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«No todos quieren comer hamburguesas con ketchup»

Suiza tiene cada vez menos campesinos, un riesgo para su soberanía alimentaria. Keystone

Gran parte de la población suiza quiere consumir productos locales. Intenta asegurar así la soberanía alimentaria en este país que importa casi el 40% de sus alimentos. Para ello necesita de sus campesinos, que cada día son menos.

La soberanía alimentaria se impone también porque el transporte de alimentos a través de miles de kilómetros es insostenible y porque la producción a gran escala beneficia sólo a unos pocos y deja en la pobreza a la mayoría.

El tema se discutió en el foro realizado este martes (03.10) en Berna. Participaron organizaciones de campesinos, consumidores, productores, procesadores y distribuidores de alimentos, ambientalistas, sindicalistas y políticos.

Uno de ellos, Jacques Bourgeois, consejero nacional del cantón de Friburgo, señaló que un principio de la soberanía alimentaria es que cada país sea capaz de satisfacer las necesidades de su población con la propia producción.

«No se tiene que recurrir al transporte de grandes distancias, lo que tiene consecuencias catastróficas para el medio ambiente. Tampoco todos quieren comer hamburguesas con ketchup», agregó Bourgeois, también director de la Unión Suiza de Campesinos.

Para Ernst Wüthrich, profesor de la Escuela Especializada de la Suiza Nororiental, no tiene sentido tener en la mesa papas de Egipto, país que tal vez no está en condiciones de alimentar a toda su población y carece de agua. «Compren la producción local, es la única manera de tener una agricultura sostenible», instó al auditorio.

Según Bourgeois, Suiza importa alrededor del 40% del volumen total de alimentos que necesita. «Somos uno de los países más dependientes de la importación de alimentos. Pagamos 600 francos per cápita anuales mientras que la EU 65 francos y los Estados Unidos sólo 9 francos».

Para este campesino y político, la restricción en las importaciones no afectaría a los países del sur. «No ayuda mucho que nuestros mercados estén inundados de productos foráneos. Lo que debemos hacer es ayudarles a cubrir sus necesidades con su producción local».

A un campesino de Colombia o de Camerún, Bourgeois le diría que se asocie y exija a su Estado buenas condiciones marco de tal manera que pueda vivir de su producción.

Brasil: alimentos para los que tienen hambre

El único representante del Sur en el Forum de Berna fue João Paulo Rodrigues, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil (MST). «La soberanía alimentaria está estrechamente ligada a la distribución y democratización del acceso a la tierra», dijo a swissinfo.

Rodrigues estuvo en la OIT en Ginebra para «denunciar la criminalización del MST en Brasil. Con la Vía Campesina brasileña y con trabajadores del campo y de la agricultura familiar impulsamos una campaña continental por la reforma agraria, que ya se nota en Bolivia con las tierras indígenas, en Venezuela, y está en curso en Paraguay y Brasil».

El dirigente brasileño elogió que países con más riqueza como Suiza se preocupen por la soberanía alimentaria. «Los brasileños queremos que nuestros productos sean industrializados y resuelvan los problemas de alimentación de los niños y las mujeres que tienen hambre en Brasil. Nos oponemos a que todo sea exportado».

Europa también tiene que producir sus propios alimentos en su propia tierra. No necesita comprar productos del Sur, por lo menos no hasta que allá se alcance el desarrollo y la industrialización, finalizó.

Salarios dignos para los trabajadores del campo

«Hablar de soberanía alimentaria significa observar las condiciones de trabajo, que tienen que estar de acuerdo al contexto suizo», señaló Vania Alleva, directiva del sindicato Unia.

«Buscamos mejores condiciones laborales para los campesinos y los trabajadores de la agricultura. Nuestras reivindicaciones incluyen un salario mínimo de 3.500 francos al mes o 20 francos por hora, que es lo mínimo que permite una vida digna en Suiza».

Otro punto es el 13° salario y una semana laboral no mayor de 45 horas. Hoy los trabajadores de la agricultura trabajan hasta 60 horas por semana y eso en nuestro contexto es demasiado, añadió la sindicalista.

«Necesitamos la reglamentación de las horas suplementarias y la unificación de las condiciones para los trabajadores de la agricultura en todo el país; en resumen, pedimos un contrato colectivo con estas condiciones mínimas que hoy no existen en Suiza».

Según Alleva, la evolución de los últimos años muestra que las multinacionales controlan cada vez más la agricultura sobre todo en los países del sur. «Junto con la Organización Mundial de Comercio empujan a los países del sur a la exportación».

Indicó además que muchos inmigrantes trabajan en la agricultura en Suiza, entre ellos ‘sin papeles’ de América Latina. «La migración provoca una competencia entre los trabajadores en todo el mundo, lo que empeora las condiciones laborales y salariales de todos».

Ganan más los que mecanizan la agricultura

De la defensa de los ‘sin papeles’, las empleadas domésticas, los trabajadores agrícolas, «esas personas que están un poco perdidas en este mundo bastante cruel que es Suiza cuando uno no tiene todos los requisitos para defenderse», se ocupa ‘l’autre syndicat’.

Philippe Sauvin, miembro de este sindicato alternativo con sede en Ginebra dijo que la soberanía alimentaria haría que la gente se quede en su tierra trabajándola y no necesitaría emigrar.

«Pero vivimos en un mundo de competencia total. Aquí o allá, con la industrialización de la agricultura, los que ganan más son los que la mecanizan y para ello quitan la tierra a los pequeños campesinos».

Sauvin señaló que el campesino suizo está en dificultades, pero quien lleva la peor parte es el trabajador agrícola sometido a malas leyes laborales, bajísimos salarios y muchas horas de trabajo. «Si carece de papeles, obtener un mínimo de derechos es aún más difícil».

Sauvin coincide con Alleva: la agricultura en todo el mundo está en una competencia feroz, los precios son tan bajos que en Suiza el productor casi está obligado a pagar mal al trabajador para subsistir. La producción no se traslada a otros países pero las condiciones de trabajo empeoran para que la agricultura pueda sobrevivir aquí».

Rosa Amelia Fierro, swissinfo.ch

Este sindicato agrícola fue uno de los organizadores del Foro Suizo ‘Soberanía alimentaria’
Su visión:
– La soberanía alimentaria la única manera de garantizar el acceso a alimentos sanos y el desarrollo sostenible en cada país.
– La función principal de la agricultura es alimentar a la población, crear empleos y garantizar los derechos sociales de los trabajadores.
– La producción de alimentos debe corresponder a las expectativas fundadas de la sociedad y asegurar a los campesinos ingresos justos.
– Dar prioridad a la calidad antes que la cantidad e intentar mejorar las condiciones de trabajo en la agricultura.
– La liberalización del comercio agrario empuja a las familias campesinas de todo el mundo a la pobreza y sólo aumenta las ganancias de unas pocas multinacionales.
– Junto con 130 organizaciones campesinas de todo el mundo, organizadas en Vía Campesina, rechazan una liberalización desmedida de la agricultura que destruye a seres humanos y medioambiente.
– Se opone al uso de transgénicos (GVO) y de hormonas en la crianza de animales, a la patente de seres vivos y apoya la agricultura campesina con rostro humano.
– Los agricultores suizos quieren producir alimentos sanos, de alta calidad, una agricultura basada en recursos renovables y que preserve el saber campesino para las generaciones futuras.

El Foro fue organizado y apoyado por Uniterre, el Sindicato UNIA, ‘El otro sindicato’, Agora, la Federación de Consumidores de la Suiza francófona, la Fundación de Defensa del Consumidor de la Suiza germanófona y la Asociación de Consumidores de la Suiza de habla italiana.
También por Longomoi. BioForum, BioSuisse, Lobag, Agrifutura, la Plataforma por una agricultura socialmente durable, el Sindicato Interprofesional de Trabajadores y la Asociación de Pequeños Campesinos.

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