FARC-Colombia: La herida de los mediadores
Tras la liberación de Ingrid Betancourt y de otros 14 rehenes de manos de las FARC, Bogotá suprimió la mediación de los enviados de Suiza y de Francia, descalificó su labor y abrió una investigación contra el primero.
«No merecíamos que nos echaran de esa manera», comenta el emisario francés, Noël Saez, a swissinfo.
Alude a ese 28 de junio de 2008 en el que el presidente colombiano, Álvaro Uribe les espetó: «Me traicionaron, ya no tengo confianza en ustedes. Si los mantengo en su rol de facilitación, es en consideración a sus países y a sus gobiernos, pero sé que ustedes son cómplices de las FARC».
Estaban en el palacio presidencial… un episodio que narra en su libro ‘L’émissaire’ (El Emisario) y del que comenta a swissinfo: «No tenían derecho a tratarnos así».
«Y lo que hacen ahora con Jean-Pierre Gontard es totalmente injusto», acota el emisario del Elíseo respecto al otrora facilitador para la paz por parte de Berna.
«No entiendo ese acoso permanente contra Jean-Pierre Gontard, es injusto y una falta total de gratitud y de elegancia», precisa el ex diplomático francés, entrevistado por swissinfo con ocasión de la reciente publicación de ‘El Emisario’.
Biografía y geopolítica
Autobiográfico, el texto no sólo es una zambullida en el periplo de casi siete décadas por el mundo, que es la vida de Saez, sino un atisbo a la historia contemporánea de los países que recorrió el también ex piloto de la Fuerza Aérea Francesa desde su nacimiento en Argelia, hasta su última misión en Colombia.
La suya es una vida intensa, poblada de imágenes de muchas guerras: la independencia de Argelia, el golpe de Estado en Chile, la guerra civil en El Salvador. De recuerdos de un horror intenso: aquellos restos humanos que debió reunir con sus propias manos en la selva mozambiqueña. De experiencias terribles: su casa de San Salvador bombardeada -con él, su hija y su mujer al interior…
Una vida ajena a la banalidad: «En cuarenta años de carrera, arranqué a unas doscientas personas de las garras de las guerrillas colombiana y salvadoreña y de las cárceles de la junta chilena», escribe Noël Saez en su libro.
Colombia, una herida
Empero, su trayectoria diplomática concluye con una experiencia amarga: «La última misión, que realicé en Colombia durante estos seis años, cuatro meses y 10 días, y la manera cómo nos echaron de Colombia -hablo por parte mía, pero Jean-Pierre Gontard piensa lo mismo- es una herida», confiesa a swissinfo.
Jean-Pierre Gontard por Suiza, y Noël Saez por Francia, fungieron como mediadores entre Bogotá y el primer grupo insurgente del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para la liberación de personas retenidas por la guerrilla, incluida la ciudadana franco-colombiana, Ingrid Betancourt.
El cumplimiento de su mandato exigió a los enviados europeos internarse en reiteradas ocasiones en la selva y arriesgar su propia integridad. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron vanos, merced a su concurso muchos rehenes volvieron a sus hogares. En ‘El Emisario’, leemos:
«Luis Carlos Restrepo (alto comisionado para la paz en Colombia) parece tener poca memoria cuando pretende que ‘el trabajo realizado por los facilitadores durante varios años, más allá de su buena voluntad, no ha producido ningún resultado’. Olvida, entre otros, a los 317 militares colombianos del ejército regular liberados en 2001, gracias a la intervención directa de Jean-Pierre Gontard y a su mediación ante las FARC».
«Nos quisieron ensuciar»
No obstante, tras la liberación el 2 de julio de 2008 de 15 prisioneros de las FARC, incluida Ingrid Betancourt, el Gobierno del presidente Álvaro Uribe suspendió la mediación de Suiza y Francia. Más aún, inició una investigación contra Gontard por la supuesta entrega a las FARC del capital de un rescate.
Sobre esa acusación, que el Ministerio suizo de Exteriores rechazó desde un principio, resume nuestro interlocutor: «Nos quisieron ensuciar. En lugar de decirnos: ‘vamos a tratar esto entre nosotros, pueden regresar a su país y muchas gracias’, inventaron cantidad de cosas».
Le duele más esa actitud, que el hecho de que, según explica con detalle en su libro, el Gobierno colombiano los haya instrumentalizado -y puesto en riesgo- para distraer a la guerrilla mientras liberaba al grupo de rehenes.
«Al final, es normal que seamos utilizados, por una parte u otra, en nuestro papel de mediadores, pero no fue normal que nos echaran así».
A punto de liberarlos
Publicado a principios de este mes, ‘El Emisario’ consagra dos de sus tres capítulos a Colombia y la mayor parte de éstos a Ingrid Betancourt. «Es el caso más largo que traté y el último de mi carrera, además la conocía y conocía a su familia, pero yo exigía su liberación como la de todos», nos comenta Saez.
También alude a las dos ocasiones en que él y Gontard estuvieron muy cerca de lograr su libertad. Una, poco antes de la ofensiva militar en la que cayó Raúl Reyes en Ecuador el 1º de marzo de 2008; y otra, justo cuando las autoridades colombianas lanzaron la ‘Operación Jaque’ el 2 de julio del mismo año.
Sobre el operativo, que Bogotá reivindicó 100% colombiano, Saez manifiesta su certeza de que se logró en virtud de la participación de Estados Unidos y de la traición del jefe guerrillero encargado de la custodia de la ex candidata presidencial colombiana. Amén del uso ilegal de un emblema de la Cruz Roja.
‘El Emisario’ empieza su narración en Colombia, más precisamente en el aeropuerto militar de Bogotá, con la llegada de Ingrid Betancourt y los otros rehenes, y concluye también en Colombia, con un repaso a los principales protagonistas de ese país sumido en más de medio siglo de violencia.
Una violencia a la que sólo podrá ponerse coto mediante la negociación y con reformas estructurales que permitan una equitativa distribución de la riqueza. La miseria, dice, es el mejor semillero para los grupos armados.
«Ahora, ratifica, cuando las delaciones, las deserciones y los embates del ejército han debilitado a las FARC, es el momento de negociar». Empero, lamenta, «Uribe no tiene intención de hacerlo».
swissinfo, Marcela Águila Rubín
Paramilitares.- Su desmovilización (de unos 32.000) fue un fracaso. Esos hombres lo único que saben hacer es matar, así es que retomaron las armas en apoyo a los narcos o formaron bandas de delincuentes aún más peligrosas como las ‘Águilas Negras’.
L’émissaire (El Emisario), de Noël Saez, fue publicado en marzo de 2009 por las Ediciones Robert Laffont.
Noël Saez nació en Argelia en 1940.
Sus abuelos eran españoles naturalizados franceses.
Pasó su niñez en Marruecos y luego se trasladó a Francia.
Sirvió en la Fuerza Aérea Francesa y en el Ministerio de Exteriores de la República Francesa.
Sus misiones lo llevaron por diversos países incluidos, Madagascar, Mozambique, Chile, El Salvador, Argentina, España, Venezuela y Colombia.
Aunque debilitadas, las FARC no capitulan. En un mensaje difundido por Internet el pasado 21 de marzo confirmaron su decisión de continuar la lucha armada. Ese mismo día, volaron un tramo de la autopista Panamérica.
Unificadas en 1964 por Pedro Marín alias ‘Manuel Marulanda’, alias ‘Tirofijo’, las FARC constituyen la más antigua y más poderosa guerrilla latinoamericana.
Nacidas de reivindicaciones sociales, las FARC se han desacreditado por el recurso a prácticas ilícitas, especialmente el narcotráfico y el secuestro.
En 2008, las FARC sufrieron la pérdida de Marulanda (fallecido a los 80 años, de muerte natural) y de su dirigente, Raúl Reyes, caído en una ofensiva militar lanzada por Bogotá en terreno ecuatoriano.
Además, sus huestes están diezmadas: se estima que han perdido 7 mil de sus 18 mil efectivos y unos 10 mil de sus 20 mil milicianos (que operan en las ciudades.
Empero, continúan con el reclutamiento de nuevos elementos.
Unos 1.300 indígenas colombianos de la región fronteriza con Ecuador habrían huido tras la masacre de una veintena de Awa presuntamente perpetrada por las FARC, informaron el 23.03 las agencias de noticias.
Se trata de un reciente ejemplo del drama que vive la sociedad civil colombiana, en particular en las zonas rurales, donde es una víctima potencial de todas las partes en conflicto.
Tres y medio millones de personas han sido obligadas a abandonar sus hogares como consecuencia de los conflictos armados.
Una tragedia de la que se habla muy poco.
Se trata de gente humilde que salió de sus campos, de sus pueblos, huyendo los conflictos armados.
Se instalan y subsisten en los suburbios de las ciudades, en los cinturones de miseria.
Entre los jóvenes que se encuentran en tales condiciones las FARC y los paramilitares reclutan nuevos elementos.
Se trata principalmente de campesinos y la única forma en que pueden resolver su situación es regresando a sus tierras, a sus regiones de origen.
Pero para ello hay se requiere garantizar la seguridad de esas zonas que eran –o siguen siendo- áreas de combate.
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