Exilio: la muerte de Pinochet …
Miguel Norambuena vive desde 1974 en Ginebra, Suiza, donde se exilió como refugiado político durante la dictadura de Augusto Pinochet.
A horas de la defunción del ex dictador, no sale del ‘shock’ que le provocó la noticia: «Pienso que tal vez ahora, que la muerte está definitivamente concretada, podremos retomar nuevos aires».
Miguel Norambuena estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, cuando junto a un grupo de compañeros partió a Temuco para trabajar en un proyecto de emancipación del pueblo mapuche.
Estando en esa región del sur de Chile –donde la derecha más radicalizada dominaba y había bastante represión-, lo sorprendió el Golpe de Estado de Augusto Pinochet y la muerte del entonces presidente Salvador Allende, algo que provocó un vuelco inesperado en su vida.
Radicado en Ginebra desde 1974, donde llegó como refugiado político escapado del régimen pinochetista, formó su familia –se casó con una suiza y tienen tres hijas-, y desde hace 25 años dirige el ‘Centro Racard’, una comunidad terapéutica.
El cuento del pastor, las ovejas y el lobo
Norambuena conversó con swissinfo cuando no salía todavía del shock que le había provocado la noticia de la muerte de Pinochet, que se había producido dos horas antes en Chile.
«Reconozco que como era una ‘muerte anunciada’, algo que ya se había producido en otras veces pero que nunca se concretaba, estaba como anestesiado», comienza diciendo, y prosigue:
«Era como el cuento del pastor y las ovejas, donde siempre se anunciaba que venía el lobo, y nunca venía, hasta que una vez vino, justo cuando ya no lo creía nadie. Ahora que llegó, creo que genera muchas cosas»
«Decir que la alegría es grande es como poco, como chico. Acabo de abrir una serie de correos electrónicos que me llegan desde Chile y desde otros compatriotas que están aquí en Suiza, y creo que todo el mundo está muy feliz», asegura desde su casa en Ginebra, y agrega:
«Me imagino que acá, toda la comunidad chilena, mañana, o esta noche misma, van a improvisar una fiesta, un encuentro. Creo que el fin de la serie de vueltas y revueltas finalmente está tomando cuerpo ahora, después de treinta años».
Los ‘setenta’ en Chile
«Creo que los años que van del ’70 al ’73, fueron los mejores de mi vida. Durante ese período, de Unidad Popular, un poco antes diría, hasta el Golpe, en Chile vivíamos una especie de ‘mayo del 68’, una efervescencia de la juventud, de la creación…», relata, Norambuena y recuerda:
«Después estuve con los mapuches, donde aprendí toda la relación con la tierra, con la paciencia, con la dignidad. Creo que todo eso me ‘equipó’ de alguna forma, que me dio fuerza para seguir acá, en Suiza, no abdicar políticamente y poder reinventar desde acá la política»
Con tono pausado, explica que lo apresaron junto a otros compañeros, por un tiempo relativamente corto, y luego lo liberaron con arresto domiciliario:
«Me liberaron porque en esa época, en el sur de Chile, todavía existía un cuidado en el tratamiento hacia quienes proveníamos de Santiago, porque estábamos educados, éramos universitarios y existía un cierto celo»
«Mientras estaba en arresto domiciliario, cada dos o tres días me pasaban a buscar por mi casa para el interrogatorio, y como cada vez que iba al ‘regimiento Tucapel’ me daba cuenta que otros compañeros desaparecían o los trasladaban, me empezó a dar mucho miedo»
El psicoterapeuta relató que esta situación lo motivó a escaparse hacia Santiago, cruzada que enfrentó con gran suerte porque encontró una persona que tenía un salvoconducto y pudo viajar hasta la capital chilena.
Allí se refugió en la Embajada helvética, gracias a que conocía a unos suizos que trabajaban allí y que colaboraban con él en aquello que llamaban «tibiamente, la resistencia»:
«Allí pasé unos dos meses, refugiado, esperando el salvoconducto para salir del país. Como tenía un antecedente que venía de Temuco, y los que veníamos de esa región éramos considerados guerrilleros, necesitábamos un salvoconducto especial de la máxima comandancia de Pinochet, y por esa razón algunos de nosotros demorábamos mucho en salir del país»
«Suiza me recibió con mucha solidaridad»
Miguel Norambuena relató que eran una veintena los compañeros que ocupaban las instalaciones de la Embajada –que, aclaró, no era tan grande-, a la espera de que los envíen a Ginebra.
«Allí también fueron enviados estos amigos suizos, que me ayudaron, y a los que el gobierno declaró personas no gratas y también los deportaron», sostiene y asegura:
«Recuerdo que el mismo embajador y el secretario me acompañaron al aeropuerto, con inmunidad diplomática. Y cuando llegué a Suiza me recibieron con mucha solidaridad»
«En ese momento había una gran solidaridad con el pueblo chileno, una época donde toda Europa estaba muy politizada y había mucho apoyo a América Latina. Los chilenos nos beneficiamos de toda esta acogida, que para mi en Suiza fue muy importante»
«Voilà»
«Ahora, diría, que empieza otro proceso, donde hay algo mucho más concreto para muchos de nosotros, que cada vez que veíamos una noticia de Pinochet en la prensa dábamos una vuelta de nuevo a visitar el dolor, los muertos, los desaparecidos, la gente querida que se fue.
«Pienso que tal vez ahora, que la muerte está definitivamente concretada, podremos retomar nuevos aires, y seguir… Voilà», concluyó, sin quitar de su voz una especie de mezcla entre amargura, nostalgia y alegría.
swissinfo, Norma Dominguez
– Miguel Norambuena es psicólogo, terapeuta, especialista en psicopatología y con conocimientos de filosofía.
– Está formado en París donde estudió con Gilles Deleuze y trabajó en psicoanálisis con Felix Guattari.
– Desde 1974 reside en Ginebra, donde llegó como refugiado político del régimen de Augusto Pinochet
– La dictadura de Pinochet se prolongó durante 17 años Chile.
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