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Una mirada crítica al pasado

... Sin embargo, Juan Enrique Pestalozzi preconizaba la importancia del amor en en la educación. Keystone

Para Geneviève Heller, la sociedad suiza está preparada para escuchar el testimonio de los niños de otrora, víctimas de violencia en instituciones.

Además de una mayor receptividad colectiva, la distancia en el tiempo facilita un ejercicio de catarsis, explica la historiadora en entrevista con swissinfo.

«Muchas personas nos han dicho que al inicio de su vida adulta intentaron hablar a sus allegados pero que advirtieron una suerte de incredulidad: parecía impensable lo que habían vivido. La mayor parte decidieron entonces callar. Trataron de huir de eso, de hacer su vida pasando por encima…»

Sin embargo, todas esas vivencias permanecieron indelebles y resurgen. Y esas personas que acumularon tanto dolor, y que lo guardaron para sí mismas durante tantos años, resienten ahora la necesidad de exteriorizarlo.

«Y también advierten que hay un clima más favorable en la opinión pública que hace que podamos escucharlos lo mismo que pudimos, la colectividad, hacer un poco de orden en nuestro pasado y explorar la actitud de Suiza durante la II Guerra Mundial, observar cuál fue la actitud con respecto a los niños Jenish, con respecto a las personas que habían sufrido esterilizaciones no voluntarias, respecto a los judíos.

«Todos esos temas nos han permitido relativizar la belle image que pudiéramos haber tenido de Suiza y de su neutralidad».

Su palabra, la sola a su favor

Más aún, las narraciones de las personas concernidas revisten una importancia capital en el estudio de las condiciones de los niños huérfanos o abandonados en instituciones o ‘familias de acogida’, puesto que se trata, en la mayoría de los casos, de los únicos testimonios de sus propios sufrimientos.

«En los expedientes personales de los niños no escuchamos sus voces, tenemos a todas las personas que se ocuparon de ellos. Tenemos la voz de los padres, de los asistentes sociales, de los directores de las instituciones, de los tutores, pero no las de ellos. Sin embargo, su testimonio podemos escucharlo ahora…»

Sólo que los años han pasado y el tiempo apremia. Esos voces que ayer fueron acalladas hoy languidecen: Los niños de la primera mitad del siglo pasado son ahora personas en edad avanzada.

«Y es también ahora cuando se atreven a expresarse. Los más jóvenes nos refirieron la dificultad de hablar cuando las cosas son todavía demasiado frescas. Es sobre todo cuando las personas llegan al final de su vida que sienten necesidad de hacer el balance, de narrar lo que les sucedió».

Un dolor que urge evacuar

En todo ese concurso de circunstancias explicado por nuestra interlocutora, se encuentra también el hecho de que los posibles auditores constituyen la tercera generación de actores; es decir, tienen una relación menos directa con las personas que laboraron en esas instituciones y, sin duda, pueden escuchar más facilmente.

«Para las personas que fueron ‘colocadas’, que sufrieron en su infancia, es verdaderamente una necesidad hablar y ser escuchados, que se reconozca que lo que nos dicen, lo que vivieron, lo que sufrieron, es verdadero. Ese, yo creo, es el factor principal que debió motivar los testimonios».

Carentes de padres o abandonados por ellos, esos niños apuraron de un mismo golpe el infortunio de su soledad con la consideración perversa de que ellos mismos eran culpables del desdén de sus progenitores.

«Y entonces se le hacía verdaderamente pagar, pagar muy caro».

Las huellas de los abusos

Las secuelas, por supuesto, fueron consecuentes con los vejámenes.

«En los años 40, 50, se preconizó que era necesario cortar los puentes con la familia, alejar a los niños de la familia para evitar una influencia que se consideraba nefasta. Y todos esos elementos se pagan de otra manera, más tarde, porque los niños buscaban su identidad, a sus padres, trataban de entender lo que había pasado».

Dado su estatuto de niños abandonados, de «niños culpables», se consideraba que era suficiente con alimentarlos y alojarlos. A las niñas se les destinaba a convertirse en sirvientas y a los muchachachos en ayudas de granja. Trabajaban tanto que no tenían tiempo ni energía para la escuela. Estaban tan perturbados que tampoco podían concentrarse en el mínimo espacio de escolarización que se les permitía.

«Es verdaderamente en todos los registros que sufrieron, a un punto, que su vida de adultos quedó comprometida. Guardaron durante mucho tiempo un sentimiento de culpabilidad, una gran fragilidad de su personalidad, relaciones con los adultos a veces perturbadas por lo que vivieron en su infancia. Desarrollaron falta de confianza, una agresividad a flor de piel».

Vidas fragilizadas

Y un contexto semejante no pudo menos que incidir, con frecuencia, en las difíciles relaciones que más tarde mantuvieron en los terrenos profesional, afectivo…

«Algunos de ellos nos han dicho que renunciaron deliberadamente a tener hijos al preguntarse qué podían transmitirles, sintiéndose… no teniendo un ejemplo favorable qué transmitirles… y en ese sentido, se advierte claramente que, realmente, sufrieron y fueron fragilizados en todos los registros».

Secuelas de un periodo que calificar de sombrío es caer en el eufemismo y que requiere la luz de un estudio exhaustivo como única vía de redención.

swissinfo, Marcela Águila Rubín

Geneviève Heller Racine es profesora de la Escuela de Estudios Sociales y Pedagógicos.

En el 2003 dirige el estudio exploratorio ‘El tratamiento de los huérfanos y las colocaciones de niños en el siglo XX’, sobre las condiciones de los niños internados en instituciones o entregados a familias de acogida.

Previamente participó en la investigación ‘Rechazadas, rebeldes, mal adaptadas’ sobre las esterilizaciones no voluntarias efectuadas en la Suiza de expresión francesa.

El estudio exploratorio sobre los niños huérfanos o abandonados se llevó a cabo en los cantones de Berna, Friburgo, Ginebra, Tesino, Vaud y Zúrich.

Determinó que aun cuando muchos archivos han sido destruidos, es factible la realización de una investigación nacional sobre el tema.

Entre las problemáticas de un estudio semejante se encuentra la dificultad de acceder a los documentos correspondientes.

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