corto y mediano plazo una nueva emigración hacia Suiza. La diferencia es que ahora vendrán ingenieros en telecomunicaciones, doctores en química y expertos informáticos.

swissinfo: ¿Cómo ve la inmigración tras haber vivido en sus carnes el fenómeno?

L.B: Suiza comienza a entender su valor y hace esfuerzos para asimilar la inmigración, aunque en mi época sufrimos mucho. Nosotros nos integramos porque nos dió la gana, pero nadie movió un dedo para ayudarnos en esa integración – ¡que hoy se demuestra exitosa! Suiza en los años 60 aplicaba una política estrictamente instrumental y utilitaria del trabajador extranjero.

swissinfo: ¿Y cómo reaccionó su partido?

L.B: El gran error de la izquierda entonces fue dejar sitio a la derecha nacionalista. No existió una política de integración digna de ese nombre hasta tiempos recientes. Y ese espacio disponible lo ocupó la derecha, con mucha eficacia. ¡Pero hay que recordar siempre que para el inmigrante derechos y deberes van de la mano!

swissinfo: Dentro de todas las experiencias que ha vivido este año, ¿hay alguna que destaque especialmente?

L.B: Un momento extraordinario fue cuando llevé a mis colegas del Parlamento de Ginebra a visitar Galicia. ¡Fue la primera vez en la historia que se desplazaban fuera del país! La tradición dice que el presidente debe llevar a sus colegas a su cantón de origen y, dado que no soy suiza, decidí llevarlos a mi tierra.

swissinfo: ¿Cómo valora la presencia gallega en este país?

L.B: Según el consulado español hay 100.000 españoles y binacionales sólo en la parte francófona. En Ginebra hay 30.000, de los que la mayoría son gallegos o descendientes de gallegos. Y, en general, están bien integrados y ocupando puestos de alta responsabilidad.

swissinfo: ¿Una reflexión para terminar?

L.B: ¡Mi mayor sueño hoy sería poder hacer política en España! Si el Partido Socialista lleva adelante su proyecto de ley para que los españoles emigrantes tengan representación parlamentaria, me interesaría mucho poder participar. Pero imagino que este proyecto ya entra para mí en el terreno de la utopía.

Entrevista swissinfo: Rodrigo Carrizo Couto

Nació en Corme, La Coruña, en 1950. Su padre, maestro republicano, fue uno de los innumerables represaliados por la dictadura franquista.

Llegó a Suiza con 17 años para instalarse en Ginebra con su hermana. Tras seguir estudios de francés, adquirió una formación bancaria. Está casada con un ciudadano suizo y detenta la doble nacionalidad.

Trabajó en el mundo financiero durante 20 años antes de ser diputada por el Partido Socialista en el Parlamento de Ginebra.

Loly Bolay es presidenta del Gran Consejo del Cantón de Ginebra y Primera Ciudadana de la República. Su mandato comenzó el 15 de noviembre de 2007 y culmina el próximo jueves.

En Suiza los políticos no viven exclusivamente de su cargo, lo que constituye una de las numerosas ‘excepciones helvéticas’. Es un sistema conocido como ‘partisano’ o ‘de milicia’. Pero según aclara con humor la propia Loly Bolay, «el hecho de ser no profesionales no quita seriedad a la tarea».

Salvo los miembros del Gobierno Federal, diplomáticos y otros funcionarios de alto rango, los políticos en Suiza mantienen carreras profesionales paralelas. Según el puesto, esta ‘política partisana’ puede implicar entre 20 y 30 horas de trabajo semanales y su remuneración es relativamente modesta para los estándares helvéticos.

Suiza es uno de los países con mayor inmigración en Europa. Sólo en la ciudad de Ginebra, el 46 % de los habitantes ha nacido fuera de las fronteras suizas, lo que constituye un caso único en el mundo. Ginebra continúa recibiendo extranjeros a un ritmo de 6.000 anuales.

En toda Suiza viven un 20,4 % de extranjeros, entre los que se cuentan mayoritariamente ciudadanos de la antigua Yugoslavia, italianos, portugueses y de Europa del Este. A ellos se suma un creciente número de alemanes. Igualmente, se calcula que en Suiza viven hasta 100.000 trabajadores clandestinos de origen latinoamericano.

Según la Oficina Federal de Estadísticas, unos 130.000 españoles y binacionales viven hoy en Suiza. Este colectivo constituye una de las minorías más significativas del país. La mayoría de estos inmigrantes españoles llegaron, como la presidenta Loly Bolay, en los años 60 y 70.

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