Parejas lesbianas y el deseo de ser madres
En Suiza existe el registro civil de parejas de hecho, pero a diferencia del matrimonio heterosexual, estas parejas tienen prohibido adoptar, lo que no impide tener y criar a sus hijos.
“Antes del nacimiento de Elías*, nos preguntábamos cómo reaccionarían nuestro amigos. Si tomarían bien la noticia, si nuestro hijo sufriría, pero las reacciones hasta ahora son positivas, incluso si no ha sido esto del todo simple. Es como si debiéramos salir del ropero permanentemente”.
Gabriela* busca la mirada de Natalia*, su pareja. Están sentadas en una mesa, en compañía de otras jóvenes parejas. Es en los locales de una escuela maternal de Berna donde padres gay y lesbianas se encuentran una vez al mes. “Venimos aquí para que nuestros hijos jueguen, pero también para compartir experiencias, discutir de todo y de nada”, comenta Natalia.
Gabriela y Natalia tienen treinta años, un trabajo como enfermeras a tiempo parcial y un fuerte deseo de maternidad. “Nos conocimos hace nueve años en la banca de la escuela. El año pasado, nos “casamos”. Elías llegó poco después. Queremos tener otro hijo”.
El caso de Elías no es el único. Se estima, con base en cálculos realizados en otros países europeos, que en Suiza hay unas 6.000 familias homosexuales o transgénero con hijos.
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¿Las parejas homosexuales deben poder adoptar un niño?
Parejas, diferentes
Para ser madre, Gabriela debió rodear la ley. “Desde el inicio, excluimos la hipótesis de un donador anónimo. Nos pusimos a buscar un hombre que nos ayudara”. Las asociaciones gay y lesbianas organizan regularmente encuentres de parejas monoparentales. En blogs especializados, los anuncios de este tipo son frecuentes. “Encontramos al padre de Elías y a su compañero en internet, nos hicimos amigos y nuestro proyecto común lentamente se concretó”.
En Suiza, las técnicas de procreación asistida están prohibidas para parejas del mismo sexo. Ciertas mujeres deciden partir al extranjero, a países más liberales. como España o Estados Unidos. Pero la operación de inseminación puede costar decenas de miles de francos, y no todo el mundo puede permitírselo. Gabriela y Natalia decidieron recurrir al método artesanal. “Tomamos una jeringa y un vaso esterilizado del hospital y procedimos a la inseminación en casa. Se requirió de algún tiempo, pero finalmente funcionó”.
También Ana* y Michela* tomaron el mismo camino. En pareja desde hace doce años, las dos mujeres, de 29 y 31 años, debieron esperar dos años hasta que una de ellas se quedó embarazada. “Hicimos la inseminación al mismo tiempo, y después dejamos a la madre naturaleza que hiciera su camino”, describe Ana, la madre biológica. “Los médicos no tienen autorizado ayudarnos. Por ello hay que hacerlo uno mismo, buscando informaciones en internet o solicitando ayuda a los amigos. Y es más sencillo de lo que pudiera pensarse. El día del nacimiento, el médico me preguntó si había hecho el amor con un hombre para embarazarme, un poco indiscreto ¿no?
La pequeña Marta*, de nueve meses de edad, se encuentra en el regazo de Michela, su “madre social”.
El debate sobre el matrimonio y la adopción de parejas homosexuales es muy actual en muchos países de Occidente.
La adopción y el acceso a técnicas de procreación asistida para las parejas homosexuales está garantizada por ley en Dinamarca, Noruega, Islandia, Suecia, Holanda, Bélgica, Inglaterra, España, Argentina y en varios Estados y provincias de los Estados Unidos, Canadá y Australia.
La adopción del hijo de la pareja homosexual está autorizada, bajo algunas condiciones, en Alemania e Islandia.
En Francia, el presidente François Hollande prometió empeñarse en garantizar el derecho de matrimonio y adopción a las parejas homosexuales. Propuesta que ha generado la oposición de grupos de derecha y movimientos eclesiásticos.
En Italia, tras el fallido proyecto de ley de parejas de hecho, de 2007, las parejas homosexuales no tienen ningún reconocimiento legal.
De tabú a tema político
Si bien su relación está reconocida oficialmente en el registro civil, las dos mujeres no tienen los mismos derechos para con su hija. La ley de parejas de hecho homosexuales, en vigor desde 2007 en Suiza, prohíbe explícitamente a las parejas del mismo género adoptar a los hijos de su pareja. Un modo de reconocer solo el papel del padre biológico.
Una situación que preocupa mucho a estas dos mamás. Si Ana muriera, yo no tengo ningún derecho por ley sobre nuestra hija, y sus padres podrían solicitar el cuidado de nuestra hija, una situación que se repite en todas las familias homosexuales”.
Y, precisamente, este veto a la adopción permitió que la ciudadanía helvética aceptara la unión homosexual. Cinco años después, Gobierno y Parlamento lanzaron una señal de apertura, al decirse dispuestos a autorizar la adopción del hijo de la pareja, a condición de que el otro progenitor biológico no se conozca, haya muerto o acepte transferir sus derechos y deberes.
En el caso de Ana y Michela, el hombre que dio su esperma ha renunciado a reconocer a Marta, como fue acordado desde el inicio, y no desempeña ningún papel en la educación de la niña.
El abanico de posibilidades de la paternidad en las familias homosexuales es amplio. En el caso de Gabriela y Natalia, hay dos mamás y dos papás. El padre biológico ha reconocido a su hijo y es una figura presente en la vida del menor, junto con su pareja.
Y en ambos ejemplos citados, la adopción prohibida para las parejas homosexuales no es un tema, pues la situación jurídica de sendos casos es análoga a la de las familias heterosexuales que se transforman tras un nuevo matrimonio con hijos de una relación anterior.
En Suiza, las técnicas de procreación asistida, la adopción y la adopción de los hijos de la pareja del mismo sexo están prohibidas.
En la ley sobre las parejas de hecho, los hijos solo están considerados de modo marginal. En el caso de una pareja de lesbianas, por ejemplo, si el donador de esperma reconoce al hijo o hija, la compañera no tiene ningún derecho jurídico sobre el niño.
Para la organización de defensa de los homosexuales, el actual marco legal es discriminatorio. En 2011, se depositó una petición, respaldada por 19.000 firmas, que solicita oportunidades iguales a todo tipo de familias.
El texto, que prevé la adopción generalizada, fue adoptado en diciembre de 2012 por la cámara baja del Parlamento, en una versión modificada a la aprobada por la cámara alta.
Si la moción fuese aceptada, una persona homosexual podría tener la posibilidad de adoptar al hijo de su pareja, a condición de que el padre biológico no sea reconocido, haya muerto o aceptado transferir sus derechos y deberes sobre el niño. Y todo esto si la solución representa el bienestar del menor.
Sociedad con varios modelos
Elías no puede aún hablar, pero seguramente preguntará a sus mamás cómo llegó al mundo. Gabriela y Natalia no se preocupan: “Le explicaremos simplemente que dos mujeres no pueden hacer niños y que hemos requerido de un papá. Es todo”.
“Para nosotros es importante que haya otros puntos de referencia con otros niños educados en familias homoparentales”, explica Natalia. Por eso la importancia de estos encuentros con otras parejas en la misma situación: para hacer entender a los niños que no están solos en este tipo de familias, fuera de lo común.
Justo por el riesgo de estigmatización, estas parejas han consentido dar su testimonio a swissinfo.ch bajo anonimato. “Para nosotras es más difícil. La gente en la calle nos ve como dos amigas con una bebé. Y nuestro modelo, de dos mamás y dos papas, es socialmente más aceptado. Incluso nuestro padres parecen más tranquilos con la idea de que nuestra hija tenga una referencia masculina. No se dan cuenta de la pena que nos producen al poner en causa nuestra capacidad para ser progenitoras a parte entera”, sin necesidad de una figura paterna.
Aunque para Gabriela y Natalia, la adopción no es un tema, el debate en el Parlamento tiene la ventaja de hacer más visibles estos modelos familiares. “La gente parece ignorar nuestra existencia. Es como si viviéramos en la sombra. Pero la sociedad está cambiando. Hace cinco años, la adopción era impensable. Hoy se habla de ello, por lo menos. Se requiere de paciencia. Suiza, ya se sabe, es el país de pequeños pasos”.
Traducido del italiano: Patricia Islas
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