Siria festeja unida bajo su «vieja-nueva» bandera
Álvaro Mellizo
Damasco, 13 dic (EFE).- Si una bandera sirve para demostrar unidad, la «vieja-nueva» de Siria parece haberlo conseguido con creces. Decenas de miles de personas celebraron y marcharon este viernes bajo los colores verde, blanco y negro de la flamante enseña -aún no oficial- del país para marcar el hundimiento del régimen de Bachar al Asad y el nacimiento de una nueva Siria.
Este viernes, día del rezo sagrado para los musulmanes, ha sido también en Damasco y otras grandes ciudades el de la afirmación del cambio de poderes y del inicio simbólico de un nuevo ciclo, con sus colores propios, apenas seis días después de la huida de Al Asad y el colapso de su gobierno (2000-2024), que junto con el de su padre Hafez (1971-2000) dirigieron con mano de hierro el destino de los sirios por más de 50 años.
En la céntrica plaza de los Omeyas de la capital, hasta hace nada un lugar vedado para movilizarse, junto al Ministerio de Defensa y la sede de la televisión nacional, miles de damascenos de toda condición se mezclaron con «muyahidines» recién venidos del norte, las clases urbanas con las rurales, los más liberales con grupos que ostensiblemente provienen del islamismo radical.
Color verde, estrellas rojas
Todos bajo el mismo color verde, blanco y negro, con tres estrellas rojas.
Yazen al Masry, farmacéutico de Damasco, explicó a EFE que ésta «es una bandera muy bonita y nos representa. Es la bandera antigua que no tiene relación con el mandato francés de Siria. Es una bandera siria patriótica desde la época de la libertad que perdimos y ojala vuelva ahora».
El diseño proviene del inicio de la independencia siria, tras la salida de los franceses de la región, y se mantuvo hasta 1958, cuando las distintas revoluciones árabes llevaron a adoptar la bandera roja, blanca y negra, que con distintos cambios menores, perduró hasta, literalmente, hace seis días.
El islamista Organismo para la Liberación del Levante (HTS, en árabe), líder de la coalición que en apenas 12 días de ofensiva relámpago destruyó el régimen de Al Asad y tomó el poder en la capital, usaba en los territorios que dominaba en la zona de Irbil un diseño similar, con una polémica adición.
Ellos enarbolaban los colores, pero con el centro de la enseña ocupado por la «shahada», la profesión de fe que proclama que no hay más Dios que Alá y que Mahoma es su profeta.
Un mismo color
Pero hoy en Damasco eso no se vio por ningún lado. La bandera era la misma para todos.
Los mercaderes de la ciudad, una de las más viejas de la humanidad, no perdieron la oportunidad y en un abrir y cerrar de ojos llenaron todas las calles de banderitas, carteles, pegatinas y banderas propiamente dichas, de mayor o menor calidad, pero todas iguales: verde, blanca, negra, con tres estrellas rojas en la franja blanca.
En la plaza, los damascenos bailaban, cantaban, se mezclaban y se hacían muchas fotos. Tocaban el claxon de sus coches, algunos montaban a caballo y otros paseaban con uniformes desgastados y fusiles de combate al hombro.
No había ninguna seguridad, salvo la que podían proporcionar los «muyahidines» que estaban más preocupados por integrarse en los festejos que en prevenir amenazas, y mucho menos en reprimir la celebración.
No había tampoco ningún temor, pese a la mezcla poco común de ciudadanos pudientes con rudos combatientes, de mujeres sin velo y ropa occidental con portadoras de hijab (velo) integral, de gente del norte que nunca había visto la gran ciudad con avezados urbanitas.
Entre las albórbolas constantes, tambores y cánticos, Hisham Daud al Kurdi, de 43 años, dijo a EFE que éste es «el mejor día» de su vida, y que «los días de la liberación son los mejores días del pueblo sirio».
Manal al Hakim, de 54 años, insistió respecto a la «nueva» enseña que debe ser sin duda la que represente al país.
«Antes veníamos obligados a esta plaza a decir forzosamente ‘Al Asad por siempre, por siempre’. Ahora vengo voluntariamente, con alegría», dijo.
Según pudo verse por la televisión siria, también hubo movilizaciones masivas en ciudades septentrionales y costeras como Hama, Latakia y Tartus; así como las meridionales Deraa y Al Sueida.
Fue el líder insurgente islamista Ahmed al Charaa, antes conocido por su nombre de guerra Abu Mohamed al Jolani, quien llamó a la población a celebrar este viernes el derrocamiento de Asad tras el rezo musulmán del mediodía.
Siguiendo el mensaje que ha repetido hasta la saciedad estos días, invitó a hacerlo «sin disparar balas e intimidar a la gente».
En Damasco al menos, eso parece haberse conseguido, todo bajo el mismo símbolo. EFE
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