Somos lo que comemos
Desde hace varias semanas, se multiplican las noticias, no precisamente apetecibles, sobre alimentos que ingerimos en Europa. swissinfo.ch analiza los hábitos alimenticios de los suizos y el impacto que han tenido los recientes escándalos en el comportamiento de los consumidores.
Uno de cada tres suizos no presta atención a su dieta ni tampoco a las recomendaciones nutricionales.
Este sorpresivo hallazgo forma parte del Sexto Informe sobre la Nutrición Suiza’, un documento que se actualiza cada siete y años y cuya versión más reciente vio la luz en enero con una recomendación que podría resumirse en: “Podrían hacerlo mejor”.
La principal inquietud es que aumenta el consumo de la llamada comida preparada o precocinada, que suele tener elevados contenidos de sal, grasa y azúcar.
“Uno de los cambios más importantes está ligado al ingreso de la mujer en el mundo laboral”, explica Mirjam Hauser, autora de la edición 2012 de este informe sobre comida y consumidores e investigadora en el Instituto Gottlieb Duttweiler, uno de los centros de estudios más antiguos de Suiza fundado por el padre de la cadena de supermercados Migros.
“Hoy, las mujeres disponen de menos tiempo y ya no preparan alimentos caseros con la misma frecuencia que antes, especialmente para el almuerzo. El tiempo destinado a la preparación de los alimentos se redujo, especialmente durante los últimos 30 años, así que la gente utiliza cada vez más productos preparados. O pueden cocinar su propia pasta, pero utilizarán salsa de tomate precocinada”, detalla.
Hauser destaca que también han aumentado los desplazamientos, lo que se convierte en un contratiempo adicional para regresar a comer a casa. Y la perspectiva no mejorará. Cada vez más suizos comerán en algún punto de sus trayectos cotidianos, y no en el hogar.
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Indiferencia
Durante varias semanas, la prensa europea se centró en las denuncias por los rastros de carne de caballo en la lasaña comercializada en los supermercados. Más recientemente publicó que en los bizcochos de chocolate de Ikea se habían encontrado restos de una bacteria que suele estar presente en las haces fecales de los animales.
Aunque podríamos pensar que titulares del estilo Estafadores de la comida reflejaban toda la indignación popular del momento, una encuesta en línea, realizada entre 500 suizos de habla alemana y publicada el 12 de marzo, evidencia que solo un 15% de la población se abstuvo de comprar platos precocinados que contenían carne.
Claude Messner, profesor de la Universidad de Berna y experto en los comportamientos de los consumidores, no se muestra sorprendido. “La gente cambia sus patrones de consumo de alimentos solo cuando teme por su salud y su seguridad, por ejemplo, cuando tuvo lugar el escándalo de las vacas locas”, afirma.
Monika Weibel, portavoz de Migros, la primera cadena de supermercados de Suiza inaugurada en 1948, considera que escándalos como el de la carne de caballo sí “perturban a los consumidores”.
“La sostenibilidad juega un rol cada vez más importante: los clientes quieren saber lo que ingieren y estar seguros de que los productos que compran respetan prácticas correctas, es decir, que son buenas para la gente, para los animales y para la naturaleza en general”, dice. No obstante, coincide en que el escándalo de la carne de caballo tampoco tuvo un efecto importante en el comportamiento de los clientes de Migros.
Urs Meier, portavoz de Coop, grupo competidor de Migros, considera que “es difícil establecer una conexión causal” entre los escándalos de comida y el consumo.
No obstante, hace énfasis en que los requerimientos de los consumidores se han transformado “de forma masiva” durante los últimos 10 años.
“Hoy, comer es más que solo ingerir comida. La gente es mucho más consciente de lo que come e intenta llevar una dieta balanceada y saludable. Los compradores se han vuelto más atentos a los precios. Quieren libertad de elección, variedad, calidad, frescura y también buscan la sostenibilidad. Por ello, los productos orgánicos y regionales son muy bien valorados”.
Gran parte de la población no sigue –o lo hace solo parcialmente- las principales recomendaciones para una alimentación equilibrada, revela el Sexto Informe sobre la Nutrición Suiza.
Los suizos consumen demasiado poca fruta, hortalizas, leche y derivados lácteos.
El 30% de la población –particularmente los hombres, jóvenes y personas un bajo nivel educativo- no presta atención a su dieta.
En la región francófona, la conciencia sobre la importancia de la alimentación parece ser menos marcada que en otras regiones lingüísticas del país.
Para muchos consumidores, el etiquetado de alimentos (donde se precisan los valores nutricionales) es confuso y con frecuencia incluso incomprensible.
En Suiza no se atribuye suficiente importancia a la relación que existe entre alimentación y una buena salud.
La oferta, los precios y la publicidad determinan en gran medida lo que se consume en la mesa a la hora de la cena.
Fuente: Sexto Informe sobre la Nutrición Suiza (2013)
Comida orgánica
Por ello, no solo las pizzas congeladas y las patatas fritas han experimentado un boom. Durante los últimos 30 años, el consumo de pescado creció alrededor del 50% en Suiza, dotando con ello a la población de una estupenda fuente de ácidos grasos saludables.
La comida orgánica –producida sin pesticidas y químicos- también se fortalece cada vez más, a pesar de que no existen pruebas concluyentes de que aporte más beneficios a la salud.
Coop fue el primer supermercado suizo que lanzó un marca orgánica hace 20 años, y hoy es uno de los principales proveedores de productos orgánicos del mundo. En 2012, los productos biológicos fueron una de las principales fuentes de ingresos para Migros, con un repunte del 9%.
“Los productos orgánicos son un segmento en expansión”, señala Weibel. Según la portavoz de Migros, “muchos consumidores intentan comer saludable y valoran que los procesos de producción sean lo más naturales posible –y no solo por su propio bien, sino también por el de los propios animales y el medioambiente”.
De acuerdo con Philipp Widmer, de la Asociación de Mercados Suizos, mucha gente se alimenta productos importados desde lejos “solo porque son más baratos”, y destaca la importancia de comprar y consumir productos locales.
Los suizos son grandes consumidores de carne, pero el vegetarianismo gana terreno. Renato Pichler, de la Asociación Vegetariana Suiza, explica a swissinfo.ch que hace 30 años había muchos vegetarianos, pero sobre todo por razones religiosas y de salud.
“En años recientes, se han sumado otras razones: el medioambiente –el impacto de la producción de carne sobre el cambio climático- y la protección a los animales”.
Por otra parte, los medios impresos y digitales hablan cada vez más de las desventajas de consumir carne, lo que ha multiplicado el número de seguidores de una alimentación vegetariana.
No existen cifras oficiales, pero a partir de la experiencia internacional, se estima que se trata del 5% de la población, es decir, de unas 400.000 personas en el caso de Suiza.
Precio y proveniencia
“Cuanto menos dinero tienes, menos inclinado te sientes a gastar en comida saludable. Un millonario disfrutará desayunando jugo de naranja y galletas integrales Ryvita; un obrero, no”, dijo en alguna ocasión el escritor británico George Orwell.
Widmer coincide en que comprar en las tiendas y mercados locales depende en gran medida del presupuesto personal de cada consumidor.
“Para mucha gente el precio es más importante que la proveniencia de los artículos y algunas veces los productos locales son demasiado caros para ellos. Pero también crece el número de consumidores preocupados por la procedencia de los alimentos que ingieren”, afirma.
Respecto al futuro, Hauser sostiene que la nueva repartición de las tareas entre los sexos influirá cada vez más en la dieta.
“Creo que los hombres tendrán un gran impacto en qué comemos. Sus gustos son diferentes a los de las mujeres. Y como cada vez más descubren su interés por los fogones, es probable que los hombres nos aporten nuevos hábitos alimenticios”.
(Traducción: Andrea Ornelas)
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