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El gran desperdicio alimentario

Mientras millones de personas viven en la pobreza, en los países industrializados hay despilfarro de agua y alimentos. Thomas Kern

Casi un tercio de la producción total de comestibles se pierde entre el campo de cultivo y el consumo. Los productos alimenticios acaban por toneladas en la basura, también en Suiza. Esa es una situación injustificable, sentencia el investigador científico del medioambiente Claudio Beretta e insta a que todos los actores implicados actúen en consecuencia.

En Suiza existen valoraciones aproximadas sobre el desperdicio de alimentos, pero no hay cifras concretas al respecto. Claudio Beretta, científico adjunto en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (EPFZ) y presidente de la asociación foodwaste.ch, ha examinado 43 empresas de la industria alimentaria y escudriñado material informativo internacional para su trabajo de maestría.

Conclusión: tal como ocurre en otros países industrializados, se pierde casi un 30% de los productos existentes en la cadena alimentaria. Y aproximadamente la mitad de ese volumen es tirada por el consumidor.

swissinfo.ch: Los hogares suizos gastaban hace 100 años entre el 40 y 50% de sus ingresos en alimentos; hoy, apenas entre el 6 y 8%. ¿Acaso los productos alimentarios son ahora demasiado baratos y por eso han perdido valor?

Claudio Beretta: Esa es sin duda una razón importante. La gente en los países en desarrollo no pueden permitirse  comprar más de lo estrictamente necesario.

Las opiniones divergen mucho en cuanto al abaratamiento de los productos alimentarios. Claro que hay cierta situación irregular. Por ejemplo, los costos que la producción de alimentos ocasiona al medioambiente no están incluidos en los precios. Serían más caros si lo estuvieran.

Si consideramos los recursos y el enorme trabajo invertido para llevar el alimento hasta el plato, espanta ver la gran cantidad que tiran los hogares.

swissinfo.ch: Y no se tira únicamente los productos alimentarios dañados, sino también los que aún se pueden comer. ¿Por qué?

C.B.: Lo cierto es que muchos consumidores no saben distinguir  si un comestible está todavía o no en condiciones de saborearlo. Ellos se rigen por la fecha de vencimiento señalada. Eso es problemático, porque muchos productos alimentarios siguen en buen estado aún después de haber expirado esa fecha.

Varios consumidores confunden la fecha mínima de caducidad y la fecha de consumo. La fecha mínima de caducidad se refiere únicamente a la garantía que da el productor sobre la conservación óptima del comestible, pero eso no quiere decir que el producto sea después perjudicial para la salud. Las personas deben aprender a confiar más en sus sentidos.

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swissinfo.ch: Pero tiendas y consumidores no son los únicos que originan desperdicios, también el agricultor al escoger el producto por tamaño, color y forma según las normas. ¿Hay relación de estas exigencias de calidad con las necesidades de los consumidores?

C.B.: No es fácil responder a esta pregunta. ¿Se han seleccionado los productos de tal manera que el consumidor no se vea ante el dilema de comprar una zanahoria torcida? ¿O es que el consumidor deja siempre la zanahoria torcida y hace que para el vendedor no valga la pena traerla a la tienda?

En todo caso, las altas exigencias estéticas son consecuencia del nivel de bienestar que tenemos. Lamentablemente, muchos consumidores han olvidado cómo se valora la verdadera calidad de los productos alimentarios.

La valoración errónea de los productos alimentarios preocupa por su incidencia en la eficiencia de toda la cadena alimentaria y en las pérdidas originadas, así como en el hecho de que muchos comestibles sanos dejan de ser consumidos.

Las elevadas exigencias de calidad son ciertamente exageradas si consideramos que una séptima parte de la población sufre de desnutrición permanente.

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swissinfo.ch: ¿Qué relación ve usted entre el desperdicio en los países industrializados y la pobreza en el Sur?

C.B.: Constato dos relaciones importantes. Entre 40 y 50% de los productos alimentarios que consumimos en Suiza son importados, en parte de países donde hay  hambre. Cuanta más grande es la demanda nuestra, es mayor la carencia de esos alimentos allí donde apenas los tienen.

La segunda conexión está, a mi juicio, en los precios del mercado mundial. Cuanto más grande es la demanda de productos alimentarios en los países industrializados, es mayor el encarecimiento de los precios. Y eso ocasiona que mucha gente no pueda ingerir suficientes calorías ni sustancias nutritivas.

swissinfo.ch: ¿Qué hace falta para que los productos alimentarios sean mejor distribuidos?

C.B.: Creo que el origen del problema está en la distribución absolutamente desigual del poder adquisitivo. Las personas adineradas usan los productos alimentarios para el combustible de sus automóviles, mientras que la gente pobre no tiene dinero suficiente para cubrir ni siquiera sus necesidades elementales.

Mientras persista esta desigualdad de recursos financieros, sería bueno que el mercado mundial ofreciera los alimentos básicos a precios módicos. No puede haber competencia entre los productos alimentarios utilizados para fines energéticos y los empleados para comer.

swissinfo.ch: En la lucha contra el desperdicio de alimentos, la ONU y la UE llaman a una acción común. ¿Qué medidas pueden tomarse contra el denominado ‘foodwaste’?

C.B.: Mi conclusión principal es que todos los actores con un papel en la cadena alimentaria y el enorme desperdicio son la suma de varios problemas menores. Hacen falta muchas y variadas medidas. Hay que llegar a cada actor, y para lograrlo hacen falta medios de comunicación individuales y mucho tiempo.

La educación es también importante. La enseñanza de administración del hogar debe ser combinada con aspectos inherentes a la protección del medioambiente para que así aumente el grado de conciencia y las pequeñas decisiones cotidianas tengan un efecto de palanca.

La FAO ha convocado este año a una acción conjunta para evitar que disminuya la seguridad alimentaria a causa del desperdicio.

El Parlamento de la UE también exige un manejo más cuidadoso de los productos alimentarios y que, de aquí al 2025 se reduzca a la mitad el volumen de alimentos desperdiciados.

Según la ONU, alrededor de 870 millones de personas sufren de desnutrición crónica en el mundo.

swissinfo.ch: ¿Qué espera usted de la política?

C.B.: Puede establecer las condiciones marco, precisamente en la educación. Determina cuál será el reaprovechamiento de los productos alimentarios que las personas no consuman.

Lo importante es que esas directrices sean elaboradas con criterios científicos. Lo mismo atañe a la fecha mínima de caducidad que a la de consumo. Ambas deben ser reguladas de manera homogénea para evitar que la precaución desmesurada ponga en riesgo la seguridad de los comestibles o provoque desperdicio innecesario.

Además, la sensibilización de los consumidores es central, porque ellos son los actores que al final tienen la potestad de elegir lo que compran.

De acuerdo a datos de la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) casi 30% de productos alimenticios son tirados o estropeados. Eso equivale a 1.300 millones de toneladas producidas en vano.

En los países de la Unión Europea aproximadamente 90 millones de toneladas van a parar a la basura; o sea, 280 kilogramos por persona. La pérdida anual de productos alimentarios en Suiza se cifra entre 1 a 2 millones de toneladas.

Un 20% de esas pérdidas tiene lugar en la agricultura (pérdida en la cosecha, selección de productos);  40% ocurre en el transporte, el comercio y el procesamiento y casi 40% en los consumidores.

Traducción, Juan Espinoza

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