¿Cuál es la mejor universidad del reino?
Cada año se publican clasificaciones diversas que atribuyen puntos y juicios sobre los ateneos del planeta. Los que trabajan en el ámbito universitario invitan a la prudencia: tales evaluaciones siguen lógicas muy diversas y, sobre todo, no dan una imagen completa de cada instituto.
Havard, Yale, Cambridge, Oxford, Massachussets Institute of Technology, Imperial College de Londres: las primeras posiciones del World University Ranking 2008, publicado en el Times Higer Education Supplement, las ocupan nombres reconocidos.
En esta célebre clasificación, que se propone indicar las doscientas mejores universidades del mundo, los ateneos helvéticos destacan: la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) está en el lugar 24, la de Lausana en el 50. La Universidad de Ginebra en la posición 68; la de Zúrich, en la plaza 106; Basilea, en la 131; Lausana, en la 161 y Berna, en la 192.
Si se observa otra clasificación, la de la Shangai Jiao Tong University, sólo las primeras diez posiciones son idénticas con respecto al listado antes mencionado: los primeros lugares los ocupan universidades estadounidenses y las británicas de Cambridge y Oxford. Sin embargo, el resto de la lista difiere significativamente. Por ejemplo, la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) y la Universidad de Ginebra retroceden hasta la centésima posición. ¿Cómo explicar tales discordancias y, sobre todo, cuál es la utilidad real de estas clasificaciones?
Cuestión de efoques
«Actualmente existen miles de escalafones posibles para evaluar a los ateneos mundiales: su importancia varía de acuerdo a su difusión y a los criterios que utilizan, como, por ejemplo, el número de distinciones recibidas o la cantidad de publicaciones científicas que tienen en las revistas especializadas», explica a swissinfo Raymond Werlen, vicesecretario general de la Conferencia de Rectores de las Universidades Suizas.
En su opinión, «ciertamente resulta adecuado documentar de modo claro y transparente la forma en que los ateneos llevan a cabo su misión, pero este tipo de clasificaciones sólo es útil si realmente toma en cuenta la actividad de una universidad, y muchas veces no es el caso»
De hecho, agrega Werlen: «Para obtener reconocimientos importantes, una universidad requiere muchos años de vida. En consecuencia, ciertas instituciones –que desarrollan una actividad académica de buena calidad-, no están consideradas dentro de las clasificaciones».
Sin olvidar que «el número de publicaciones varía considerablemente de una disciplina a otra; además, sucede a menudo que muchos artículos científicos no son registrados en los bancos de datos consultados por los realizadores de estas clasificaciones».
No sólo con base en los premios Nobel
En años recientes, la importancia creciente de estos listados –muy provechosos para quien los elabora-, ha instaurado una competencia aguerrida entre las universidades para atraer al mejore personal docente y a los alumnos más brillantes.
A título de ejemplo, «algunos ateneos asiáticos se han fijado incluso el objetivo anual de figurar entre las primeras cien posiciones», señala Dimitros Noukakis, coordinador del denominado ‘grupo clasificaciones’ de la EPFL, en un artículo publicado en la página de esa institución.
En consecuencia, «los ateneos señalados como los mejores y algunas disciplinas científicas reciben siempre más fondos, lo que crea una brecha entre las instituciones de grandes dimensiones y las universidades más pequeñas», añade Noukakis.
Sin embargo, según Pierre Magnin, responsable de presupuesto en la EPFL, y citado en el mismo artículo, los resultados del ‘ranking’ deben tomarse con pinzas. «Por ejemplo, la lista del Shangai Joao Tong University casi se restringe a los premios Nobel, ignorando otras distinciones académicas. ¡Algo así como calificar a un jugador de tenis con base sólo en el número de victorias que ha tenido en un Gran Slam!».
De cualquier modo, Magnin reconoce el valor que se le puede conferir a estos listados: «En el mundo hay cerca de 8.000 universidades, así que seguro resulta positivo encontrarse entre las primeras doscientas».
Nichos de interés
«En realidad, estos ‘rankings’ no dicen mucho más de lo que ya sabemos. A nadie sorprende el hecho de encontrar en los primeros lugares a las mayores universidades del planeta», señala a swissinfo Benedetto Lepori, responsable del Servicio de Investigación de la Universidad de la Suiza Italiana.
A juicio de Lepori, «el problema se plantea en el momento de analizar el resto de la clasificación. Estas evaluaciones se construyen con base en precisiones metodológicas que limitan el suministro de nuevas informaciones útiles».
«Una universidad que no aparece a la cabeza del ‘ranking’ no está condenada a la mediocridad. Los clasificadores generalmente consideran a una universidad en su aspecto global, reduciendo todo a una escala única y favoreciendo a las instituciones más grandes, mientras que las más pequeñas se contentan con limitarse a un nicho de excelencia en determinada especialidad», evidencia Benedetto Lepori.
Por otra parte, subraya Lepori, «la actividad de la universidad es, por definición, multidimensional: en el contexto europeo y suizo, no tiene mucho sentido querer clasificar una universidad exclusivamente con base en la visibilidad internacional. Y cabe decir en ese contexto que un ateneo debe corresponder a las necesidades de quienes lo financian y al contexto en el que se haya inmerso».
swissinfo, Andrea Clementi
(Traducido por Patricia Islas Züttel)
Las clasificaciones de los ateneos son solamente seguidas por tres tipos de instituciones: los medios, las autoridades de control de la enseñanza superior y por las universidades mismas.
En los Estados Unidos, ya en la década de los años veinte, se introdujeron los primeros controles de calidad en la enseñanza.
Los medios se interesaron en el tema hasta 1983, cuando la población US News and World Report realizó el America’s Best Colleges Ranking, como base de información para padres de familia y estudiantes en Estados Unidos.
Con el paso de los años, este tipo de clasificaciones se reprodujeron en el resto del mundo, tomando en cuenta criterios diversos, entre ellos: el número de premios Nobel recibidos por sus miembros, la cantidad de artículos científicos en su nombre, perspectivas de empleo tras los estudios, salarios de sus ex alumnos, etc.
En Suiza, la Secretaría de Estado para la Educación y la Investigación, en colaboración con la Conferencia de Rectores de las Universidades Suizas, creó la página internet www.universityrankings.ch, para proporcionar informaciones sobre diversas clasificaciones, la metodología que siguen y su grado de confiabilidad.
A escala internacional, expertos y representantes del mundo académico fundaron en 2004 el ‘International Rankings Expert Group’. Es una sociedad que definió una serie de principios para defender la transparencia de la información, el reconocimiento de la diversidad de las instituciones y de la elección metodológica.
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